Ricardo Enrique Almirante Segredo, para todos, simplemente, Enrique Almirante es, sin dudas, una de las más grandes leyendas del cine y la televisión en Cuba.

Nacido en La Habana el 7 de febrero de 1930 estudió comercio, a la vez que practicaba boxeo, lucha y otros deportes con los jóvenes del barrio. Eran los años de adolescencia y por su cabeza ni pasaba la idea de convertirse en actor.

Muy cerca de su casa, en la calle San Lázaro entre Águila y Crespo se encontraba entonces la emisora RHC – Cadena Azul, por lo que algunos de los más populares actores y locutores eran vecinos suyos.

Fueron ellos quienes le «embullaron», particularmente Ricardo Romay, quien le llevó los primeros guiones para que se presentara a realizar algunas pruebas, hasta que el joven consiguió un empleo en la Cadena Oriental de Radio. Curiosamente, el habanero Enrique Almirante comenzaba su larga y exitosa carrera en Santiago de Cuba; y gracias a su voz y no a su físico, por el que luego destacaría como galán en el cine y la televisión muchísimos años.

Rápidamente -de nuevo por insistencia de su socio Ricardo-, dio el salto a la naciente televisión y en 1954 debutó en el Canal 4, en seriales policíacos y de aventuras que lo dieron a conocer a nivel nacional y en 1957 pasa a la CMQ. En esos primeros años todos los programas eran en vivo, por lo que Enrique Almirante, además de voz y planta, tuvo que demostrar histrionismo, memoria y, sobre todo, capacidad de improvisación.

De su primera salida en la televisión, a traves de CMQ, el actor ha contado;

Avisamos a todos en el barrio para que nos vieran en el primer programa en el que participé, La taberna de Pedro, pero luego me tildaron de mentiroso cuando salió solo mi silueta.

Entrevista publicada en el periódico Juventud Rebelde

Esa lucha por demostrar cualidades no le valió, sin embargo, para obtener rápidos papeles protagónicos -como ahora en que parecería que solo lucir bien te granjea papeles importantes-, Enrique Almirante tenía que competir con otros experimentados actores, que al igual que él tenían todas las condiciones físicas y profesionales necesarias. No obstante su oportunidad le llegó en Canal 4, donde los jueves comenzó a tener actuaciones importantes en el espacio «Un Romance«.

Este programa le valió como ticket de entrada a «Fiesta con los galanes«, un espacio radial de CMQ que se volvió un verdaderro fenómeno en el país. Gracias a ello Enrique Almirante se convirtió un solicitado actor para espacios de todo tipo: comerciales, novelas, teatros etc. La fama había tocado a su puerta.

Enrique Almirante

En esa misma época, alrededor de 1954, se inagura en Cuba la primera Sala Teatro, llamada La Thalia, y Enrique es uno de los fundadores, con la obra «Té y simpatía«, mientras simultanea con varias presentaciones con el Patronato del Teatro, con cuyos miembros tenía cercanas relaciones de amistad y vecindad.

Enrique Almirante las Aventuras y los policíacos

Veinte mil leguas de viaje submarino marca el comienzo de uno de los espacios más gustados de la televisión cubana, fue un verdadero suceso entre los muchachos, quienes a la hora de su inicio dejaban desiertas las calles y se agrupaban frente al televisor que pudieran encontrar en el barrio. Enrique Almirante dijo varias veces que esa televisión que se hacia en vivo era una escuela inagotable de creatividad y maestría, en la cual no podías fallar, pues no exisatían las segundas oportunidades y que además te obligaba a buscar soluciones ingeniosas:

Recuerdo que un día había una escena en que el submarino salía a flote y el capitán Nemo lo electrificaba, para evitar el ataque de los indios. Te puedes imaginar que era un artefacto que se había construido en un estudio no muy grande. ¿Sabes cómo se logró el efecto? Pues utilizando palitos chinos, de esos que cuando se prendían soltaban chispitas. Y se movía la cámara y los actores saltaban como si los estuviera cogiendo la corriente, se tiraban para el agua —unos colchones colocados en el piso—. Sin embargo, los televidentes quedaban con la boca abierta. Como ves eran soluciones sencillas pero ingeniosas.

Luego vino Robin Hood y ya su fama fue apoteósica.

Enrique Almirante
Enrique Almirante en Robin Hood

Cuando se comenzaron a realizar los primeros policíacos Enrique Almirante fue parte importante de ellos, aún se le recuerda por espacios como: «En silencio ha tenido que ser«, «El regreso de David«, «Julito el pescador«, «La frontera del deber» -junto a Manuel Porto– etc.

La lista de sus apariciones en el cine abarca cincuenta años, desde aquel filme inicial llamado «Cerebro del mal«, rodado en 1958, hasta la coproducción cubano-española del 2005 «Una rosa de Francia«, pasando por algunos memorables como «Nuestro hombre en la Habana» o «Tiempo de morir» que contó con guión de Gabriel García Márquez.

Al igual que otras leyendas de la televisión cubana, Enrique Almirante trabajó hasta su muerte, ocurrida un 30 de septiembre de 2007, mientras se transmitía su último trabajo, el entrenador de boxeo «Sabicú» de la novela «Oh La Habana».

Luego de su muerte se instauró el premio que lleva su nombre y que entrega la agencia CARICATOS, de la cual fue su primer director, el cual tiene carácter bianual, y se propone estimular y promover la maestría, el talento y la obra de los miembros del catálogo artístico de esa institución, que sean merecedores del mismo. Además se canceló un sello en su honor.