Entre los dichos y refranes surgidos en La Habana, uno de los más populares es aquel de «a la hora de los mameyes«, que se utiliza para referirse a la actuación contrastante de algunos en los momentos difíciles o de necesidad.

Se remonta el dicho al año 1762, cuando La Habana estaba ocupada por los ingleses en guerra con España, y las tropas de Albión se paseaban por las estrechas callejuelas de la capital de la Isla.

La hora de los mameyes

Los libros de historia de Cuba están llenos de elogios a la dominación inglesa de La Habana… que si los británicos fueron tolerantes con la religión católica; que si buscaron la alianza con las clases más ricas del país; que si Cuba progresó en un año de dominio ingles más que en dos siglos de soberanía española; que si patatín, que si patatán…


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En 1762, una gran flota británica atacó y tomó La Habana

Algunos hasta elecubran sobre cuan brillante hubiese sido el futuro de La Habana si en vez de haber regresado al control de España hubiese continuado bajo la bandera británica.

Bueno…. Todo eso pudiera ser verdad, pero también es una verdad como un templo que los ingleses fueron muy impopulares en Cuba y que los habaneros, junto al clima «horrendo» del país hicieron todo lo que en sus manos estuvo para volverles insufrible su estancia.

Desde los desplantes en los salones de la alta sociedad hasta el choteo de la gente común en las calles vivieron a diario, y amargamente, los ingleses en La Habana.

Como el uniforme de las tropas británicas (tanto el ceremonial como el de batalla) era de color rojo, se les conoció durante el siglo XVIII como «casacas rojas». Sin embargo, los jodedores de la ciudad de San Cristóbal de La Habana los bautizaron como «mameyes», igualándolos a la dulce y colorada fruta tropical.

De esa forma, cuando al caer la tarde la ciudad caía bajo el toque de queda y las patrullas de casacas rojas se dispersaban por las calles, los vecinos decían que había llegado «la hora de los mameyes».

Como la villa se encontraba bajo ocupación militar, no era muy buena idea violar el toque de queda y desafiar la ira de los ingleses.

Desde entonces, y hasta nuestros días se le llama «la hora de los mameyes» a los momentos extremos en los que se debe demostrar lo que se presume o se realiza habitualmente sin presión alguna.

El vidrio inglés

Además de llamarles «mameyes» y «hora de los mameyes» al tiempo en que hacían las rondas los soldados ingleses; los habaneros del XVIII estamparon en el imaginario popular un símil grotesco que también ha llegado hasta nuestros días: el «vidrio inglés».

«Cuidado no te cortes con vidrio inglés» se dice para alertar de la presencia de excrementos en la vía pública; frase que tiene su origen en la ocupación británica de La Habana y está muy relacionada también con «la hora de los mameyes».

Resulta que los pobres casacas rojas sufrían penosamente con el clima tropical y las condiciones insalubres de la ciudad de La Habana. A lo que se le sumaba que no estaban acostumbrados a la «cocina local», por lo que, constantemente padecían males estomacales que les atacaban durante el cumplimiento de las horas de ronda y debían aliviar a toda prisa.

Al amanecer siguiente las calles de la villa de San Cristóbal amanecían minadas de excremento humano, que los vecinos debían tener mucho cuidado en no pisar y que inmediatamente comenzaron a llamar de forma burlona como «vidrio inglés».

Y «vidrio inglés» ha permanecido hasta nuestros días como sinónimo de excremento en la vía pública, aunque la inmensa mayoría desconozca su marca de origen, madre in «la hora de los mameyes».