El Jíbaro, el Rascacielos o, simplemente Pedro Luis Lazo, es, que nadie lo dude, uno de los más grandes pitchers cubanos de todos los tiempos, sin distinción de ligas y, la bestia más negra que desde la lomita han sufrido los Industriales en su largo andar por Series Nacionales.

Pedro Luis Lazo Iglesias nació en Río Feo, un pueblecito perdido en las cercanías de San Luis, Pinar del Río el 15 de abril de 1973.

De familia muy humilde, desde niño se vio precisado a ayudar a su padre en las labores agrícolas, hasta que, gracias a sus aptitudes, consiguió entrar en la EIDE para formarse como pelotero.

Sin embargo, poco después todo se torcía al ser expulsado de la beca (junto a otras dos futuras estrellas como Yosvany Peraza y Yo al Dueñas) por «bajo rendimiento», un eufemismo bajo el que se escondían problemas académicos y de disciplina.

Por suerte para Pinar del Río y para Cuba, Pedro Luis Lazo volvería al redil para debutar en la XXVIII Serie Nacional con un Forestales en el que militaba, además, otro lanzador pinareño que también se convertiría en leyenda: el curveador Faustino Corrales.

Pedro Luis Lazo lanzaría 20 Series con Pinar del Río
Pedro Luis Lazo lanzaría 20 Series con Pinar del Río

Pedro Luis Lazo y el 99

A Pedro Luis Lazo se le recuerda siempre como el 99, un número muy poco habitual en los rosters de los equipos de beisbol antes de que el Rascacielos Pinareño lo popularizara.

Curiosamente, antes de decantarse por este dorsal, Pedro Luis Lazo había jugado con otros números como el 33 ó el 17. Sin embargo, sus compañeros en el Cuba, Gabriel Pierre y Javier Méndez se lo habían pedido no más llegar a la selección nacional.

Fue entonces que Lazo decidió jugar con el 99, un número súper raro y nada popular que nadie le iba a pedir… Ya él se encargaría de convertirlo en leyenda.

Poseedor de un verdadero brazo de hierro, una recta de humo y una slider endiablada, Pedro Luis Lazo jugó 20 Series Nacionales, en las que ganó 257 desafíos; cifra que lo convierte en el pítcher más exitoso del clásico cubano.

Convertido en un ídolo de su provincia, el pueblo de Pinar de Río le regaló un apoteósico retiro en el estadio Capitán San Luis el 26 de diciembre de 2010.

Tras su retiro en Cuba, Pedro Luis Lazo se marchó a México a trabajar como entrenador, pero como su brazo se encontraba como el primer día, pronto fue requerido para que regresara a la colina de los martirio, en la que se encaramó gustoso para repartir ponces a diestros y siniestros con la franela de los Piratas de Campeche.

En 2016 fue designado como manáger de Pinar del Río, la novena de su vida.

Desafortunadamente, su aventura como timonel de la nave verde no tuvo un final feliz: Lazo sería «liberado» (que en Cuba es lo mismo que despedido) de la dirección del equipo Pinar del Río dos años años después, por los pobres resultados obtenidos.

Desde ese momento las relaciones entre la Dirección de Deportes de Pinar del Río y el Rascacielos quedarían dañadas. Lazo se sintió agraviado y declaró públicamente que no regresaría a trabajar a su provincia a no ser que cambiaran los directivos y sus métodos. Simultáneamente, y para continuar vinculado a la pelota, aceptaba el puesto de entrenador de pitcheo que le ofrecían en Camagüey[1].

Dentro del gran palmarés de Lazo se cuentan cuatro medallas olímpicas (dos de oro y dos de plata), así como siete títulos mundiales. Sin embargo, el momento cumbre de su carrera resultó sin dudas el I Clásico Mundial de Béisbol, en el que se echo encima el pitcheo del equipo nacional hasta conducirlo a la final contra Japón.

Su brillante actuación en semifinales contra República Dominicana para preservar la victoria de su equipo es, sin dudas, uno de los momentos más emocionantes de la historia del beisbol cubano.

Pedro Luis Lazo contra República Dominicana, semifinales del I Clásico Mundial de Béisbol

El Papá de Industriales

Pocos pitchers pueden vanagloriarse de haber ejercido un dominio tan grande y tan largo como sobre los Industriales como el que tuvo a lo largo de toda su carrera deportiva Pedro Luis Lazo.

Inútiles fueron todas las estrategias que sobre la banca de tercera base se montaron a lo largo de dos décadas por Armandito el Tintorero y su banda gigante para desestabilizar al gigante pinareño cada vez que se paraba en el box del Latinoamericano.

La caldera del Cerro nunca le calentó los metales al Rascacielos, y lo que para otros lanzadores era motivo de sufrimiento, a él lo divertía, para exasperacion de los aficionados azules que sólo veían aumentar el casillero de las victorias del pativerde sobre la novena de sus amores.

Cuando me tocaba, contra quien fuera, le ponía. No le echaba más ganas a Industriales, lo que pasó es que cada vez que chocábamos lo hacía bien. A Industriales, La Habana y Santiago eran los equipos que mejor les lanzaba. En el Latino sí me gustaba pitchear.

Entrevista con Pedro Luis Lazo [2]

En total, Pedro Luis Lazo derrotaría a los Industriales en 27 ocasiones a lo largo de su carrera (más de la mitad en postemporada) para desesperación de los azules. Tan grande fue la paternidad del pinareño sobre el equipo insignia del beisbol cubano que algunos llegaron a decir que bastaba poner la camisa con el 99 sobre el montículo del Latino para decretar la victoria de Pinar del Río.