Eleodoro Manuel Porto Sánchez (para todos, sencillamente Manuel Porto, está considerado como uno de los grandes actores cubanos de todos los tiempos. Su huella ha sido profunda y ancha, en el cine, la televisión y, en especial, el teatro, en el que constituye casi una leyenda.

Nació el 28 de septiembre de 1945, y como el mismo confesara en una entrevista concedida al portal Cubadebate en marzo de 2021, de muchacho jamás le pasó por la cabeza convertirse en actor.

Su padre, el «Gallego Porto» era uno de los tantos miles de inmigrantes españoles que había cruzado el Atlántico buscando un futuro mejor en Cuba. Con mucho esfuerzo había construido una casita con retazo de ladrillos en las inmediaciones del antiguo central Toledo de Marianao, donde tenía su finquita.

En esa humilde casa creció el niño Manuel Porto, con su universo centrado en ayudar a su padre en los duros quehaceres de la sitiería. Años después, cuando ya había triunfado como actor, solía llevar a sus hijos a ver la pobre casa familiar para que supieran de dónde venían y hacia donde regresaría si no llevaban una vida de consagración y esfuerzo.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 se incorporó al Ejército Rebelde y comenzó a estudiar Agronomía en Holguín hasta que enfermó y se vio obligado a regresar a La Habana.

De regreso en la capital, el adolescente Manuel Porto, que entonces tenía 17 años, realizó los más variados oficios: fue electricista, tornero y vendedor ambulante en una carretilla. Este último trabajo le reportaba mucho dinero, pero también muchos problemas, porque la actividad era ilegal y la policía se lo llevaba preso un día sí y otro también.


Manuel Porto en 2021
Manuel Porto en marzo de 2021 durante una de las últimas entrevistas que concediera

Manuel Porto trabajó como carretillero hasta el mismo día de octubre de 1965 en que Daysi, su esposa de entonces, decidió abandonar el país por el puerto de Camarioca. Fue el momento más duro de su corta vida, pero decidió quedarse junto a su padre.

«Yo tenía un proceso dentro de mí tan extraño que no te puedo explicar. Era un sufrimiento, una ansiedad y desesperación tremendas, pero yo no iba a dejar a mi papá (…) eran muchos sentimientos agolpa dos, pero me quedé. «

Manuel Porto y el camino del actor

Necesitaba un cambio en su vida y se presentó como voluntario para el servicio militar.

Su reingreso al ejército coincidió con la organización dentro de las fuerza armada del movimiento de aficionados, proceso en el que conoció a otro de los grandes de Cuba, el también habanero, Rogelio Blaín que andaba en las mismas.

Le propusieron formar parte de un grupo de teatro, pero el Manuel Porto, criado en la guapería del barrio de Pogolotti, se negó en redondo. Ser artista no era (según los prejuicios de la época «cosa de hombres»). Sólo aceptó formar parte cuando se enteró que los integrantes recibían pases los fines de semana.

Pronto descolló entre sus compañeros por sus dotes histriónicas y su capacidad de organización y, en 1967, lo llamaron, junto a otros artistas aficionados de las FAR, del Instituto Cubano de Radiodifusión, para realizar pruebas de actuación… No regresaría más a la unidad militar.

Allí compartiría con actores de la talla de Verónica Lynn, Raquel Revuelta o Reinaldo Mira valles, quienes fueron sus colegas y, al mismo tiempo, sus maestros en el difícil arte de actuar.

Resulta muy difícil, cuando se trata de un actor como Manuel Porto, definir cuáles, entre los múltiples personajes que interpretó calaron más en el gran público; pero, sin dudas, dentro de la lista estarían, aquellos a los que dio vida para dramatizados como «La frontera del deber», «Algo más que soñar», «Sol de Batey» y «Cuando el agua regresa a la tierra».

A lo largo de su exitosa carrera como actor intervino en una veintena de largometrajes, entre los que se cuentan filmes antológicos como «Se permuta», «Caravana» o «Barrio Cuba»; y tuvo la suerte de compartir con directores de la talla de Rogelio París y Juan Carlos Tabío, Humberto Solás, entre otros.

No se puede hablar de la carrera artística de Manuel Porto sin mencionar al Proyecto Korimakao que llevó adelante junto al Comandante Faustino Pérez en la Ciénaga de Zapata, con el objetivo de llevar la luz de la cultura hasta el borde mismo de los hornos de carbón.

«Cuando terminé la novela «Cuando el agua regresa a la tierra» me quedé ahí (…) mi primera idea era quedarme seis o siete meses, pero se convirtieron en más de 20 años… «

Sólo la presión de los médicos, que llegaron a «prohibirle» permanecer en la Ciénaga por cuestiones de salud, consiguió sacar al actor de aquellos apartados parajes de los que se había enamorado.

Manuel Porto falleció el mismo día en que cumplía 76 años, el 28 de septiembre de 2021, después de batallar duramente contra la Covid 19.

A poco menos de un mes de su muerte le fue entregado de manera póstuma el Premio Nacional de Radio y Televisión por la obra de toda la vida [1]. En su voto el jurado argumentó que:

(…) su trabajo como actor, fundamentalmente en la televisión, le permitió conquistar no solo numerosos lauros, sino también la admiración y respeto del público y la crítica.