Esther Borja Lima nació en La Habana, Cuba, el 5 de diciembre de 1913. Seguro que a la hora del alumbramiento cantaba un ruiseñor que decidió darle como regalo esa voz inconfundible. Se caracterizó por su rica textura vocal y una amplia tesitura, se hallaba en el registro medio, entre mezzo y contralto.
Desde la adolescencia sabía que su vida estaría dedicada al canto, a los 19 años se graduó en estudios de música y piano en el Centro Gallego de La Habana.
Esther Borja, los Lecuona y la fama
Tres años después, en 1935, ocurre el suceso que marcaría su carrera: conoce a la compositora y pianista Ernestina Lecuona. La artista quedó encantada por la voz de Esther y le presenta a su hermano, el maestro Ernesto Lecuona.
Respecto a este momento Ernestina cuenta una anécdota:
Ella lleva a Esther a la casa de los Lecuona, en Guanabacoa, y se sienta al piano para acompañar la interpretación de la joven. La abuela de Ernestina sale de su habitación y tanteando, pues era ciega, llega a la sala y pregunta quién canta. Su nieta le presenta a Esther y la anciana exclama emocionada:¡Cuando la oiga tu hermano Ernesto!
Y así fue, Ernesto Lecuona quedó prendado de esa bella voz, de la delicadeza de la cantante.
Para ella escribe el vals-canción “Damisela encantadora”, que pertenece a la opereta «Lola Cruz«. Con esta debuta profesionalmente el 13 de septiembre de 1935 y por sus méritos obtuvo un rotundo éxito y uno de los sobrenombres que siempre la acompañaron: damisela encantadora.
Emprende en 1936 una gira artística por varios países de Latinoamérica junto a los hermanos Lecuona e Ignacio Villa, conocido en el arte como Bola de Nieve. Allí se presentó como solista y compartió escenario con intérpretes argentinos como Tita Merello, Libertad Lamarque, Rosita Moreno, y Alfredo Le Pera.
La visita por esta región se repitió en los siguientes cuatro años. En 1938 participó junto a Ernesto Lecuona y Bola de Nieve en el filme argentino Adiós, Buenos Aires.
Al regresar a Cuba Esther Borja encuentra que los teatros la reclaman, trabaja en el Principal de la Comedia y el Martí. Retorna a Buenos Aires para interpretar roles principales en operetas y zarzuelas cubanas.
En 1943 es contratada por Sigmund Romberg, prestigioso compositor de operetas, para varias giras por los Estados Unidos, donde actúa en cuarenta y ocho estados y en el Carnegie Hall de Nueva York.
Es a partir de 1948 que comienzan sus actuaciones radiales en La Habana; la emisora CMQ la acoge y comparte espacio con intérpretes de renombre como la soprano América Crespo, los tenores Panchito Maya e Hipólito Lázaro y el recitador Luis Carbonell.
Es fundadora de la televisión cubana y en la memoria de los más ancianos queda su programa más destacado, Álbum de Cuba, iniciado en 1961 fue emitido de manera continuada hasta mediado de los ochenta. El objetivo del mismo era difundir lo mejor del mosaico musical de la Isla con intérpretes consagrados y noveles.
Esther Borja, La Dama de la Tarde, como la llamó Fina García- Marruz, se despidió de los escenarios de manera oficial en 1984; tal vez consideró que su voz ya no era la misma. Pero esto no la apartó de la música, continuó impartiendo conferencias en academias de arte de Cuba y de otros países. Fue asesora y jurado de importantes festivales. Como reconocimiento a su carrera, el Instituto Cubano de la Música le otorgó en el año 2001 el Premio Nacional de la Música.
Se la estima como una de las principales intérpretes de la música de Gonzalo Roig, Rodrigo Prats, Jorge Ankerman, Eduardo Sánchez de Fuentes, Manuel Corona, Sindo Garay y Alberto Villalón. Se unieron a su repertorio otros como Ela O’Farrill, Ñico Rojas, César Portillo de la Luz, Orlando de la Rosa, Adolfo Guzmán y Eliseo Grenet. Pero esta damisela encantadora fue siempre la más fiel e inigualable intérprete de Ernesto Lecuona. Eduardo Saborit le dio a estrenar «Cuba que linda es Cuba«, otra de las canciones cubanas más conocida en el mundo.
Tanto talento y dulzura siempre fueron premiados, es por ello una de las cantantes cubanas con mayor número de obras grabadas. De su extensa labor discográfica destaca la placa titulada «Esther Borja canta a dos, tres y cuatro voces«, grabada en 1955 en Radio Progreso, con producción y dirección artística de Luis Carbonell y grabación de Medardo Montero. Esto significó un reto tecnológico para la época, Esther hizo todas las voces: contralto, mezzo y soprano.
Como homenaje a su centenario de vida, el 5 de diciembre de 2013, se le dedicó una función del Ballet Nacional de Cuba y otros agasajos.
Días después, el 28 de diciembre, falleció en la capital cubana. Sus restos fueron incinerados y velados en una ceremonia íntima.
Cada vez que escuchemos su voz de sirena caeremos en una ensoñación, trasladados tal vez al teatro o a los salones donde se abanican las damiselas encantadoras.
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