El Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio, en San Ignacio No. 5 entre Empedrado y Chacón, fue una escuela religiosa – en sus primeros años conocida por Colegio de San Ambrosio – fundada por el obispo Diego Evelio de Compostela con el objetivo de educar a doce niños pobres para que siguieran la vida sacerdotal.
Del Colegio de San Ambrosio al Seminario de San Carlos
Jerónimo Valdés, sucesor de Compostela, quien llegó a La Habana en 1707, se hizo cargo del colegio y mejoró sus condiciones considerablemente. El nuevo obispo abrió las nuevas cátedras Filosofía, Moral y Cánones y dio a la institución un nuevo nombre y un nuevo rango, el de Seminario de San Carlos, en honor al ilustrado monarca español Carlos III.
En 1767, al ser expulsados los jesuitas de los dominios españoles, el Seminario de San Carlos pasó a ocupar el edificio que estos habían construido y, a partir de 1773, gracias a la iniciativa de un nuevo obispo, Don Santiago José de Hechavarría pasó a llamarse Real Seminario de San Carlos Y San Ambrosio.
Los mayores progresos que alcanzó la institución se debieron a los desvelos del activísimo Obispo Espada de hizo cargo del arzobispado de La Habana en 1802.
Durante las tres décadas que desempeñó ese cargo el Obispo Espada se preocupó constantemente por el mejoramiento del Seminario e introdujo un gabinete de Física para dar clases de esta ciencia, así como de química y botánica.
La escuela que forjó patria
Fue así como el Seminario de San Carlos se convirtió, a juicio de Emilio Roig de Leuchsenring:
«(…) en establecimiento de enseñanza general, y de la más alta calidad, no meramente eclesiástico, haciéndole vivir su período más brillante y trascendental para el desarrollo de nuestra cultura, hasta el punto que, habiendo sido fundada con anterioridad la Universidad de La Habana, por muchos años fue el Seminario de San Carlos el centro principal del saber en Cuba, el más docto a la vez que el más progresista, excepcional, así por la excelencia y novedad de sus enseñanzas como por la extraordinaria ilustración y la apostólica consagración de los grandes maestros que en el profesaron… «
En efecto, ocuparon cátedra en el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio, entre otros destacados intelectuales y pensadores cubanos, el padre José Agustín Caballero; Félix Varela; José Antonio Saco, quien reemplazó a Varela en su cátedra cuando este fue electo diputado a las Cortes; José de la Luz y Caballero, Nicolás Manuel Escobedo y Bernardo O’Gavan, quienes forjaron a una juventud temeraria y magnífica que después iría a morir con la cabeza llena de luces en los campos de Cuba Libre.
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