Hay dos sucesos que marcan definitivamente en 1939 el origen del Nuevo Vedado: por una parte, la inauguración del Jardín Zoológico de La Habana, y por otra, aunque parezca paradoja, el nacimiento de su barrio marginado, La Dionisia.

La Dionisia (1939) toma su nombre de la compañía dedicada a las parcelaciones para los humildes de la antigua finca y vaquería de Los Paredes; área que por su inmediata posición a la Necrópolis de Colón y fundamentalmente, por estar sobre parte del Cementerio Bautista hereda cultos sincréticos, espiritismo y toda la religiosidad y parasicología que rodean las historias de los cementerios.


Asociación de Propietarios del Reparto La Dionisia

Una foto muy curiosa que muestra el humildísimo local de la Asociación de Propietarios del reparto; muy contrastante con las demás asociaciones de este tipo que existían en la ciudad, pero que demuestra el espíritu de empresa y el asociacionismo que primó siempre entre los comerciantes cubanos sin importar el tamaño de su capital, ni su origen social.


Origen y expansión de La Dionisia

Desde 1938 con la aprobación del proyecto de construcción de la Plaza Cívica José Martí comienza una migración de esa zona hacia las inmediaciones de La Timba, La Dionisia y otros lugares más distantes como El Fanguito (a orillas del río Almendares), e incluso hacia la periferia capitalina.

A partir de 1945 muchas familias de diferentes regiones españolas habitan las primeras casas de La Dionisia y se crea la bodega más antigua de La Dionisia (1945), la de Herminio Collazo, en Protestantes No. 1 y 2da, no habiendo otra bodega en el reparto hasta los años 50; tampoco hubo nunca farmacia en el lugar, aunque entre 1944 y 1945, contó con su propia iglesia: la de Santo Domingo de Guzmán.


Bodega del barrio de La Dionisia en Nuevo Vedado

La primera bodega que se construyó en el barrio de La Dionisia (en realidad reparto) en el año 1945. Obsérvese, a pesar de las numerosas modificaciones sufridas, la típica ubicación esquinera de este tipo de comercio para facilitar la visibilidad y el fácil acceso de los clientes.


En esta etapa ya habían unas 50 casitas en La Dionisia y unos 200 habitantes, sobre todo españoles y descendientes; luego llegan otras migraciones.