El ya demolido central Toledo, que después de la Revolución Cubana de 1959 fue renombrado como central Manuel Martínez Prieto, se encontraba en el municipio Marianao en La Habana y era el más antiguo en su emplazamiento entre todos los que existían en Cuba, pues fabricó azúcar de caña de forma ininterrumpida durante casi cuatro siglos.

Su origen se remonta a comienzos del siglo XVII, pues en fecha tan temprana como el año 1602, ya existía en el lugar un primitivo trapicheo llamado San Andrés que se dedicaba a la producción de raspadura.

Más de un siglo y medio después, el 2 de diciembre de 1762, Juana Sotolongo lo adquirió, junto con las tierras circundantes y fomentó un ingenio azucarero al que puso por nombre «Nuestra Señora del Carmen y San Esteban» que con el paso de los años pasó a ser conocido como «Nuestra Señora del Carmen», a secas.

Los Condes de Santovenia, que disfrutaron de su propiedad desde finales del siglo XVIII lo vendieron en 1850 al licenciado Marcelino del Allo, quien seis años después se lo traspasó al acaudalado español Francisco Durañona.

Del central Toledo al Martínez Prieto

Sería Francisco Durañona, dueño de la famosa casa quinta de igual nombre en la Calzada Real de Marianao, quien le otorgaría el nombre definitivo de ingenio Toledo.

En ese momento, los límites de sus tierras se fijaban al norte con la finca del Conde de Fernandina, al sur con la de Don Carlos Pedroso, al oeste con el potrero de Veitía y a este con el río Almendares, lo que permitía a Don Pancho Durañona contemplar sus vastos campos de caña desde la atalaya de su casa quinta.

Abolida la esclavitud en 1886, los negros esclavos que hasta entonces habían formado parte de su dotación comenzaron a trabajar como obreros en el central Toledo, asentándose en sus alrededores y condicionando cultural y religiosamente a parte de la población del municipio de Marianao.

Además de constituir por muchos años una de las principales fuentes de empleo del municipio (sobre todo para los más pobres) el central Toledo benefició a la comunidad circundante con algunas obras de carácter social y recreativo, como el excelente campo de béisbol cercano al batey.

a convertido en central Toledo, tras el proceso de modernización y concentración de la producción que ocurrió en la industria azucarera cubana en las tres últimas décadas del siglo XIX; los descendientes de Francisco Durañona vendieron el ingenio en 1909 al magnate Juan Aspuru.

Bajo el control de Aspuru y operando bajo la razón social de «Compañía Azucarera Central Toledo SA», el viejo ingenio de Marianao se convirtió en uno de los centrales más eficientes del país.

El pavoroso ciclón del 26 provocó tan graves daños sobre su estructura de acero, que los dueños se vieron obligado a reconstruirlo por completo para seguir haciendo zafra. De los destrozos del meteoro en el ingenio existen numerosas fotos que dan fe de la furia de lo vientos que azotaron al Toledo.

Central Toledo destruido por el ciclón del 26
El central Toledo completamente destruido tras el paso del ciclón del 26

Los Aspuru mantuvieron el Central Toledo bajo su control hasta el año 1960 en que fue nacionalizado por el Estado cubano que lo renombró como Central Manuel Martínez Prieto, en homenaje a un líder obrero del sector azucarero, asesinado durante el último gobierno del general Fulgencio Batista.

Precisamente, durante el gobierno de Batista había surgido la idea de que la Universidad de La Habana cambiará el central Limones de su propiedad por el central Toledo de los Aspuru, con el objetivo de convertir el viejo ingenio habanero en el centro de la Facultad de Agronomía, construir una ciudad universitaria en su cercanía y poder urbanizar las tierras sobrantes, las cuales habían alcanzado un considerable valor debido a la expansión de La Habana.

Si bien la idea no cristalizó en ese momento, al no poder conciliarse todos los intereses que chocaban en un proyecto de semejante envergadura, fue retomada después de 1959 con la construcción de la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría (CUJAE) y el Instituto Superior homónimo adyacente a la misma, el cual trabajó en contacto permanente con el vecino central Manuel Martínez Prieto.

El antiguo central Toledo se mantuvo activo hasta el año 2002 en que se implementó la llamada Tarea Álvaro Reynoso y se decidió su paralización por considerársele irrentable. Su refinería se trasladó, entonces para las cercanías del central Mario Muñoz (antiguo Zorrilla) y la maquinaria y la obra muerta fueron desapareciendo rápidamente, vendidas o canibaleadas.

Hoy del antiguo central Toledo sólo se conserva la chimenea, testigo mudo de un pasado de gloria que nunca regresará.