Muchos han olvidado que, al igual que un barrio chino, o un barrio judío, también existió en La Habana un “barrio árabe”, que se ubicaba en una amplia zona que compartían Los Sitios y Jesús María.
Estos inmigrantes árabes llegaron a la mayor de Las Antillas en un número cercano a las 40 000 almas durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, y se asentaron, fundamentalmente, en la ciudad capital.
Un Barrio Árabe en La Habana
Los cubanos enseguida los denominaron a todos como “árabes”, pero en realidad se trataba de una comunidad bastante diversa desde el punto de vista cultural. Si bien su tronco étnico era común, en el Barrio Árabe de La Habana se asentaron musulmanes chiítas y sunitas, cristianos ortodoxos, católicos y maronitas; todos excelentes profesionales y comerciantes.
En fecha tan temprana como 1883, ya las Actas del Ayuntamiento de La Habana hacían referencia a los inmigrantes árabes que se dedicaban a la venta ambulante de mercancías por toda la ciudad; y, los libros bautismales de la Parroquia de San Judas Tadeo y San Nicolás (entonces sólo de San Nicolás), en el corazón de la zona donde se asentaron y que luego se conocería como Barrio Árabe, prueban que allí residían familias de ese origen: los Pichara, Selemón, Gabriel, Jaula, Botev y Yaponch.
Estos inmigrantes, en su mayoría, provenían del Líbano y de Palestina, aunque también hubo sirios, egipcios y de otras zonas del Oriente Medio. Todos se mezclaron profusamente con la población del país. No se puede estimar en su totalidad la cantidad de descendientes de árabes originarios que existen en Cuba y, sobre todo en La Habana. Sin embargo, algunos estudios hablan de al menos 600 apellidos existentes producto de la herencia árabe.
Con el advenimiento de la República, la comunidad árabe se sumó a todas las actividades de la vida nacional y, como todas, aportó al intenso proceso de transculturación.
Los inmigrantes árabes se agruparon en varias asociaciones benéficas y recreativas. La más importante de estas y también la más antigua fue la Sociedad Palestina, la cual se fundó en 1919 y agrupó a los originarios de esa región.
En homenaje a esta olvidada inmigración se levantó un monumento a la entrada de lo que fue el Barrio Árabe de La Habana, en la intersección de las calles Águila y Monte.
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