La serie de entregas sobre las prostitutas en La Habana de los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, está tomada textualmente del libro «La prostitución en Cuba y especialmente en La Habana», publicado en 1902.
Por esa razón puede encontrarse el lector con prejuicios, juicios de valor, términos y opiniones peyorativas que no se corresponden con el criterio de los editores de Fotos de La Habana.
Consideramos, sin embargo, muy interesantes e ilustrativas estas apreciaciones que sobre la zona de tolerancia de San Isidro, núcleo del negocio de la prostitución en la capital hicieran sus contemporáneos; más cuando estos, como es el caso, estuvieron estrechamente vinculados a esta zona de tolerancia a través de su pertenencia a los mecanismos del Gobierno encargados de controlar y regular el fenómeno.
Prostitución en La Habana: Los motes de San Isidro
Casi todas las prostitutas en La Habana no usan su nombre propio. Toman uno al azar y hasta lo cambian varias veces en corto espacio de tiempo, al mudar de espacio o de cartilla (1). Es así como se ven en los registros de la Sección, una mujer teniendo varios distintos en un año.
A veces usan nombres caprichosos de continentes, de flores, algunas hemos visto usando el de ciertas personas honorables que figuran en nuestra sociedad. Cuando se insiste en preguntarles sobre la legitimidad del nombre que dan, casi todas afirman que es el propio.
Hay algo de discreción en ellas al asumir esta actitud por no descubrir la familia de que proceden y que no quieren que sean conocidas.
Los apodos no son muy frecuentes. Por lo regular se los ponen las demás compañeras, y la mayoría son regionales, teniendo en cuenta el nacimiento.
En un tiempo se veían muchas que usaban el mote de «La Curra», «La Catalana», «La Madrileña», etc. Hoy, gran parte de ellas se nombran «La Criolla» , «La Guajira», «La Matancera», usando apodos típicos del país, pero más por moda que por natural procedencia.
Hemos conocido «matanceras» oriunda del solar galaico; y «criollas» y «guajiras», cuya vocalización ruda recordaba el acento provincial de los industriosos hijos de Cataluña. En cuanto a las extranjeras, las que siguen manteniendo sus apodos regionales son las «mexicanas», que están en muy regular número.
Los tatuajes
Entre las prostitutas en La Habana, son las extranjeras o las meretrices de color las que usan el tatuaje. En estas últimas se ve todavía la influencia del ñañiguismo en los signos que usan.
Gran parte de las mestizas se hacen lunares en la cara dorsal del primer espacio interdigital de la mano derecha. Algunas, no pocas, en el rostro. La cara externa de los brazos, la anterior del antebrazo, la interna de los muslos, los pechos, preferentemente el izquierdo, son las regiones escogidas para hacerse estos dibujos. Las extranjeras, sobre todo las americanas, los suelen usar. Iniciales, nombres, ramos de flores, pájaros, corazones sangrando, figuras indecorosas a veces, son los tatuajes más frecuentes.
El «Safismo»
En cuanto a los vicios que crecen a la sombra de las prostitutas en La Habana, el más importante es, sin dudas, el que inmortaliza a la poetisa de Lesbos. Entréganse con tal frenesí las devotas de Lesbos a su execrable culto que no respetan ni aún el encontrarse enfermas.
En la Quinta de Higiene, y a pesar de la severa disciplina interior que en la misma se procura mantener, ha habido algún que otro caso de reinfección en aisladas, que una rigurosa vigilancia ha puesto en claro que se trata de contactos sáficos.
Las más furiosas pasiones, los celos más ridículos se despiertan entre estas mujeres (…) La mayor parte de los escándalos que se originan en la Quinta de Higiene, provienen del malestar y descontento de las tribaditas asiladas allí.
Válense de toda clase de ardides para burlar la vigilancia de las enfermeras y del personal, procurando pasar la noche en la sala que están a otra que ocupa su amante. Simulan con almohadas hábilmente situadas los contornos del cuerpo humano, dormido, en la cama que le pertenece; se ocultan en los jardines, debajo de las camas, etc; pretendiendo pasar desapercibidas, hasta que se cierra cada sala; mas, como esto no se realiza hasta pasar lista a cada Departamento y convencerse de que todas están allí, al ser descubiertas se entregan a toda clase de violencias, dando lugar a escenas y conflictos tales que, a veces, ha sido necesaria la intervención de la policía.
Muchas han cruzado el rostro de una rival y han cometido hasta crímenes por haberles arrebatado, no un hombre, sino el amor de una compañera.
Esta aberración del sentimiento erótico se encuentra más extendido entre las mexicanas que entre las demás extranjeras, pero en estas, como en las nacionales, es muy difícil conocer, siquiera sea aproximadamente, la extensión que tiene el tribadismo pero puede decirse que es considerable.
Criados y recaderos de las prostitutas en La Habana
Las relaciones ab ore en las felatrices cubanas apenas se cultivan. Alguna que otra francesa o americana rinde parias a esa variedad del vicio de la vieja Sodoma. Algo más extendida está la pederastia entre las prostitutas en La Habana, pero nunca en las proporciones del Safismo.
En nuestra estadística de 1899 a 1902, entre los diagnósticos de ingreso de las prostitutas en La Habana a la Quinta de Higiene, sólo hemos podido encontrar 14 cuyas enfermedades asociadas puedan atribuirse a estas relaciones contra natura.
Más que entre las prostitutas en La Habana, este vicio está considerablemente extendido entre los criados de sus burdeles, casi todos mulatos y negros de la más baja estrofa, que se ven por las calles de la zona recorriéndilas con su greñuda melena encerada por el cosmético y rasurado el rostro (…) hablando con voz platinada de cretinos y teniendo por indumentaria la camiseta corta llena de rizos y botones, el pantalón estrecho ciñendo las posaderas, las medias de subido color, cuando las usan, arrastrando la chancletas sin talón y contoneando grotesca ente los hombros y las caderas.
Notas
- Las prostitutas que ejercían legalmente estaban reguladas por Salud y Gobernación a través de una cartilla.
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