Entre los más bellos edificios de La Habana se encuentra, sin dudas, la Lonja del Comercio, inaugurado en 1909 en la calle Lamparilla No. 2.

La Lonja del Comercio, que tardó dos años en construirse sobre los terrenos que antaño perteneciesen a las distinguidas familias de los Arostegui y los Armona, se concibió por sus promotores como un edificio de oficinas, función que mantuvo siempre, gracias, sobre todo, gracias a su cercanía a la antigua Aduana de La Habana, corazón del comercio de la ciudad marítima.

La Lonja del Comercio… Un edificio de concurso

Como tantos y tantos edificios importantes de La Habana republicana, la Lonja del Comercio fue construida por la firma norteamericana Purdy & Henderson a un costo de 80 000 pesos, sobre el proyecto del arquitecto valenciano Tomás Mur.

El proyecto original de Mur, ganador del concurso que en 1903 se realizó para el nuevo edificio de la Lonja del Comercio contó con la colaboración del arquitecto cubano José Toraya Sicre y, aunque en un principio el edificio estaba definido estilísticamente como renacentista español, las modificaciones, sobre todo en el orden decorativo, que se introdujeron a pie de obra terminaron inclinándola más hacia el renacimiento italiano.

Plaza de san francisco sin la lonja
La plaza de San Francisco antes de la Lonja del Comercio

Causa el edificio cierta sensación de estar apretado sobre sí mismo, seguramente consecuencia de la magnificencia del inmueble y el poco espacio de que se dispuso para construirlo: la manzana que ocupa en las calles Lamparilla, Oficios, Baratillo y Obrapía, mide apenas 2370 metros cuadrados.

Acero, almacenes y hormigón

Precisamente, lo más novedoso del nuevo edificio de la Lonja estuvo en la distribución de las actividades comerciales, de almacenamiento, oficinas y exposición dentro de un área que desde el exterior del inmueble parecería insuficiente.

Todas estas actividades quedaron cobijadas bajo una fuerte estructura de acero que se cubrió con entrepisos y techos de hormigón armado. Para las paredes del frente se utilizaron bloques fundidos de cemento.

Terninado el edificio en 1909, la planta baja se destinó a la bolsa y los almacenes; el segundo y tercer nivel a las oficinas y operaciones de la Lonja del Comercio, respectivamente; los dos pisos superiores se rentaron entre los numerosos interesados.

Para rematar toda la estructura se construyó en el techo una hermosa cúpula dorada sobre la que se colocó, para dejar bien en claro el sentido del lugar, una reproducción en bronce del Mercurio de Juan de Bolonia.

La cúpula dorada, que antaño era fácilmente observada desde todos los ángulos de las calles, se encuentra hoy parcialmente oculta por las alteraciones que sufrió en su estructura original la Lonja del Comercio cuando en 1996 se le colocó un ático de vidrio negro que fue muy criticado por los especialistas [1].

Notas:

`[1] Martín, María Elena. «Escuchar la Arquitectura» en Arquitectura y Urbanismo. No.1 de 2009.