¿Alguna vez han escuchado aquello de «es más duro que el palo de La Machina«?… Probablemente no. Y no debe extrañar; en La Habana, como en cualquier ciudad centenaria, han surgido refranes y dichos que, a lo largo del tiempo han ido desapareciendo del habla popular en la misma medida en que la referencia de origen se ha perdido.

El palo de La Machina

«La Machina» era la torre grúa que se utilizaba para arbolar los bajeles en el puerto de La Habana (colocarle los mástiles y otros aparejos), cuando en la villa de San Cristóbal se construían barcos… que se hicieron muchos, y poderosos, pero esa es otra historia.

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El torreón de la primera Machina, en un plano de 1740

Resulta que «machina» es una castellanización de «machine» (máquina en inglés) que adoptaron los antiguos vecinos de esta ciudad para no tener que pronunciar el «de machín», que seguro se les sonaba raro.

En el artefacto, que duró unos dos siglos en el puerto – aunque en sus últimos años de existencia no se usara para nada -destacaba sobre el paisaje circundante por su larguísimo y durísimo «palo» que dio origen al refrán y del que han llegado hasta nuestros días numerosas imágenes, porque, sin dudas, La Machina era algo que causaba admiración en sus tiempos.

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Otro de los sistemas de la época (este de 1775) que se usaban en los astilleros y arsenales para mover objetos pesados

Su construcción, en el año 1740, se debió al Comisario de Marina, Lorenzo Montalvo y Ambulodi, primer conde de Macurijes quien ordenó colocarla junto a la Comandancia de Marina, muy cerca del Convento de San Francisco de Asís. Hacia ese punto se remolcaban los barcos en construcción desde el Arsenal de La Habana para que fueran arbolados.

Durante la ocupación de La Habana en 1762, los británicos se dieron a la tarea de destruir todo lo que pudiera servir a la corona española para la construcción de barcos de guerra. Así, destruyeron concienzudamente tabla a tabla y piedra a piedra las instalaciones del Arsenal; y cuando nada quedó en ese lugar, serraron el palo de La Machina y se lo llevaron para Inglaterra.

Al recuperar a la «Siempre Fiel Isla de Cuba», los españoles quedaron consternados al ver que en el lugar donde hasta hacía un año se levantaba el mejor arsenal de América quedaba sólo un terreno yermo y que donde se alzaba La Machina había desaparecido toda huella de estructura construida por el hombre.

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El palo de La Machina desde el muelle de Luz

Así informaban las autoridades españolas al rey del panorama desolador que habían encontrado:

«“ (…) y acabaron de destrozar las ruedas y demás útiles de la sierra de agua (…) allá han desecho la rueda con que se movía La Machina; y con hachas han roto las puertas de los almacenes del astillero (…) no ha quedado una pieza de madera de las que existían en el Mariel, Cabañas, Bahía Honda, Matanzas y Siguanea. Todas la han serrado y embarcado (…)”

La «nueva» Machina

Lorenzo Montalvo, ascendido a Intendente de Marina se dio a la tarea de reconstruir el Arsenal y La Machina a partir de los planos de Francisco Xuares de Calderón y en poco tiempo, La Habana estuvo, nuevamente, construyendo barcos de guerra para la Armada Real.

Tras cesar la dominación española en Cuba, La Machina perdió toda importancia: la subordinación de Cuba a los Estados Unidos (que convertía a la Isla casi en un protectorado a través de la Enmienda Platt) hacía perder el sentido a la construcción de barcos de guerra para una casi inexistente marina nacional; al mismo tiempo, los veleros habían sido totalmente superados por la nueva tecnología naval.

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El formidable huracán de 1846. que tantos e importantes desastres ocasionó, derribó la penúltima Machina. No fue sustituida sino hasta 1854, en que se construyó otra de acero. La anterior era de
madera con zunchos de hierro.

Por todo lo anterior, en 1903 se deshabilitó La Machina; y unos años después desaparecerían también el Arsenal y la Maestranza de Artillería, vestigios grandiosos, pero ya anacrónicos de una época en la que La Habana había sido una de las principales plazas de la industria naval en el Imperio Español.

Sólo quedaría en el imaginario popular la expresión «es más duro que el Palo de La Machina», que, con el paso de los años también ha ido desapareciendo hasta quedar sólo como una referencia curiosa en algún que otro artículo de corte histórico.

La Machina