Entre los muchos aportes que la política del Despotismo Ilustrado legó a Cuba se encuentra la creación del primer rotativo de la Isla, el «Papel Periódico de La Havana«. Pues hasta el día de hoy no existen pruebas documentales de la existencia real del semanario atribuido al gobierno del Conde de Ricla.
El domingo 24 de octubre de 1790, durante el gobierno de Don Luis de Las Casas surge el primer periódico cubano, que muy pronto sería asumido por la generación ilustrada de 1792, y se mantendría en circulación teóricamente hasta 1805.
Varios hechos posibilitaron su aparición, en primer lugar, la existencia, desde inicios del siglo XVIII (1720), de la imprenta, que aunque aparece tardíamente va ir ganando en desarrollo, y según Ambrosio Fornet:
Ocho impresores se establecen a lo largo del siglo XVIII. Los siete primeros en La Habana: Carlos Habré hacia 1720; Francisco José de Paula, en 1735; Blas de los Olivos en 1754 y, poco después, en el mismo taller, su yerno Francisco Seguí; Matías José de Mora en 1775; Esteban José Boloña en 1776 y Pedro Nolasco Palmer hacia 1791. Matías Alqueza se establece en Santiago de Cuba en 1792, aunque su primer impreso conocido es del año siguiente.
Otro hecho fue la elevación del nivel cultural de la Isla, a partir de la labor -fundamentalmente-, de la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana y del Seminario San Carlos y San Ambrosio.
De esas bases nacería la prensa en Cuba.
El Papel Periódico de La Havana
En un artículo anterior hablábamos -y explicábamos- sobre las distintas escrituras de la palabra Habana, y poníamos entre otros ejemplos este rotativo, que aparece con el nombre de Havana, y así se mantendrá hasta su cierre en 1805.
Surge con frecuencia dominical, viendo la luz los primeros diez números entre el 24 de octubre y el 31 de diciembre, en la imprenta de Francisco Seguí, que pertenecía a la de la Capitanía General, en cuatro pliegos de 22 x 15,5 cm.
Curioso resulta que su primer número fue redactado, casi en su totalidad, por Luis de las Casas y dirigido por Diego de la Barrera, y al parecer siguieron siendo, junto a Tomás Romay, sus principales redactores hasta 1793, fecha en que de las Casas le entrega su redacción y administración a la Sociedad Patriótica, no sin antes trazarle las líneas que debían seguir.
Formaron parte de su cuerpo de redacción, casi siempre bajo seudónimo, entre otros destacados patricios del momento, nombres como: Tomás Romay, José Agustín Caballero o Francisco de Arango y Parreño.
En 1797 cambiarían las cosas en “Papel Periódico de La Havana”, la llegada al poder del Conde Santa Clara trajo una restructuración en el órgano de prensa, que en lo adelante estuvo integrada por una comisión formada por doce miembros y presidida por José Agustín Caballero, lo interesante de esta estructura es que cada miembro tenía a su cargo un mes fijo en la redacción, repartiéndose de esta forma el año:
- Enero: Alonso Benigno Muñoz.
- Febrero: Tomás Romay.
- Marzo: Juan González.
- Abril: Antonio Robredo.
- Mayo: José A. Caballero.
- Junio: Domingo Mendoza.
- Julio: José Antonio González.
- Agosto: Agustín de Ibarra.
- Septiembre: Nicolás Calvo.
- Octubre: Juan Manuel O’Farrill.
- Noviembre: Francisco de Arango y Parreño.
- Diciembre: Juan de Arango.
Entre los autores más prolíficos de “Papel Periódico de la Havana” destaca el padre Caballero, en quien además resulta curioso los seudónimos que empleaba, algunos de los más conocidos -entre los muchos que usó- fueron: “El Amante del Periódico”, “El Amigo de los Esclavos”, “El Enemigo de los Ociosos” y “El Amigo de los Encarcelados”. Tomás Romay por su parte, fue casi siempre: “Nazario Mirto”, “Ramiro Nácito”, e incluso “Rosita Nomira”.
La línea editorial del periódico en lo referente a la trata negrera y la esclavitud resultaba oscilante -lo cual resulta llamativo en un medio cuyos principales redactores pertenecen a la clase de los criollos ricos-, lo mismo se publicaban artículos partidarios de la esclavitud, que contrarios a esta. En lo referente a la educación si se aprecia un consenso, sobre todo alrededor de las ideas de extender la misma a la mayor cantidad de sectores posibles y al mismo tiempo hacerla más experimental, brindándole más importancia a los estudios de física y química.
Sin dudas el terreno donde más se lució la crítica fue en los artículos de sátira y costumbres. Los mismos fueron usados para restallar todo aquello que les resultaba contrario, asfixiante, petimetre, cruel, etc. a fin de cuentas, ya lo habían avisado en el artículo “Discurso sobre el periódico”, donde explicaban que uno de los fines del “Papel Periódico de La Havana” sería atacar los hábitos y costumbres “perjudiciales”, y corregir los vicios existentes en la sociedad.
Técnicamente, cerró sus puertas en 1805, pero la mayoría de las fuentes coinciden en que a lo largo del tiempo siguió existiendo con nombres distintos, el sitio cubaperiodistas en un artículo al respecto de su continuidad señala:
El Aviso (1805-1808), Aviso de la Habana (1809-1810), Diario de la Habana (1810-1812), Diario del Gobierno de la Habana (1812-1820), Diario Constitucional de la Habana (1820), Diario del Gobierno Constitucional de la Habana (1820-1823), nuevamente Diario del Gobierno de la Habana (1823-1825), por segunda ocasión Diario de la Habana (1825-1848) y, por último, como volviendo a los inicios de todo, Gaceta de la Habana. De alguna manera esos cambios reflejan las convulsas relaciones de la metrópoli con la sociedad cubana y de esta con la Corona.
Algunas curiosidades de la publicación
El primer anuncio comercial apareció en el quinto número del «Papel Periódico de La Havana».
«En el almacén nuevo Calle de la Cárcel Vieja número 100 se venden vinos, el de Málaga a real la botella; el tinto de Cataluña a medio; el de San Lúcar seco a real y la de Mariposa de Castilla a medio; todo superior».
Número V correspondiente al 21 de noviembre de 1790
Al parecer este anuncio dio relativo éxito de ahí que el propio comerciante volviese a anunciar sus productos en la edición número siete.
«En la calle de la Cárcel Vieja, casa número 100, están las botellas de polvo de Rapé de Nueva Orleans de la fábrica de Pierre Nicolai Aubray a cuatro reales y la de vino tinto de Burdeos a dos».
Número VII correspondiente al 5 de diciembre de 1790
La competencia de otro comerciante de la misma calle de la Cárcel Vieja no se hizo esperar y en el número diez, correspondiente al 26 de diciembre de 1790 podemos leer.
«En la calle de la Cárcel Vieja, accesoria 126 de la casa del Marqués del Buen Agrado cerveza superior de Santander por barriles de cincuenta limetas a cinco y medio pesos la docena y por menor a cuatro y medio reales la botella».
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