El edificio Romagosa parece el hermano menor entre los icónicos edificios de la Plaza Vieja habanera. Casonas coloniales, de vitrales coloridos cual abanicos del trópico cubano que aplatanaban los escudos sobre algunos de los portones señoriales, son el primer reclamo de la plaza. Mas, el edificio Romagosa, en la zona norte sobre la calle Teniente Rey, surge como testigo de una renovación arquitectónica que caló a medias en la zona.

Aquel empuje interrupto fue señalado como «rudamente moderno» y movió la conciencia de la sociedad sobre el patrimonio colonial que se escurría entre los tejemanejes inmobiliarios de una Habana en expansión.

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El edificio Romagosa en 1913, ésta imagen a página completa fue publicada en la revista El Fígaro.

Contemporáneo con el edificio Gómez Vila de la esquina de Mercaderes y Teniente Rey -que fue sede de Correos, Instrucción Pública y que hoy acoge en su última planta a la Cámara Oscura- y la antigua Casa del Conde Cañongo -San Ignacio 356- todos cumplieron con la seña de la Plaza Vieja, tener portales donde pudiese el habanero refugiarse del sol, pero rompieron con el rictus colonial que poseía la plaza.

Construidos cuando el antiguo mercado de Cristina había cedido a la pica, la prioridad de los nuevos propietarios de la zona tenían como premisa que las nuevas edificaciones debían verse y dominar el entonces imberbe panorama del parque de Juan Bruno Zayas -aquel que no pasó de ensayo de un gran proyecto y terminó con el apellido de «parque de provincia»-.

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El edificio Romagosa en 1982 con la Obrapía de Aramburu a la derecha. La imagen en amarillo muestra el otro perfil que no se veía desde el ángulo azul por existir una construcción del parque Habana que imposibilitaba la visión frontal desde el parque.

La fortuna de Eduardo Romagosa y Carbó le permitió adquirir el vetusto palacio colonial de la calle Mercaderes 54-56 y lo demolió para construir la sede de su compañía.

El edificio Romagosa

La más antigua de las postales que hemos podido observar de la Plaza Vieja se la debemos a Elías Dunford, aquel dibujante inglés que se encargó de plasmar para la historia una Habana «a la inglesa». Sin embargo es al francés Hippolite Garnerey (o Garneray), al que debemos una visión de la zona donde se levantará el ecléctico edificio Romagosa, datada alrededor de los años veinte del siglo XIX.

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Zona norte de la plaza donde se levantará el futuro edificio Romagosa.

El proyecto del edificio Romagosa es obra de José Planes y Rivas, con fiesta de inauguración realizada el 8 de octubre de 1913. La estructura contaba con un armazón de hierro revestido de hormigón mientras que el estilo ecléctico exterior contrasta con algunas de las obras de Art Noveau de moda en la época, y que el arquitecto realizó en otras construcciones en La Habana.

Dada la importancia del inmueble y de don Eudaldo Romagosa, el propietario, el estilo impuesto por el arquitecto es más mesurado que otras de sus propuestas marcadas por el «modernismo catalán», cuya polémica estaba de actualidad entonces.

La calidad del edificio se demuestra en la exuberancia con que ha llegado hasta nuestros días. A diferencia de su inmediato vecino, el antiguo Colegio Santo Ángel -esquina de San Ignacio y Teniente Rey- que colapsó en los años noventa y que ha sido nuevamente levantando, imitando su antiguo diseño, por la Oficina del Historiador de La Habana.

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Imagen de 1997 cuando se demolía el parque Habana y el parqueo sotorrado para ser rellenada la plaza Vieja. A la izquierda de la imagen se observa el antiguo Colegio Santo Ángel que se había derrumbado unos años antes.

El edificio Romagosa venía a cubrir las necesidades de la compañía de importación y víveres del catalán Romagosa, en plena expansión y crecimiento toda vez que el antiguo edificio de la calle Oficios 10 había quedado obsoleto como oficina y almacén de la compañía.

Eudaldo Romagosa, catalanes en La Habana

La firma de los empresarios catalanes está presente en muchas de las grandes empresas comerciales cubanas de comienzos del siglo XX. Más visibles por su sello arquitectónico que el de los naturales de otras regiones, los catalanes, sin ser mayoría, impusieron estilo y color en muchas festividades.

Con el flujo natural de entonces, Eudaldo Romagosa dejó su Arbos natal para asentarse en La Habana en 1872. Época de guerras de independencia, revoluciones políticas, además de crisis económica y social a ambos lados del Atlántico.

Inició como auxiliar de escritorio y en 1888 pudo lanzar su primera empresa de corto recorrido «Romagosa y Millás». Dos años después fundaría «Romagosa y Montejo» hasta que en 1895 llegaría la definitiva «Romagosa y Cía.» junto a sus hijos Antonio y Eudaldo.

Además de los éxitos empresariales, Eudaldo Romagosa fue un eficiente gestor social. Inscrito dentro del asociacionismo del momento fue presidente de la Lonja de Víveres, posterior Lonja del Comercio, de la cual fue presidente también durante diez años.

Presidió además la Empresa de Gas y Electricidad, fue activísimo miembro del Centro Catalán y presidente de la Sociedad Benéfica asociada al mismo. Fue miembro destacado de la Asociación de Dependientes del Comercio (presidente durante catorce años y posteriormente presidente Honorífico) y de la cual sería vicepresidente su hijo Eudaldo Romagosa.

Se involucró en la gestión en La Habana de la compañía «Camagüey Industrial S. A.» que tenía un amplio ramal de negocios en aquella ciudad y la capital.

Romagosa y Cía.

Los principales productos de importación de la compañía Romagosa eran el arroz de Hamburgo y Liverpool, el tasajo de Montevideo y Buenos Aires, vinos y aceites de España, bacalao noruego y diversas mercancías del norte de Europa. Por su parte exportaban mayoritariamente azúcar, tabaco y alcohol desde Cuba a estos destinos.

A mediados de la segunda década republicana las operaciones rondaban el millón trescientos mil pesos. Pero se presumía un crecimiento sostenido de ahí la adquisición del edificio Romagosa -antiguo Teniente Rey 14 y actual 54- que garantizaba cerca de mil metros cuadrados repartidos entre oficinas y almacén.

A comienzos de los años cuarenta seguía funcionando como empresa de importación y exportación pero a partir de este momento se pierde de la referencia de sus propietarios.

Llegó al presente convertido en escuela primarla, con un almacén en planta baja, función inapropiada para este espacio, por lo que se eliminó en la nueva intervención.

Edificio Romagosa. La Plaza Vieja de La Habana proceso de recuperación. Junta de Andalucía 2011

En la actualidad se encuentra allí la escuela primaria Ángela Landa.