El 1830 es uno de los restaurantes más populares de La Habana. Está ubicado frente al mar, en la intersección de las calles Malecón y 22, en el extremo oeste de la primera y casi a la entrada de uno de los túneles que cruzan el río Almendares y llevan al elegante reparto de Miramar.
¿Por qué restaurante 1830?
En el mismo lugar donde hoy se levanta el restaurante 1830 existió en el siglo XIX otro establecimiento gastronómico que fue también muy famoso: el restaurante Arana.
Íntimamente relacionado con el surgimiento del Vedado, el restaurante Arana se encontraba en la ruta de las peregrinaciones que salían de la eternamente inconclusa Iglesia del Carmelo, por lo que se fue haciendo parada obligada de los fieles para disfrutar de las dos especialidades de la casa: el bacalao a la vizcaína y, sobre todo, el pollo a la Chorrera, que terminaría ganando fama nacional y se convertiría en uno de los platos más representativos de La Habana.
La llegada del siglo XX y el afán de las clases cubanas adineradas de mudarse al Vedado trajeron una mayor prosperidad al hasta entonces periférico y bucólico rincón de la Chorrera. Fue entonces que el restaurante Arana se convirtió en el Hotel La Mar, lo que le permitió a sus dueños lucrar con el negocio del hospedaje sin renunciar al servicio gastronómico que brindaba con éxito desde hacía muchos años.
Sin embargo, en la década de 1920, el Dinámico secretario de Obras Públicas, de Gerardo Machado, el licenciado Carlos Miguel de Céspedes, adquiriría la propiedad, la redimensionaría y reformaría por completo para convertirla en Villa Miramar, su residencia particular; e interrumpiendo, de paso, la larga tradición gastronómica del lugar.
Tras la caída de Gerardo Machado, una turba asaltó Villa Miramar provocando daños considerables en la vivienda, que luego fue confiscada por el Estado cubano, siguiendo la política que se aplicó para con los bienes de los colaboradores cercanos del derrocado presidente cubano.
Años después Carlos Miguel de Céspedes recuperó la propiedad, que se encontraba en un lamentable estado de abandono y, en 1958, sus descendientes se la vendieron a la familia Currais, quienes desde 1830 gestionaban La Zaragozana, uno de los restaurantes más populares de La Habana.
Los nuevos dueños acometieron la reparación y reforma de Villa Miramar para adaptarla a restaurante, y en poco tiempo estuvieron listos para inaugurar el nuevo local, que llamaron 1830 en honor del año en que se había fundado La Zaragozana.
El nuevo y flamante restaurante 1830, se convirtió de inmediato en uno de los lugares de moda de la capital cubana; distinción que ha mantenido hasta el día de hoy.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959, los restaurantes de la familia Currais fueron nacionalizados por el Estado.
Bajo la administración estatal el 1830 ha recibido varias reformas, que han afectado poco, su aspecto exterior, y se ha mantenido siempre como uno de los más exclusivos de la ciudad.
Un restaurante «temático»
Una de las claves del éxito inmediato del nuevo 1830 de la familia Currais, además, por supuesto, de la calidad del servicio, fue la ambientación del establecimiento, un punto que, con sus altas y sus bajas continúa siendo su principal atractivo.
Carlos Miguel de Céspedes que era un hombre de gustos refinados, exclusivos y caros, se había mandado a construir en los límites de su Villa Miramar, una isleta exclusiva con un jardín japonés, que hoy pertenece al restaurante 1830 y que, aún con la decadencia de los años, es uno de los lugares más espectaculares y dignos de ser visitados entre los muchos que existen en La Habana.
El 1830 es un gran restaurante que puede brindar un servicio exclusivo a 200 comensales simultáneamente, para lo que dispone de varios salones en sus dos niveles:
En la planta alta posee tres salones: Azul, Verde y el reservado Imperial. Este último tiene capacidad para sólo ocho clientes y es el más exclusivo de la casa, normalmente destinado para cenas de negocios o actividades de protocolo.
Por su parte, en el primer nivel, que es donde se concentra la mayoría del servicio, el restaurante 1830 cuenta con otros cuatro salones: Rojo, Tropical, Oro y Violeta; además del Bar Colonial en la antigua biblioteca personal de Carlos Miguel de Céspedes.
Jardines del 1830
En el Jardín Japonés funciona actualmente el cabaret Jardines del 1830, que brinda opciones de almuerzo al aire libre en un entorno insuperables, espectáculos musicales y la posibilidad de recorrer la Koisima, que para su disfrute individual mandara a construir Carlos Miguel de Céspedes y que hoy está al alcance de todos los que se quieran obsequiar con un momento bucólico en el mágico 1830.
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