Muy mal tiene que haber terminado la cosa, hace ya mucho tiempo, en el entonces diminuto caserío de Bauta para que la frase «acabó como la fiesta del Guatao» haya pasado a la historia como analogía de desastre y bronca colosal.
El Guatao – que no se conoce por otra cosa que por esa «fiesta» que se pierde en las memorias del tiempo – es una pequeña comunidad del Consejo Popular Punta Brava, perteneciente al municipio habanera de La Lisa, que hasta la DPA de 1976 perteneciera al término municipal de Bauta.
La Fiesta del Guatao
De la famosa «fiesta del Guatao» existen un par de versiones:
La primera de ellas cuenta que en el salón principal del pueblo se celebró un gran baile en el que improvisaron décimas subidas de tonas un repentista del batey Tahoro y otro del Maurín.
Los ánimos se calderón y los partidarios de cada uno se fueron a las manos. Al final la celebración terminó con huesos partidos, cabezas abiertas y el salón de baile del pueblo del Guatao completamente destruido.
Sin embargo, la verdad parece ser mucho más trágica:
Aseguran que el 22 de febrero de 1896, en plena Guerra de Independencia se presentó en el pueblo del Guatao una columna de 200 efectivos, compuesta por voluntarios, guerrilleros y regulares españoles proveniente de Marianao, con el objetivo de batir a las partidas insurrectas que operaban en los alrededores de Punta Brava.
Ante la imposibilidad de cumplir su misión, los militares se ensañaron con la población civil del Guatao a la que acusaban de «laborante» y tras cometer abusos, robos y pillajes de todo tipo, asesinaron a sangre fría a unos 50 vecinos, antes de regresar a su base de operaciones.
Terminada la guerra y retiradas las fuerzas españolas del país se realizó una gran fiesta en el Guatao para celebrar la futura independencia.
De improvisó se presentaron en el baile algunos elementos proespañoles, antiguos voluntarios y exguerrilleros. En ese momento las autoridades llamaban a la concordia y a olvidar los agravios del pasado, por lo que, en un primer momento, y a pesar de lo tenso del ambiente no sucedió nada.
Mas, al poco rato se apareció un vecino del pueblo y se encontró a su querida bailando con un teniente del Cuerpo de Voluntarios. Sin decir nada, se acercó y le rasgó el vestido de arriba a abajo, dejándola desnuda en medio del salón.
El militar español salió en defensa de la dama… Y ahí se formó.
Los vecinos del pueblo, que se la tenían jurada a los voluntarios y guerrilleros desde la trágica jornada de 1896, aprovecharon para desquitarse de lo lindo y repártirles leña de lo lindo.
Nunca más volvieron esos personajes a poner un pie en el pueblo; y, desde entonces, cada vez que se quiere subrayar que algo ha terminado o va a terminar muy mal se menciona a la fiesta del Guatao.
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