El malecón y castillo del Morro son el andamiaje, Ricardo de la Torriente así lo desea. El barco con la bandera estadounidense se aleja cauteloso mientras Liborio sonríe y cruza los dedos, y el alma. Cuba es una República, finalmente, ¿o no?

El 20 de mayo de 1902 fue el comienzo y no el fin martiano. La meta de Liborio, «representante del pueblo«, no estaba en ese día porque Liborio, como Ricardo de la Torriente, vivía en el futuro. Ese porvenir martiano de «con todos y para el bien de todos» que ni Liborio, ni Torriente, ni los cubanos contemporáneos hemos divisado aún.

El padre de Liborio

El castillo del Morro es nuevamente andamiaje. El barco vuelve mientras Liborio, niño malcriado, espera la reprimenda de los mayores. Pasivo, moldeable, sumiso y a veces ingenuo. Así dibujó Ricardo de la Torriente al «pueblo cubano» antes y después de darle el nombre de Liborio.

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El Liborio de Ricardo de la Torriente también aparecía en el periódico La Lucha, como en esta viñeta de 1911.

Si su personaje no era más que un eco, a veces de la calle, a veces de los políticos de turno o de algún elemento de influencia y otras un recurso del Torriente político, la realidad es que su autor fue uno de los pocos caricaturistas y dibujantes -sólo Massaguer le superó en talento e influencia- en ganarse holgadamente la vida con su arte.

Al fallecer en el Cotorro, el 28 de septiembre del año 1934, legó al Bando de la Piedad su finca. Otras de sus posesiones fueron también a organizaciones benéficas, en cambio el legado de pluma apenas tuvo herederos. El propio Ricardo de la Torriente se había encargado de «atar en corto» a su creación.

¿Político o dibujante?

Aunque Ricardo de la Torriente (Matanzas, 8 de enero de 1869*) inició su carrera como dibujante en la notable revista matancera El Álbum, su evolución como caricaturista y espejo del acontecer político nacional lo llevaría finalmente a ocupar posiciones activas dentro de la esfera política republicana. Llegó a postularse como representante por su ciudad natal con el Partido Demócrata, llegando a sufrir un atentado donde recibió heridas en las manos y que provocó un paulatino retiro de la exposición pública del político y artista.

Liborio y PIC
Las caricaturas y dibujos de sátira política de Ricardo de la Torriente fueron también acusados de racismo (incluso llamando a Juan Gualberto Gómez «el ñeque nacional») y de hacer propaganda contra el Partido de Independientes de Color.

La notoria popularidad de su personaje Liborio y la repercusión de La Política Cómica (1905-1931), revista que dirigió y de la cual fue dueño absoluto desde mayo de 1906, le hicieron una pieza fundamental para entrelazar diversos mundos, hasta entonces lejanos, en que política, periodismo y humor iban de la mano, sin mucha sutileza ni sentido artístico -según críticas de algunos contemporáneos como Bernardo Barros o Massaguer– pero con un éxito innegable, que le convierte en referencia absoluta con su personaje de Liborio dentro de la caricatura política cubana.

A los albores de su andar profesional por la Matanzas de 1887 le siguieron colaboraciones con algunos de los más conocidos medios de la época como Gil Blas, La Caricatura, o El Fígaro donde ocupan las portadas algunos de sus dibujos a los poetas Julián del Casal y Bonifacio Byrne. En 1890 también se produce su primer intento de colaborar con un medio que le dé mayor libertad creativa, sin embargo La Filosofía Cómica, de la cual funge como Director Artístico, apenas palpita meses entre los años 1890 y 1891.

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El Liborio de Ricardo de la Torriente bebe directamente de los guajiros dibujados anteriormente por Landaluce.

Durante estos lustros finales del siglo XIX los dibujos de Ricardo de la Torriente carecen de un estilo definido, copiando rasgos del estilo de otros dibujantes consolidados como Juan Peoli (ver El Moro Muza de Villergas) o Landaluce, de este último tomará inspiración para dibujar a su Liborio en las páginas de La Discusión en el año 1900. Estos «inspiradores» de carácter integrista y su bamboleo político durante las primeras décadas republicanas serán diana de las críticas de sus enemigos políticos y humorísticos.

No sabemos si a Ricardo de la Torriente aquellas críticas, por uno u otro motivo -e incluso otras que hablaban de su presunta homosexualidad-, le afectaron de algún modo pues no dejó constancia de ello. Tampoco pareció importarle no formar parte del Primer Salón de Humoristas de Cuba organizado por la Sociedad de Pintores y Escultores de La Habana en Prado 44. Allí expusieron ilustres del arte humorístico como Massaguer, los tres Rafaeles -Blanco, Surís y Lillo-, José Hurtado de Mendoza, Enrique García Cabrera, Armando Maribona o Heriberto Portell Vilá, entre otros.

Liborio Personificacion del pueblo cubano

Lo único cierto es que aquella tercera década del siglo XX (1921-1930) le tomó a Torriente en sus años finales y con poco interés por el dibujo, quizás desencantando del ambiente cultural y político que le observaban con suspicacias. Sumado a los serios problemas para su seguridad personal, provocados por la (o)posición oscilante que tuvo frente al gobierno de Mario García Menocal. Parafraseando a su amigo Raimundo Cabrera -en cuya revista Cuba y América colaboró durante el exilio de 1898-, estos fueron «los malos tiempos» para el artista político.

Técnica e influencia

Si su técnica fue criticada, al igual que las coplas y cuartetas que introducía en sus tiras satíricas y que hacían las delicias de las masas populares, aún más lo fue el hecho de que en aquellos años Liborio siguiese apareciendo en La Política Cómica sin firma. Evidenciando el desgaste que había provocado el personaje y la exposición política del autor en el artista.

liborio Mario García-Menocal y el cincinmati

Si Liborio fue a veces el Pueblo que miraba al progreso entrando por el Morro, también llegó a ser el grillete de su creador. De pronto, en los años finales, todo el dibujo se convirtió en tramoya al servicio del interés político de Ricardo de la Torriente, que no por ello debe ser minimizado como el primer gran referente cubano dentro del kamikaze ambiente de la sátira política de ayer y hoy.


*-Algunas fuentes señalan el mismo día pero de 1867