La tumba del gorrión. En el Cementerio de Colón reposan, en una bóveda situada en el sector noreste de la necrópolis, los restos mortales de un gorrión que falleció hace mas de 150 años.

El contexto

Seis meses después de que Céspedes declarara iniciadas las hostilidades con España y empezara la Guerra de los Diez Años (10 de octubre de 1868). Por entonces, los mambises llamaban “rayaditos” a los soldados españoles, pero éstos se autodenominaban orgullosamente “gorriones”.

La tumba del gorrión

En la tarde del viernes del 1ro de abril de 1869, un soldado voluntario español encontró sin vida en el Palacio de los Capitanes Generales a un gorrión.

El jefe de los voluntarios determinó que el animal murió como un héroe de guerra en su puesto como soldado de honor en la Plaza de Armas.

Ese mismo día, se realizaron todos los honores pertinentes. Cabos y sargentos españoles lo pasearon por el cuerpo de guardia, lo embalsamaron y lo trasladaron con toda pompa al Castillo de La Fuerza, donde le montaron guardia de honor varios batallones. El gobernador y las autoridades de la ciudad enviaron coronas y ramos de flores. Una inmensa concurrencia acudió hasta la media noche para contemplar al héroe, ofrecerle obsequios y dedicarle sonetos, pies forzados, entre otros honores.

El cuerpo inerte del gorrión fue trasladado a Matanzas, Cárdenas y Puerto Príncipe, regresando días después al pórtico de La Fuerza, de donde fue trasladado al recién creado Cementerio Cristóbal Colón, lugar de su última morada, a la bóveda localizada en el sector noreste de la necrópolis, perteneciente al antiguo periódico La Voz de Cuba, donde descansa actualmente.


Iglesia de Santiago de las Vegas, donde aconteció una historia tan ridícula como la de la tumba del gorrión

El lenguaje de los símbolos lleva a veces a ridiculeces como las solemnes pompas fúnebres que los integristas españoles brindaron a este gorrión.

Hay otra anécdota de este tipo y esta época que tuvo lugar en Santiago de las Vegas. Como ya se dijo, en estos conflictos entre peninsulares y criollos, los primeros eran llamados gorriones. Los cubanos, por su parte, eran llamados bijiritas. Resulta que en la parroquia de Santiago Apóstol, en Santiago de las Vegas se posaban un montón de gorriones todos los días. En el campanario vivía también una lechuza que cada anochecer salía y se ponía a cazar gorriones.

Pronto los vecinos del lugar, cubanos ellos, comenzaron a reunirse frente a la iglesia para disfrutar del show de los gorriones volando despavoridos y siendo cazados por la lechuza. Con el tiempo el número de espectadores fue aumentando y aquello era una fiesta patriótica cada anochecer. Pero el poder también conoce de símbolos y su valor así que, al enterarse de aquello, un jefe militar español se personó allí una tarde con su fusil y, sencillamente, mató a la criolla lechuza.

Y es que los déspotas acostumbran a ser cheos y de poco humor. Publicado por Ernesto Fumero en «La tumba del Gorrión«, entrada de Ángel Gutiérrez en Fotos de La Habana.