La Quinta Almendares fue un regio palacete de verano que se encontraba situado en la calle Terán (que luego se llamó Almendares) y que hoy correspondería a la calle 126 entre 67 y 69, en el barrio de Los Pocitos en Marianao.

Construida en 1862 por Ignacio Herrera y O’Farrill, II Marqués de Almendares, la Quinta Almendares fue una entre otras muchas quintas estivales que los más encopetados aristócratas habaneros construyeron en los alrededores de El Pocito de Marianao que era, por ese entonces el sitio de moda entre los temporadistas.

Ignacio Herrera era uno de los hombres más ricos de la colonia, amante del lujo y derrochador, razón por la cual la Quinta Almendares fue testigo de las más espléndidas fiestas; y en sus amplios y ventilados salones se dieron cita los más poderosos personajes del país, incluidos los capitanes generales.

Como la inmensa mayoría de las mansiones cubanas construidas a mediados del siglo XIX, la Quinta Almendares era de estilo neoclásico, con un largo portal corrido soportado por una columnada igual de extensa, que sobre la que descansaba un techo plano adornado con barandillas.

Quinta Almendares
La Quinta Almendares cuando ya pertenecía al Ayuntamiento de Marianao

De la Quinta Almendares al Círculo Infantil Hugo Camejo

Botarate como pocos, Ignacio Herrera murió en 1884 completamente arruinado y la Quinta Almendares fue rematada junto con el resto de sus propiedades para pagar a sus numerosos e iracundos acreedores.

Los Marqueses de Almendares, que habían sido dueños de ingenios y miles de esclavos tuvieron que vivir la vergüenza de ver su vajilla y cristalería dispersa entre las familias burguesas de la ciudad a las que, hasta ese momento, habían mirado desdeñosamente por encima del hombro.

En 1897, durante la alcaldía de Carlos Zugasti, el municipio de Marianao adquirió la Quinta Almendares, la cual se le arrendó a partir de 1902 a la fábrica de tabacos La Reserva de Domingo Villamil.

Este arriendo, decidido por el alcalde Leyte Vidal, con el objetivo de crear puestos de trabajo en el término municipal fue muy criticado por la aristocracia cubana, que se tomó casi como un insulto que la distinguida Quinta Almendares, por cuyos salones se había paseado lo más exclusivo de la nobleza Indiana, se convirtiera en una vulgar tabaquería.

Igual pasó… Como sucedió con casi todos los magníficos palacios de verano de Marianao durante las primeras décadas del XX, cuando las clases más adineradas del país comenzaron, cada vez más, a desplazarse hacia la Playa.

De La Reserva, la Quinta Almendares pasó ser la fábrica de tabaco Punch y, partir de 1933 funcionó en ella la casa de socorros municipal; a la que se unió, a partir de 1937 una creche para niños pobres gestionada por la Cruz Roja de Marianao.

El bello palacio de verano de los Marqueses de Almendares se mantuvo en pie hasta los años 60, en los que al parecer hubo cierto gobierno municipal amante de la piqueta que mandó a demoler varias quintas históricas y espléndidas como la San José y la Almendares.

Tras la demolición del histórico edificio se construyeron en el terreno que hasta entonces ocupara el Círculo Infantil Hugo Camejo y el Policlínico 27 de Noviembre.