El Cobre vio nacer el 25 de agosto de 1837* a Luisa Pérez de Zambrana, una niña bella y de gran sensibilidad artística.
Con apenas 14 años su poema «A mi madre» fue publicado en el diario El Orden, lo cual atrajo la atención de otros escritores y se conformó una tertulia literaria que giraba a su alrededor.
Le llamaban «la tórtola del Melgarejo», por haber nacido en finca de igual nombre.
Pero los hilos dorados de las parcas se entrelazan muy rápido con los negros, su padre murió en ese mismo año.
Su familia se trasladó entonces a Santiago de Cuba, así la joven ampliaría sus experiencias y círculos artísticos. Colaboró con varias publicaciones periódicas y su casa volvió a ser centro de reuniones.
Fue declarada socia de mérito de la Sección de Literatura de la Sociedad Filarmónica.
Su primer libro aparece en 1856 con el título «Poesías», es enviado a intelectuales de toda Cuba y de él llega un ejemplar al doctor Ramón Zambrana, renombrado crítico literario, intelectual y promotor cultural.
Admirado por el talento de la joven, comienza un intercambio de correspondencia que con el tiempo devino en matrimonio. Debido a sus nupcias «pierde» el apellido materno (Montes de Oca) y pasa a la posteridad como Luisa Pérez de Zambrana.
Luisa Pérez de Zambrana, la mejor elegíaca
Junto a su esposo se trasladó a La Habana, dónde adquirió mayor notoriedad. Colaboró en Kaleidoscopio, La Habana, Cuba Poética, Álbum cubano de lo bueno y de lo bello, La Verdad Católica, Cuba Literaria y El Diario de la Marina.
Por sus grandes dotes poéticas, su gracia y finura, Luisa fue elegida para coronar a la gran Gertrudis Gómez de Avellaneda en el Teatro Tacón en 1860; como hiciera un año después la bella Lola Cruz en la Atenas de Cuba.
El segundo volumen de sus «Poesías»(1860) fue prolonado por la Avellaneda.
También hay felicidad en el hogar de Luisa, pues la maternidad la premia con cinco adorados hijos.
Pero Atropos con sus largas tijeras cortó los hilos y Ramón Zambrana murió ocho años después del matrimonio, en 1866. Vio morir a sus cinco hijos entre 1866 y 1899: Elodia a los 22 años, Angélica a los 33, Jesús a los 27, Dulce María a los 36 y Horacio a los 36 también. En 1875 fallece en Artemisa su hermana Julia, también poetiza.
Rindió honores a su marido en «La Vuelta al Bosque» y a sus hijos dedicó desgarradoras elegías. Se mantuvo alejada de la vida cultural y los grandes salones, ensimismada en la tristeza.
En el año 1918, recibió un homenaje por parte del Ateneo de La Habana y en 1920 apareció la última y mejor edición de las «Poesías» con prólogo de Enrique José Varona; quien la bautizó como
«la más insigne elegíaca de nuestras líricas».
Fue fundadora del Liceo Artístico y Literario de Regla. Sus obras fueron premiadas en los selectos Juegos Florales de la ciudad de Madrid. Entre dichas obras se encuentra el libro de oraciones llamado «Devocionario», los poemas ‘La vuelta al bosque», «Dolor supremo», «Martirio». De ella dijo José Martí:
«se hacen versos de la grandeza, pero sólo del sentimiento se hace poesía».
Vivió sus último años en el municipio habanero de Regla, donde murió el 25 de mayo de 1922 en una difícil situación económica.
A su funeral asistieron grandes personalidades y tuvo la pompa que merecía la insigne mujer. La Academia de Ciencias, de la que fue Secretario y fundador el Doctor Ramón Zambrana, estuvo representada en el sepelio; la Universidad, el Instituto, las sociedades literarias, el Alcalde de La Habana y el Alcalde de la villa de Regla.
Es considerada una de las voces románticas cubanas más significativas.
***Algunas fuentes consignan el año de su nacimiento en 1835***
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