Acaso como una imposibilidad visualizó Osvaldo Farrés su carrera como compositor musical, sin embargo, por esas cosas del destino una casualidad lo llevó a componer su primer bolero y de ahí en adelante las solicitudes de algunos cantantes de moda le llevaron a volcar su carrera en esa dirección.
Suyo era el don de la palabra y el ingenio. Así había llegado a La Habana en 1927 para continuar su formación intelectual. La Habana era entonces una ciudad en expansión. La radio comenzaba a llenar las casas con su novedad sonora y en esa nuevo campo la publicidad pasó a una nueva dimensión.
En esa Habana infinita todo era posible, así fue como Osvaldo Farrés (en realidad Farré pues el apellido es catalán, nacido en Quemado de Güines, antigua provincia de Las Villas, el 13 de enero de 1902) llegó a crear canciones que han trascendido las fronteras geográficas y han quedado en la atemporal nube de lo legendario.
El inigualable Nat King Cole hizo suya la composición probablemente más famosa de Osvaldo Farrés, la mítica «Quizás, quizás, quizás«. No sería «el rey de la canción» -que hizo del cabaret Tropicana su hogar durante varias temporadas- el único atrapado por Farrés. El fenomenal Cantinflas usó «En el mar» para su película «Sube y Baja» de 1959 en la cual se destacan las cubanas Hermanas Benítez que interpretan varias canciones.
Entre los artistas internacionales que interpretaron sus canciones están los mexicanos Pedro Vargas (al que llevó el propio Farrés al Palacio Presidencial a conocer al presidente Carlos Prío), Chavela Vargas y Toña la Negra, los franceses Edith Piaf y Charles Aznavour, el tenor José Mojica y por supuesto Sarita Montiel.
Casi todos los grandes intérpretes cubanos tenían en su repertorio alguna composición de Farrés. Desde Antonio Machín, Miguelito Valdés, la grandísima Celia Cruz, hasta las grandes agrupaciones se sirvieron de las más de trescientas canciones compuestas por este incansable compositor.
Aunque es recordado esencialmente por sus boleros incursionó en otros géneros musicales y esto debe mencionarse puesto que como buen autodidacta, Farrés no dominaba el pentagrama y debía servirse de amigos que pasaban a lenguaje musical las ideas y composiciones que improvisaba al piano.
Osvaldo Farrés, un artista total
Su genialidad estaba fuera de toda duda. Si en la radio comenzó su camino en la publicidad y la música (La Hora Polar), supo traspasar las fronteras de la imagen. En la pequeña pantalla se exhibió con un programa que hizo las delicias de las audiencias. Los miércoles en horario estelar (posteriormente tuvo varios días como los jueves y domingo en el Canal 2) abría sus puertas el Bar Melódico, programa donde se dio cita lo más selecto que visitaba la isla.
Osvaldo Farrés además citaba a los televidentes en los especiales de Noche Buena o el homenaje nacional televisado a Rita Montaner -y replicado por más de quince radioemisoras- que duró varias horas. Con su ingenio y buen gusto se hizo uno de los anfitriones favoritos de los televidentes, junto a Germán Pinelli o José Antonio Alonso.
Pero la fama bien ganada de Osvaldo Farrés se remonta a finales de los años treinta cuando se comenzaron a hacer famosas sus composiciones musicales. Entonces era el jefe de publicidad de la Cervecería Polar y estuvo vinculado a esta empresa durante años. En los años cuarenta se unió a otros compositores como René Touzet y Obdulio Morales para reivindicar mejor retribución por los derechos de autor.
Sin embargo, de todas las facetas de este gran artista la más desconocida es la de dibujante, que curiosamente le hizo ganar cierta relevancia dentro del sector publicitario de La Habana de los años treinta. En resumen Farrés fue un genio multifacético que destacó en casi todo aquello en lo que se envolvió.
El compositor «que nunca pasa de moda»
Pero lo suyo era componer canciones y en eso es sin dudas el compositor cubano -con el permiso de Ernesto Lecuona- que mayor popularidad tuvo fuera de Cuba en los años cuarenta y cincuenta, gracias sobre todo a las canciones usadas por el cine.
Porque, quién no ha cantado aquello de «Toda una vida, estaría contigo» o «Con tres palabras te diré todas mis cosas», o aquella de » En el mar la vida es más sabrosa». Cantó a otros amores como su Madrecita que se hizo el himno cubano para el Día de las Madres, o su composición en apoyo del candidato presidencial -y posterior presidente- Carlos Prío «ahí viene la planadora con Prío Adelante y el pueblo atrás«.
Por su calidad compositiva y popularidad fue galardonado con la orden nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes, la mayor distinción que otorgaba la República de Cuba. Además fue galardonado como Hijo predilecto de Quemado de Güines (1942) y distintas condecoraciones dentro y fuera de Cuba. En la actualidad su perfil de Spotify recibe cerca de quince mil visitas mensuales.
En 1962 se radicó en España como hiciera Ernesto Lecuona y desde entonces su música y su figura sufrieron el silencio absoluto por parte de las instituciones culturales cubanas, incluido el Diccionario de la Música Cubana (1981) de Helio Orovio. Osvaldo Farrés se radicaría finalmente en Estados Unidos donde fallecería el 22 de diciembre de 1985 después de cosechar no pocos éxitos en la Gran Manzana.
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