Fernando Alonso Rayneri, descendiente de austro-italianos, es un nombre imprescindible dentro de la rica historia del ballet en Cuba.
Nació en La Habana, hijo de una concertista de piano devenida profesora – fundadora del Conservatorio Laura Rayneri- y un cubano.
La inclinación por el ballet le llegó al descubrir que esta disciplina reunía en sí sus dos pasiones: la música – en la cual ya se había iniciado en el estudio del violín- y el deporte. Por lo que en lo adelante, él y su hermano Alberto abandonaron todo plan familiar y decidieron perseguir un sueño. De esa obsesión por bailar nacería la futura Escuela Cubana de Ballet.
Fernando Alonso y la búsqueda de un sueño
No lo tuvo fácil, no era Cuba una tierra de ballet, salvo la excepción de la Escuela de Baile de la Sociedad Pro Arte Musical, donde el adolescente de diecisiete años Fernando Alonso presenció -en diciembre de 1931- su primera función, no podía decirse que existiera una compañía profesional dedicada al bello arte de la puntas.
Pasamos muchos momentos desagradables y tuvimos que mantenernos firmes en nuestra idea de bailar porque íbamos en contra de la opinión de casi toda la sociedad de la época en el país. Había que ser médico o doctor en leyes, arquitecto, ingeniero, cualquier cosa, menos bailarín. Eso era una locura, no era una carrera.
El Camagüey
En los planes de Fernando, fue una suerte que sus padres le enviaran a estudiar la enseñanza secundaria en los Estados Unidos. Gracias a eso pudo, además de jugar Rugby, recibir clases de ballet.
En 1935 está de regreso en La Habana, y decide tomar clases en la Escuela de la Sociedad Pro Arte Musical, que en esos momentos preside su madre Laura Rayneri. Presuntamente es en estos salones donde Fernando Alonso se enamoraría de una joven bailarina llamada Alicia, quien poco después, en 1937, sería su esposa. De esa unión nació todo.
Regresa a los Estados Unidos, a profundizar sus estudios, en lo adelante recibirá clases de los más prestigiosos profesores como: Mijail Mordkin, George Balanchine, Alexandra Fedorova y Anatole Oboukoff.
Con la compañía del ruso Mordkin Fernando Alonso recorrería el país norteño, presentándose en prestigiosos giros artísticos como Broadway.
Su entrada a la escuela del América Ballet le permitió elevar su nivel técnico, e integrar luego una prestigiosa agrupación como el American Ballet Caravan y pasar al año siguiente al Ballet Theater of New York. Esta importante agrupación sería clave en la carrera de Fernando Alonso y en el futuro surgimiento del Ballet Alicia Alonso.
El surgimiento del Ballet Alicia Alonso, un golpe de estado y Cantiflas
Fernando Alonso y su esposa Alicia mantuvieron, durante el desarrollo de su carrera en Estados Unidos un interés constante por promover el desarrollo del ballet en Cuba. Por tal motivo regresaban cada año a montar y bailar con la Sociedad Pro Arte Musical, gracias a ellos vio la luz en Cuba, en 1945, Giselle, una de las joyas del repertorio de la Escuela Cubana de Ballet.
El interés por desarrollar el ballet en Cuba tomó matices importantes cuando, el 28 de octubre de 1948, Fernando, Alicia y Alberto Alonso crean el Ballet Alicia Alonso, la primera compañía profesional cubana del arte de las puntas.
En los inicios de la creación la compañía recibió un impulso importante, pues grandes directores y bailarines del Ballet Theater of New York se trasladaron a La Habana para formar parte del elenco. Tal hecho respondió a una invitación cursada por Fernando, al enterarse de que la agrupación norteamericana estaba temporalmente suspendida por falta de fondos.
Nos pusimos en contacto con la gente del Ballet Theatre que estaban suspendidos por seis meses porque se había acabado el dinero de Lucía Chase (la patrocinadora), y como no tenían nada que hacer y estaban buscando trabajo, nosotros le propusimos crear una compañía aquí en Cuba. Lo logramos, ellos aceptaron. El ochenta por ciento del Ballet Theatre accedió a venir: los dos directores de orquesta, el director de escena y casi todos los bailarines.
Fernando Alonso fue el Director General de la compañía desde su fundación hasta la salida de la misma en 1975, pero en esos meses iniciales tiene historias muy interesantes que nos cuenta:
Yo era el responsable máximo de la Compañía, el director, y tenía que buscar dinero para pagarle la comida, el alojamiento y necesidades por el estilo. En una oportunidad fuimos a Venezuela y dimos una función con un éxito enorme, hasta el presidente, Rómulo Gallegos asistió. Por cierto, cuando terminamos de bailar y él salió le habían dado un golpe de Estado y nosotros nos quedamos varados en Caracas, no pudimos movernos de allí hasta que arreglamos un traslado a Puerto Rico. Finalmente, la gira terminó en México. Allá tuvimos problemas con nuestro empresario y nos salvó el apoyo de la Asociación de Actores de México, en especial de Cantinflas, el famoso actor Mario Moreno, que me dio cinco mil pesos para que la Compañía pudiera pagar muchos de sus gastos.
La Academia y la metodología
El altísimo nivel técnico del Ballet Nacional de Cuba está dado, en gran medida, por la fuerza de su escuela, donde se forman la generaciones futuras, en una forma de enseñanza que se diferencia de otras academias del mundo por su metodología propia y sui generis.
Tal método fue creado -teniendo en cuenta su experiencia y lo mejor de las cinco principales escuelas del mundo: francesa, rusa, italiana, danesa e inglesa- desde inicios de los años 40 por Fernando Alonso, quien prestó siempre mucha atención a la metodología para lograr un buen desarrollo del bailarín.
Yo veía a Alicia y me daba cuenta de que ella bailaba diferente. Había algo muy cubano en su forma de bailar y pensaba: eso es lo que debe ser la bailarina cubana. Entonces, basándome en esa idea, empecé a crear una metodología: este paso va primero, este otro después porque permite el progreso del anterior. Igual que los teoremas en geometría, el primero da lugar al segundo y ambos se complementan. La metodología debe desarrollarse paulatinamente. Y ese trabajo me tocó a mí.
En 1950 crean la Academia, y con ella la verdadera fábrica de hacer estrellas, hasta el día de hoy. Este articulista cree, que un estudio que trate de determinar cuántos primeros bailarines cubanos han brillado en compañías mundiales arrojará resultados asombrosos.
En entrevistas ofrecidas, Fernando Alonso ha dicho que en el camino de la enseñanza ha encontrado la mayores satisfacciones. Cuentan que solía entrar a los salones de operaciones para observar en directo los músculos del cuerpo, o que pasaba largas jornadas con psiquiatras y fisioterapeutas, buscando entender, desde todos los ángulos posibles, la complejidad del ser humano. Todo en aras de formar buenos bailarines.
Fernando Alonso bailó por última vez en la obra cinematográfica Giselle, de Enrique Pineda Barnet, interpretando a Hilarión. Luego se concentró en la enseñanza y la dirección del Ballet Nacional de Cuba, hasta su salida del mismo en 1975, producto de su divorcio con Alicia.
Pero la obra de una vida trasciende, y los fundadores son siempre gente inquieta, Fernando Alonso se fue a Camagüey a fundar el ballet del mismo nombre, compañía que en poco tiempo logró colocar en el circuito mundial.
Estuvo vinculado a la Escuela Cubana de Ballet hasta su fallecimiento, ocurrido en La Habana, el 27 de julio de 2013, a los 98 años.
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