La La Escepción (no «La Excepción») fue una marca y una fábrica de tabacos establecida en 1882 por el empresario catalán José Gener y Batet en la esquina de Monte y Zulueta, en La Habana.

Ya en 1873, Gener había arrendado la planta baja de la casa que allí existía al comerciante Lorenzo Sotres quien estableció la camisería El Jardín, que posteriormente se adjudicó por embargo el propio Gener al no poder Sotres pagar el alquiler.

El local sería ocupado entonces, ya al final de la Guerra Grande por Víctor Santuorio y Compañía, sociedad que estableció otra camisería, con idéntico resultado, pues Gener terminó desahuciándola también.

Fue entonces que el empresario catalán, cosechero, fabricante, e inmensamente rico ya, decidió mover la producción de tabacos de su vega Hoyo de Monterrey para esta casa señalada con el No. 7 de la Calzada del Príncipe Alfonso.

Desafortunadamente, en 1881 un enorme incendio destruyó el edificio y fue entonces que Gener lo reconstruyó como fábrica de tabacos La Escepción, una soberbia construcción que que provocaba la admiración de cuanto viajero visitaba La Habana; al mismo tiempo que hacía ostentación del poder y la posición del empresario.

La Escepción Fábrica de tabacos
Fábrica de tabacos «La Escepción» de Francisco Gener y Batet, establecida en 1882 en Monte y Zulueta, La Habana (anuncio publicitario de 1886)

La Escepción un palacio del tabaco en La Habana

Tesifonte Gallego, periodista y abogado español plasmaría sus impresiones sobre «La Escepción» en su obra «Cuba por fuera», en la que destacaría las diferencias entre la fábrica de tabacos habanera y sus similares de España:

«En la Península, donde el tabaco está monopolizado, constituyendo una renta potente, están las fábricas oficiales albergadas en edificios viejos, sin condiciones higiénicas; aquí, donde los fabricantes tienen entre sí la competencia del trabajo y de la producción, las fábricas son palacios donde respira y vive el obrero.»

La fortaleza de La Escepción quedó patentizada cuando durante la última década del siglo XIX y la primera del XX fue de las pocas fábricas tabacaleras que no cedió ante la crisis de esa industria cubana que provocó el cierre de numerosas manufacturas y la apropiación de sus activos por los monopolios norteamericanos e ingleses que se apropiaron de la gran mayoría de los locales y las marcas establecidas.

Sin embargo, el estigma que pesaba sobre Gener por haber presidido el Consejo de Guerra que condenó a muerte a los ocho estudiantes de Medicina en 1871, obligó al catalán a abandonar Cuba una vez cesó la soberanía española sobre la isla de Cuba.

Tras la muerte del empresario la fábrica y las marcas pasaron a su esposa Francisca, quien falleció en 1910 y de ahí a sus hijos y sus descendientes hasta el año 1931 en que la familia liquidó todos sus intereses en la industria tabacalera para centrarse en el azúcar.

La fábrica de tabacos La Escepción, junto con la marca del mismo nombre y la Hoyo de Monterrey pasaron entonces a la propiedad de «Fernández, Palicio y Compañía», una sociedad compuesta por Ramón Fernández y Fernando Palicio Argüelles, quienes manufacturaban las marcas Punch y Belinda.

Al morir de Ramón Fernández en 1948, Palicio se convirtió en propietario único de «La Escepción» y así se mantuvo hasta 1960 hasta que el gobierno cubano le expropió la fábrica. En ese momento su compañía exportaba el 13 % de los habanos cubanos.

Palicio abandonó el país y el gobierno cubano transfirió la producción de las marcas de «La Escepción» hacia «La Corona», utilizando el viejo edificio de Monte y Zulueta primero como almacén y luego como imprenta.

En ese tiempo el inmueble fue acumulando un marcado deterioro que obligó a su cierre por muchos años, hasta que, cuidadosamente restaurado por la Oficina del Historiador de la Ciudad fue reformado y convertido en el Instituto Politécnico Carlos Rafael Rodríguez.