El mapa pictórico de La Habana de Don Bloodgood probablemente sea el más extravagante y divertido de los intentos realizados en la historia de la ciudad por atraer al turismo y redirigirlo a las zonas de su potencial interés. Sin embargo, pocos intentos son tan prácticos, directos y explícitos como este mapa que representaba, con el particular estilo del autor, a una ciudad que de por sí resultaba exótica y atractiva.
Debo reconocer que fue el moderador del grupo Fotos de La Habana, Ángel Gutiérrez, quien me puso en la pista de esta peculiar guía. Quizás a algunos lectores actuales les parezca demasiado infantil o ligera, sin embargo el mapa pictórico de La Habana de Don Bloodgood lejos de ser una excentricidad era una norma de la época en que los cómics y dibujos animados estaban a la orden del día.
El artista -o mejor digamos- los artistas porque en casi todos colaboró con Ray Willihan, estaban en boga en ese momento y durante los años cincuenta y sesenta realizaron mapas pictóricos con fines turísticos para diversas ciudades y estados de Estados Unidos, incluidos Hawaii y Alaska.
El mapa pictórico de La Habana de Don Bloodgood
En un estilo desenfadado y con colores llamativos, en este mapa se hace fácil ubicar los lugares de la ciudad y las zonas de ocio, culturales y deportivas junto con las principales vías de acceso a ellas.
Esta edición fue impresa en San Francisco en colaboración con el publicista H.S. Crocker Co., Inc. y financiada por la Roberts Tobacco Company, que tenía su sede en la calle Neptuno 167 y se dedicaba a la importación de cigarros americanos, la exportación de habanos y cigarros nacionales y vendía artículos para fumadores.
No debe extrañar que la edición, completamente en inglés y dirigida claramente al mercado estadounidense, fuese financiada por una compañía privada puesto que estas ediciones no estatales eran usuales en esa época.
Esto no significa que no existiesen intentos de guías de turismo y mapas turísticos estatales, pero estos mapas panorámicos del Instituto Cubano del Turismo solían ser más comedidos en su estética y más rigurosos con los detalles.
Otras guías conocidas fueron editadas por la tienda El Encanto, el Diario de la Marina e incluso, la más antigua que he podido revisar, es una mapa de 1855 patrocinado por el Hotel Telégrafo que curiosamente también está impreso en inglés.
Una figura conocida
Para esta edición la Roberts Tobacco Company contó con un artista experto en este tipo de mapas pictóricos, el dibujante Don Bloodgood, del cual apenas hay información online y que según el sitio MutalArt nació en 1897 y falleció en 1989.
Al parecer se hicieron impresiones bastante numerosas de sus mapas turísticos y estos apenas tiene valor material en la actualidad. La más cara de sus obras subastadas alcanzó los 325 dólares.
Sin embargo en aquellos años su estilo desenfadado llamaba la atención y en ese mismo año de 1952 salieron al mercado mapas suyos de Minnesota, Washington DC., Texas, San Francisco y el que analizamos de La Habana. Todos ellos por intermedio del mismo publicista, la misma técnica (A Mirro-Krome Production. Color.) pero con distintas medidas.
El primero de los mapas de este cartógrafo y dibujante fue financiado por la Shell Oil en 1935, lo realizó para la Exposición Internacional California-Pacífico. Junto a Shell comenzó una serie llamados «Ask Shell» y se consolidó en el ambiente cartográfico americano con el mapa de América del Norte de 1947-48.
En los cincuenta se asoció a la Pic-Tour Guide Maps, compañía asentada en Washington y con subsede en San Francisco que le encargaría la serie de la cual forma parte el mapa pictórico de La Habana de Don Bloodgod.
En el año 1960 el Navajo Tribal Council (Consejo Tribal Navajo) le encargó un mapa que mostrase su forma de vida, costumbres y tradiciones mientras mostraba el interés del pueblo navajo por insertarse en la cultura moderna y en recibir turismo.
Tras este encargo se asentó en Sedona hasta finales de los años ochenta y se volcó en hacer mapas pictóricos del estado de Arizona para cuya cámara de comercio trabajo por décadas.
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