A finales del siglo XVIII como parte de las Reformas de Ricla se comienza a erigir el Castillo de Atarés, que cerraba la parte más interior de la bahía de La Habana, para una hipotética defensa ante un ataque que nunca ocurrió.
Alrededor de la misma iniciaría la erección del barrio de igual nombre -puedes encontrar más información sobre los barrios de La Habana en este link-, popular desde sus inicios -en este término subyacen siglos de abandono y pobreza- habitado por las clases más humildes; era un lunar en una zona de ricos.
Como otros de su tipo en él florecieron los bailes populares: la rumba, la conga, el guaguancó. Con el tiempo debido a esto surgirían «Los Marqueses de Atarés», comparsa de estilo, creada en 1935, por iniciativa de Víctor Herrera Rodríguez.
Ignora quien esto escribe si son la agrupación más antigua de su tipo aún en funcionamiento, tienen hasta el momento 85 años de creada. Los recuerdo de niño, recorriendo el barrio los fines de semana con sus tambores y trajes, arrastrando tras si una multitud multicolor, arrollando al mejor estilo carnavalero, para terminar rumbeando en el parquecito de la esquina de las calles Castillo y Vigía.
El barrio aparece en muchos sitios unido al del Pilar, aunque son distintos y los habitantes de Atarés lo saben. El mismo se extiende desde la intersección de la calzada de Monte con Cristina hasta la calzada de 10 de Octubre; pertenece a dos municipios, Habana Vieja, que a penas toca el barrio, pues solo la calzada de Cristina le pertenece y todo lo demás es del Cerro.
Como construcciones interesantes en la zona de la calzada destaca el Mercado de Cuatro Caminos, centro comercial desde sus inicios allá por la década de 1920. El Museo del Ferrocarril, donde pueden verse aún locomotoras del siglo XIX. Aunque en los últimos años se encuentra en una reparación constante e interminable. La empresa petroquímica de Sagua, almacenes de comida, y la antigua Lechera son otros puntos productivos importantes. Si el caminante dobla izquierda en el nacimiento de la calle Concha puede apreciar aún los restos de la antigua fábrica de helados Guarina, deleite de los habaneros hasta mediados de la década de los noventa del siglo XX.
Hacia el interior del barrio un transeúnte atento puede detectar aún las huellas, ya casi imperceptibles, de antiguos negocios como en la calle Pila la fábrica de tabacos Aroma Tropical, de Hinojosa y hermanos , y El Tejar, fábrica de tejas.
Antiguamente varias tiendas se encontraban ubicadas en la calzada de Monte, de las cuales solo queda en activo La Alborada. Siguiendo por los portales hasta la Esquina de Tejas, se hayan ahora algunas relativamente nuevas que no le consta a este articulista su antiguo objeto.
Atarés es además un centro importante de la religión yoruba en La Habana, caminando por sus calles usted verá Iyawo, babalawos, toques de santo, negocios de botánica, ofrendas en la orilla de los árboles… el sincretismo cubano es particularmente apreciable en sus calles, mirando hacia el interior de las casas verá altares donde conviven en sincrética sintonía Santa Bárbara, Changó, Eleggua, Babalú…
Tal vez por ese sentido de lo popular es tierra temida por algunos, sin embargo el barrio es para mí el lugar más seguro de Cuba, donde no conozco a muchos, -pues como Martí con Cuba yo también he vivido, al final, muy poco ahí- pero siempre encuentras ayuda, y respaldo.
A fin de cuentas Atarés es vecindad de marqueses.
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