El cine San Francisco, el más grande de 10 de Octubre, era uno de los mayores cines de barrio de La Habana pues podía acomodar hasta 1700 personas. Se encontraba ubicado en la calle del mismo nombre, en el número 259, casi llegando a Porvenir, en Lawton. Durante la década de 1950 tuvo cierto caché,
pues formaba parte del llamado «Circuito Carrera«, que incluía algunas de las más importantes salas de la capital como Trianón, Infanta y Acapulco. Su fachada era de estilo Art Déco y podía funcionar como teatro, pero esto lo hacía sólo en contadas ocasiones.
Guillermo Cabrera Infante, un apasionado de las salas oscuras, que recorrería en sus andanzas buena parte de los cines de la urbe, lo recordaría con particular cariño en su «Habana para un infante difunto»:
«Fuimos, fui, al cine San Francisco, que fue el primer cine en que estuve en La Habana pero al que nunca volvería. Sin embargo, lo recordaré siempre con su arquitectura de pequeño palacio del placer, cine de barrio, cine amable y ruidoso, cine sin pretensiones dedicado a ofrecer su misa movie magnífica, pero cogido entre dos épocas, todavía sin ser el templo art decó que fueron los cines construidos en los finales de los años treinta que luego descubriría en el centro de La Habana, y sin la pretenciosa simplicidad de los cines de los finales de los años cincuenta, los últimos cines comerciales que se construyeron en Cuba. El San Francisco fue un lugar ideal para la iniciación. Podía haber sido mejor el cine Los Ángeles, que no estaba muy lejos, o todavía mejor el Hollywood, al que nunca fui. Pero el San Francisco, recordando en su nombre una de mis películas preferidas del pueblo, fue un regalo de Eloy Santos…«
Página 11. La Habana para un infante difunto. Seix Barral, Barcelona, 1979
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