Celina González no necesita presentación, si usted no conoce el nombre es muy probable que si conozca su imagen, o como mínimo, el tono de su voz. Ella es la indiscutible Reina de las cañas y los ríos, si Celia Cruz tiene su altar indisputable en el universo salsero asegurado, a Celina el suyo, trabajado con el espíritu de las palmas y la precisión de las décimas, en la música tradicional campesina tampoco podemos negárselo.

Es lo menos que se puede hacer con la fenomenal cantante nacida en Matanzas un 16 de marzo de 1929. Esas vueltas que da la vida hasta colocar a cada ser en el lugar oportuno la llevó desde muy pequeña a Santiago de Cuba, donde se radicó su familia. Con apenas 16 años sonó su voz a través de las ondas radiofónicas de la Atalaya Campesina de la Cadena Oriental de Radio.

El arte de Celina González estuvo vinculado a sus raíces campesinas que remarcaba ella con su orgullo guajiro intacto. Su indisoluble talento vocal encontró perfecto acople en Reutilio Domínguez su pareja en la música y en la vida hasta 1964. Esa conjunción entre el excelso guitarrista y la cantante, y compositora, fue fundamental para que ambos alcanzarán su máxima capacidad creativa, pero pese al talento de ambos fue necesaria la colaboración de un otro genio de la época, el legendario Ñico Saquito, quien les acercó a los principales espacios de la radio en La Habana.

Celina González, la reina del punto cubano

Antes de ese empujón definitivo del rey de la guaracha el dúo Celina y Reutilio había encontrado cobijo en los principales espacios radiofónicos del Oriente del país. Su originalidad había llegado para acercar los límites de la música tradicional guajira, con raíces canarias y andaluzas, con el canto afro-yoruba y su sincretismo destinado en su mayoría a la música negra.

Celina González
Celina González y Reutilio

El miedo a que ese peculiar estilo de composición del dúo no funcionara en la cosmopolita e hiper moderna Habana se disipó rápidamente. La propia Celina reconocía años después en el libro de Mireya Fanjul Celina González, una historia de amor que fue fundamental la apuesta de Obdulio Morales y el apoyo que recibió el dúo desde la Radio Cadena Suaritos, primero, y desde Radio Habana Cuba, Cadena Azul, después.

«El rayo que canta»

Celina y Reutilio después de recorrer las principales emisoras de la época seguían en La Habana y sin contrato. Gustaba lo suyo pero faltaba algo para romper la reticencia de un contrato disquero. Celina, que era un rayo que canta como la apodaron en Colombia, le pidió a su madre espiritual Santa Bárbara, pero no como súplica, aquello fue un choque entre dos mujeres de carácter. La virgen le recordó que le debía una canción, todos los creyentes saben lo que significan las promesas y los riesgos que se corren si no se cumplen.

Aún sin salir de ese letargo que precede al trance meditabundo, o quizás aún con la gracia de la aparición milagrosa, Celina despertó a Reutilio y se pusieron a componer durante toda la noche el mítico «Santa Bárbara (o Que viva Changó)».

Celina González

Si ella era el rayo, el trueno, la centella incesante la canción fue una tormenta perfecta, aceptada por estilistas musicales y alegres bailadores, se coló entre lo culto y lo popular con la gracia de la voz de Celina y los arreglos fluidos de Reutilio.

Nada más sonar en las radios se apoderó de los corazones de cientos de miles de cubanos y latinoamericanos, en aquella época las radios habaneras tenían bastante seguimiento y repercusión entre sus homólogas hispanohablantes, y entonces sí, la reina del punto cubano, tenía el reconocimiento acorde a su trono.

Celina González: un poder soberano

Su arte estaba ligado a su fe. Las religiones afrocubanas, presentes en el campo, encontraron voz en sus melodías y canciones. El triunfo revolucionario de enero, y los posteriores procesos de control religioso, junto a cierta falta de empatía no ayudó a la carrera de Celina y Reutilio. El dúo se separó en 1964, desde entonces Celina emprendió un proceso musical como solista que tuvo menor repercusión en los medios, no así entre sus seguidores.

En 1972 fallecía Reutilio Domínguez, padre de los cinco hijos de Celina, el repertorio de ambos sería recuperado por el dúo de Celina y su hijo Lázaro Reutilio, incorporando más elementos para elaborar un son montuno enriquecido y moderno. En el año 2001 fueron nominados a los Grammy Latinos por un disco que recogía lo mejor del repertorio del dúo original.

Entre los múltiples premios recibidos por Celina González a lo largo de su vida podemos destacar el Premio Nacional de Música (2002) y el Premio Internacional Fernando Ortiz (2001). También nos legó con actuaciones en dos películas «Rincón Criollo» y «Bella la salvaje». Compartió escenario con los grandes cantantes Olga Guillot, Benny Moré y Nat King Cole, en una de las veladas de este en el cabaret Tropicana.

La reina indiscutible de los campos de Cuba recibió, como Polo Montañez y otros soneros cubanos, gran acogida en Colombia donde fue vitoreada desde que en 1984 volviera al circuito del país dentro de los eventos de la Feria de Cali.

El 4 de febrero del 2015, con 86 años, el punto cubano dejó de contar con la presencia física de su reina. Sin embargo desde esa fecha su figura no ha dejado de engrandecer la campiña y los escenarios cubanos pues a su memoria se han dedicado los festivales de música campesina. No en balde la de voz de Celina González se mece entre el aletargado baile de las pencas de nuestra campiña, en ese susurro que nos recuerdan sus versos:

Soy la linda melodía
Que en el campestre retiro
Siempre le llevo al guajiro
La esperanza y la alegría