PELIMEX cuya razón social completa era Cinematográfica PELIMEX SA fue una distribuidora mexicana de cine que durante las últimas décadas de la República, controló gran parte de la proyección del cine mexicano en La Habana y el resto de la Isla a través de los circuitos Cuba – Mex, y Díaz y Hermano . Su oficina central se encontraba en la calle Montoro No. 109, muy cerca del Centro Fílmico.
Su representante y gerente en Cuba era Octavio Gómez Castro, uno de los principales empresarios del negocio del séptimo arte en La Habana y propietario de la decena de salas de cine que conformaban el circuito Cuba – Mex:
- Cine Cándido
- Cine Ensueño
- Cine Fausto
- Cine Olimpic
- Cine San Francisco
- Cine Roxy
- Cine Apolo (en Morón, Camagüey)
- Cine Apolo (en Florida, Camagüey)
- Cine Aurora (en Florida Camagüey)
Entre todos sumaban 9 551 butacas, de las cuales 6 925 se encontraban en La Habana y casi la mitad se concentraban en el Fausto y el San Francisco, por mucho, las más importantes del Circuito Cuba – Mex.
Por su parte, el Circuito Díaz y Hermano, del empresario Celestino Díaz, contaba con ocho cines, pero sumaba 11 499 asientos, todos en La Habana:
- Cine Cuatro Caminos
- Cine Cuba
- Cine Finlay
- Cine Florencia
- Cine Maravillas
- Cine Reina
- Cine Ritz
- Cine Santo Suárez
De ellos, los de mayor caché eran el Cuatro Caminos, el Reina y, sobre todo, el Florencia, que dividía sus tandas entre las películas mexicanas y europeas, sobre todo, italianas.
Cuba – Mex y Díaz y Hermano mantenían una estrecha sociedad que se remontaba a la década de 1940 e incluso tenían sus oficinas en el mismo edificio de Montoro 109, propiedad de Celestino Díaz. Tan estrecha alianza ha provocado a lo largo del tiempo que algunos se confundan y engloben a ambos empresas bajo el concepto de «Circuito PELIMEX», lo que se trata de un error, pues si trabajaban como si fueran una, siempre, siempre, fueron dos.
De PELIMEX a Cuba – Mex y el Circuito Díaz
Tanto el Circuito Díaz y Hermano, como el Cuba – Mex estrenaban las películas que les suministraba PELIMEX y fueron fundamentales en fomentar el gusto de los cubanos hacia el cine mexicano.
Los dos circuitos competían fuertemente en La Habana con los circuitos Álvarez, Astral, América, Valcarce y Carrerá, así como con los pequeños circuitos y pequeños propietarios individuales de cines, aunque estos últimos ya se las estaban viendo negras para sobrevivir y se encontraban en constante peligro de absorción.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 el Circuito Díaz y Hermano y el Cuba – Mex fueron nacionalizados por el nuevo gobierno de la Isla que puso sus cines en manos del ICAIC. PELIMEX se las debió ver, entonces, con el nuevo ente estatal regulador y la afluencia de películas mexicanas a la Isla comenzó a disminuir hasta desaparecer casi por completo.
Con los cambios en Cuba, PELIMEX no sólo vio congelado su dinero en la Isla, el cual trató de recuperar, al menos en parte, aplicando variantes con el ICAIC; sino que también perdió su principal mercado fuera de México, pues la mayor de las Antillas consumía cine mexicano por borbotones.
Por su parte, las salas habaneras de los Circuitos Díaz y Cuba – Mex corrieron suerte diversa, con el denominador común de que ya ninguna funciona como cine:
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