El número fundacional de la revista La Mariposa circuló en La Habana el 1ro de abril 1838 por lo que clasifica entre las más antiguas de Cuba junto a la famosísima revista «La Siempreviva«.

No se puede precisar cuántos ejemplares se editaron ni el momento en que dejó de circular porque se han localizado sólo los primeros números. Lo que sí se sabe con certeza es que sus primeros directoros fueron Cayetano Lanuza y José Luis Casaseca, quien posteriormente abandonó la empresa.

Revista La Mariposa

José Labraña señala en su trabajo «La prensa en Cuba» (incluido dentro de la enciclopedia popular «Cuba en la Mano») que su redactor era Bartolomé Crespo, quien fuera más conocido por su seudónimo de Creto Gangá.

Revista La Mariposa

La revista La Mariposa fue primero quincenal y luego semanal. Se conoce con certeza que aparecieron tres tomos, aunque el periódico «Noticioso y Lucero» menciona la existencia de un cuarto que no se ha conservado.

En el prospecto en el que se anunciaba el lanzamiento de la revista, publicado en el Diario de La Habana del 1ro de abril de 1938 se expresaba que la publicación contaría de:

«(…) seis tomos en octavo mayor, de 320 páginas cada uno, divididos en cuatro cuadernos; dos de los cuales se publicarán cada mes:

¿Y de qué va a poblarse este jardín? De un poquito de todo, menos de religión y de política».

Evitaba así La Mariposa los dos temas más proclives a la censura colonial mientras se dedicaba a publicar cuentos, poesías, artículos literarios y trabajos especializados sobre química, industria, medicina, modas, historia, geografía, música, fisiología y teatro.

Revista La Mariposa

Público además la revista La Mariposa notas bibliográficas y novelas cortas, aunque la gran mayoría de las colaboraciones aparecían sin firma o bajo seudónimos como «El guajiro», «La Bruja», «Un Mirón» y «El autor de la monja»; lo que, por demás, era bastante común en la época y no debe resultar extraño.

El director del Archivo Nacional de Cuba, el ilustre capitán del Ejército Libertador Joaquín Llaverías, incluyó el índice de los dos tomos de la revista La Mariposa en su «Contribución a la historia de la prensa periódica».

Realizaban además múltiples traducciones, sobretodo del francés, destacando en ello el profesor José Luis Casaseca quien se dedicó a traducir a los químicos Mr. Gay-Lussac y Mr. Bussy. Realizando también compendios de moda y sociedad como el extracto siguiente:

«No se crea que La Mariposa va a describir el vestido de una novia, ni la manera de asomar la cara por un óvalo a lo romántico; ni mucho menos la última moda en los escritores de artículos, novelas, dramas, letrillas, sonetos y otras zarajandas: tampoco piensa en la moda de cultivar cada hijo de vecino sus amistades, sus conocimientos».

Para continuar el juego de ingenio con el cual pretende seducir al lector, desvelando uno de sus objetivos de la forma siguiente

«Todas esas cosas son muy profundas para el animalillo, y se contenta con ofrecer a sus lectoras un extracto de un diccionario lleno de filosofía, como lo está otra cosa que no es diccionario, según el fallo irrevocable de yo sé quien. ¿Y de qué trata este diccionario? -De los colores: en el hay colores para contentar a todo el mundo, lo mismo a la jovencita elegante que al tétrico literato, al calavera, que a la prudente mamá- Pero vamos al extracto, esto es, copia de lo que nos venga a cuento».

Dando paso así a la guía que pretende, que no tiene otro fin que influir, con fino sarcasmo, en la cultura modista de la época, como si de influencers modernos estuviésemos hablando. Baste el siguiente ejemplo:

«ÚLTIMA ERA. Aquí estamos bien: ¡la última moda! Colores gentilicios. Color del lodo de París. -Color del humo de Londres. -Color del polvo de Madrid. -Color de Lava del Vesubio. -Color de aguacero tropical. Excelente clase para que cada pobre, cambiando de color, se presente de forma que no le conozca la madre que le parió: lo que siempre es una ventaja».