La calle Apodaca, en la Habana Vieja, se extiende a lo largo de nueve manzanas desde la calle Ejido, en la antigua zona de las murallas, hasta la calle Águila. Corre de este a oeste, con ligera inclinación al suroeste, girando abruptamente al noroeste en su última cuadra, comprendida entre la calle Revillagigedo y la mencionada calle Águila.
Como vía secundaria, la calle Apodaca tiene un marcado carácter residencial, a excepción de sus tres primeras manzanas, muy influenciadas por el cruce de las grandes calles comerciales de Ejido y Zulueta. En ese tramo se cuentan algunos edificios muy notables como el Palacio de Balboa y el Dispensario Tamayo.
De la calle Apodaca a Diego Tamayo y viceversa
Recibió su nombre la calle, en homenaje al Capitán General de la Isla, Juan Ruiz de Apodaca, Conde de Venadito, quien dejó gratos recuerdos en Cuba por su buen gobierno entre 1812 y 1816.
Por Acuerdo No. 658 del Ayuntamiento de La Habana, de fecha 2 de marzo de 1928, se le cambió el nombre a la calle Apodaca por el de calle Dr. Diego Tamayo, en tributo de recordación al eminente hombre de Ciencias y noble patriota fallecido el 2 de octubre de 1926.
Sin embargo, tal y como sucediera con la inmensa mayoría de los nuevos nombres impuestos a las calles habaneras en las primeras décadas del siglo XX, el de Dr. Diego Tamayo no caló en el imaginario popular, y los vecinos de la ciudad siguieron llamando a la calle, Apodaca.
En 1936, el historiador Emilio Roig de Leuchsenring propuso que se retomaran los nombres tradicionales de las calles habaneras, entre ellos, por supuesto, el de la calle Apodaca.
Dr. Diego Tamayo Figueredo (1853 – 1926).
Entre 1928 y 1936, la calle Apodaca llevó el nombre de este distinguidísimo hombre de ciencias, a quien se debe la introducción de la vacuna antirrábica en Cuba.
Entre las bases sobre la cual se fundamentó la propuesta había una que vetaba la recuperación del nombre tradicional en caso de que este «hiriera el sentimiento patriótico cubano».
Debido a esto no se restauró la denominación popular de varias calles que habían llevado el nombre de personajes de triste recordación durante la dominación colonial. Se consideró, sin embargo, que en el caso de la calle Apodaca, el Capitán General Juan Ruiz de Apodaca, había sido un buen gobernante y la vía recuperó su nombre tradicional, cuando el presidente provisional, José Agripino Barnet y Vinageras con su firma convirtió la propuesta en ley el 17 de enero de 1936.
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