Ferrocarriles Occidentales de Cuba SA era, en 1958, uno de los dos grandes consorcios ferroviarios que existían en Cuba. Operaba desde Pinar del Río hasta Las Villas y tenía sus oficinas centrales en Ejido y Arsenal, en La Habana.
De Caminos de Hierro de La Habana a Ferrocarriles Occidentales de Cuba
Los Ferrocarriles Occidentales de Cuba tuvieron su primer antecedente en el Ferrocarril Habana – Güines, inaugurado en 1838, construido por la Junta de Fomento a cuenta del Estado, financiado por una firma inglesa con dos millones de capital, y comprado en 1842 por 3.5 millones por Miguel Aldama y Juan Poey, quienes constituyeron «Caminos de Hierro de La Habana».
Esta empresa adquirió en 1886 el ferrocarril de Alfonso XII, inaugurado en 1883, y en 1889 se constituyó el «Banco de Comercio, Almacenes de Regla y Ferrocarril de la Bahía», como consecuencia de haber fusionado varias empresas de almacenes, navieras y ferroviarias que incluían la línea de Regla a Matanzas de 1862.
En 1852 se fusionó el «Banco del Comercio» y los «Almacenes de Regla«, propiedad ambos de Eduardo Fesser en sociedad con Jacinto González Larrinaga que organizaron el «Ferrocarril de la Bahía de La Habana y Almacenes de Regla de La Habana» que tenía como destino la Vuelta Arriba y estableció un ramal de Regla a Guanabacoa que enlazaba con los ferries en la bahía; y a partir de 1857 abrió otra línea de Regla a Matanzas.
Ambas firmas (excluyendo al Banco del Comercio) serían adquiridas por capital británico que, al cesar la soberanía española sobre Cuba en 1898 constituiría la «United Railways of the Havana and Regla Warehouse LTD» (los famosos Ferrocarriles Unidos) que gradualmente iría controlando las líneas existentes.
Así, en 1905, arrendarían el Ferrocarril de Marianao, inaugurado en 1863 y que desde 1876 controlaba el capital inglés; en 1906 compraron el Ferrocarril Cárdenas – Júcaro y el de Matanzas; en 1907 el Ferrocarril Central de La Habana, de capital estadounidense, que funcionaba con electricidad; en 1911 el Ferrocarril del Oeste; y, por último el Ferrocarril de Cárdenas que llevaba en funcionamiento desde 1840 y era no de los más antiguos del país.
Los ingresos brutos de la compañía crecieron de forma constante entre 1903 (dos millones de pesos) hasta 1924 en que alcanzaron su tope (24 millones). A partir de ese año comenzaron a descender como consecuencia de la fuerte competencia del transporte automotor que provocó la construcción de la Carretera Central; reduciéndose a unos seis millones en 1936.
La otrora todopoderosa empresa ferrocarrilera entró entonces en una gran crisis que llevaría al Estado cubano a intervenir la por el Decreto Presidencial No. 112 del 4 de abril de 1949.
Tras el golpe del 10 de marzo de 1952 el gobierno del general Fulgencio Batista mantendría la intervención y el 24 de julio de 1953 el Estado cubano adquirió la United Railways a los ingleses por 13 millones de pesos; y en una operación que provocó grandes protestas de las clases vivas que la consideraban abusiva y ruinosa (pero que había sido recomendada por la Misión Truslow), reconvirtió la empresa en Ferrocarriles Occidentales de Cuba SA.
Para ello obligó a los usuarios tradicionales del servicio de ferrocarril (colonos, hacendados, comerciantes, operadores de ferrys e industriales) a comprar 12.5 millones en acciones, mientras el Estado cubano conservaba 17.5 del total de 30 millones del paquete total.
Dr. Joaquín Martínez Sáenz (1900 – 1970) presidente del Banco Nacional de Cuba y de los Ferrocarriles Occidentales de Cuba SA
Como presidente de la empresa mixta estatal – privada Ferrocarriles Occidentales de Cuba SA fue nombrado el presidente del Banco Nacional de Cuba, Dr. Joaquín Martínez Sáenz, quien había sido el promotor principal de la operación.
En julio de 1955 el BANDES le prestó a los Ferrocarriles Occidentales de Cuba SA, 20 millones de pesos para la compra de raíles y locomotoras en Francia y Gran Bretaña, que permitieron a la empresa mantenerse a flote.
Aunque Ferrocarriles Occidentales de Cuba operó con serias dificultades en sus primeros años, ya en 1958 la empresa obtuvo utilidades por encima del medio millón de pesos (a pesar de haberse paralizado casi por completo el transporte de pasajeros por la situación de guerra que vivía el país).
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 estuvo entre las primeras grandes empresas en ser nacionalizadas por el Estado cubano.
Con el empréstito de los 20millones, se compraron locomotoras BRISSONNEAU ET LOTZ(diésel eléctrica)en Francia y locomotoras MaK (diésel hidráulica) en Alemania Federal, también se compraron 10 coches motores BUDD en los EEUU. Ningún equipo fue comprado en Gran Bretaña.