Cuando en 1928 se colocó el árbol de la Fraternidad Americana la prensa afín al entonces presidente de la nación, General Gerardo Machado y Morales, celebró la rapidez y originalidad de la solución dada por su Secretario de Obras Públicas, Carlos Miguel de Céspedes, quien en conmemoración de la VI Conferencia Internacional Americana se sacó de la manga el acto como colofón al magno evento.

Hasta entonces la zona que comprende al actual Parque de la Fraternidad había tenido varios nombres y funciones con el tiempo pero tras el paso del Ciclón del 26, había quedado reducida a poco más que un lodazal, con las zonas verdes «quemadas» por los vientos y pidiendo a gritos una renovación.

Esta imagen de la Secretaría de Obras Públicas (marzo de 1928) muestra el estado del futuro Parque de la Fraternidad. Aún se observan elementos del antiguo diseño del Campo de Marte y las calles interiores permanecen cerradas al tránsito.

A la izquierda la antigua Estación y Depósito de Villanueva, aún sin derribar y al fondo la Fuente de la India mirando todavía hacia el Parque, en vez de la posición actual que mira al el mar.

La posición estratégica de dicho espacio reclamaba un rescate y «el Dinámico» Céspedes procedió a ejecutar otro de sus proyectos, en este caso con una solución integradora de varios conceptos urbanos, con vegetación abundante, bancos y farolas que acompañaban al Capitolio, aún en ejecución.

La ceiba del Parque de la Fraternidad

Se pidió a las naciones panamericanas independientes, que asistieron al Congreso de La Habana, un poco de tierra de sus países con el fin de abonar el árbol (aún no se había decidido si ceiba o no) que se colocaría en el futuro parque aledaño al Capitolio de la nación.

La ceiba fue colocada siguiendo la alineación determinada por el eje mayor del Capitolio, dando armonía y unidad al parque con su majestuoso vecino

El día 24 de febrero de 1928 se terminaba de colocar la verja que «guardaba» a la ceiba del Parque de la Fraternidad Americana -elemento que estaba enraizado en la leyenda habanera-. que servía de recuerdo de la Conferencia y que estaba franqueada por palmas reales dispuestas simétricamente para dar una visual escenográfica al conjunto.

“Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadrado apretado, como la plata en las raíces de los Andes,”

Frase de José Martí que corona la verja del árbol de la Fraternidad Americana

El acto revistió gran interés para la sociedad cubana por la presencia de los representantes internacionales presentes para la Conferencia Panamericana que fueron realizando su ofrenda, y que quedaron enmarcados en los distintos escudos representados en la verja que guarda a la ceiba desde entonces.

El gobierno de Machado perseguía con este acto demostrar que Cuba (en forma de ceiba) podía florecer y permanecer independiente con la colaboración de las naciones americanas.

En el plano original quedaban alineadas la fuente de la India, el árbol de la Fraternidad Americana y la fuente de los Leones, situada a la dereche de la imagen.

Se pretendía remarcar con este gesto el carácter nacionalista del gobierno de Machado, un veterano de la guerra de independencia de 1895, sirviendo además para mostrar a Cuba como una nación plena, independiente de la política oficial norteamericana.

Como sabemos apenas cinco años después, convertido ya en un dictador de infausto recuerdo para los cubanos, Machado huía del país. La mayoría de los monumentos que el pueblo asociaba al antiguo general fueron vandalizados con el fin de borrarle de la memoria histórica de la nación.

El texto «borrado» a golpe de cincel continuaba: «…siendo presidente de la República el Gral Gerardo Machado y Morales. Secretario de Obras Públicas Dr. Carlos Miguel de Céspedes».

Entre ellos estuvo la tarja reivindicativa situada en el interior de la ceiba del Parque de la Fraternidad (ver foto anterior).

El acto del 24 de febrero

Un minuto antes de las cuatro de la tarde comenzaba el acto de finalizar el trasplante de la ceiba (símbolo cubano) que había sido sembrada un 20 de mayo de 1902, en conmemoración a la fecha oficial de inicio de la República de Cuba.

El acto contó con varios discursos, entre ellos un memorándum del Secretario de Obras Públicas en el cual explicaba el simbolismo detrás del árbol, la reja y la tierra traída desde todas las regiones de América.

Imagen del acto de colocación del árbol de la Fraternidad Americana
Imagen del acto de colocación del árbol de la Fraternidad Americana

Aunque el Parque de la Fraternidad no fue inaugurado como tal hasta el 20 de mayo de aquel 1928, una presencia no despreciable de curiosos se acercó a ver cómo se terminaba de colocar la verja y se cerraba la puerta que conducía al interior de dicha instalación, centro de lo que sería el Parque en el futuro.

Llave que se entregó a los invitados internacionales al acto de inauguración del árbol de la Fraternidad Americana, algunas fuentes señalan que eran de oro y otras fuentes que de bronce.

Al terminar el acto protocolario se entregó una llave de oro a cada una de las naciones presentes que habían colaborado con el simbólico hecho y comenzaron a desfilar escuadrones militares en representación del Ejército cubano.

Sobre la ceiba en sí existen varias leyendas que confluyen en un mismo dato, fue sembrada el 20 de mayo de 1902, y si algunos historiadores cuentan que fue un anónimo padre patriótico, para celebrar además el nacimiento de su hijo, quien en su hacienda de San José de las Lajas, San Miguel del Padrón o El Tulipán (Cerro) realizó aquel gesto, otros como el boletín de Obras Públicas directamente nombra a Máximo Gómez como esa persona.

«…la ceremonia que fue el broche de oro con que se cerró esa magnífica propaganda Pro Cuba que ha venido a grabar en bronce la indiscutibilidad de nuestra soberanía y de nuestro derecho a dar nuestro voto y hacer oír nuestra voz en el concierto no siempre armónico, pero indiscutiblemente siempre majestuoso, de los pueblos libres».

Tomado de una crónica publicada al día siguiente en el Diario de la Marina

Sin mayor interés que enumerar estas elucubraciones, que no revisten mayor trascendencia, podemos señalar que fue un acierto total de «el Dinámico» la remodelación de esta plaza, otrora símbolo colonial que llegó a nombrarse Parque de Colón, en sitio de concordia y reivindicación de cubanía.