El 20 de febrero de 1949 en el coloso del Cerro se inauguraba la I Serie del Caribe de Béisbol. En aquel momento los organizadores vendieron el torneo como algo más cercano al concepto de una Serie Mundial (World Series) profesional, aduciendo que el enfrentamiento anual estadounidense -de igual nombre- no era más que un encuentro interligas. Por supuesto que tal aseveración generó suspicacias que no fueron más allá del marketing, pues el propio torneo estaba bajo el ala de las ligas profesionales norteamericanas.

El sistema empleado en la I Serie del Caribe (anunciada como Serie Internacional de Baseball del Caribe o Pequeña Serie Mundial del Caribe) fue un todos contra todos, a doble vuelta, entre los cuatro equipos presentes en el certamen. En la actualidad este modo puede sonar descafeinado -y no faltan motivos- pues sin el sistema de play off se pierde el picante de los juegos por el campeonato y el resultado puede resultar predecible de antemano. Algo así ocurrió en esta I Serie del Caribe en que los Alacranes del Almendares se impusieron con apabullante récord de seis victorias en seis partidos.

Cartel promocional de la I Serie del Caribe de Béisbol. Más de cinco cadenas extranjeras de radio transmitieron en directo los partidos, aunque se permitió a otras cadenas radiofónicas retransmitir esas emisiones con el fin de llegar al mayor número de oyentes posible

Los más cercanos contendientes quedaron a tres juegos, por lo que los Azules eran campeones antes de jugar los dos últimos matches. Esta falta de emoción repercutía negativamente en la concurrencia a los estadios, ¿quién va a pagar por ver un partido que no decide nada? En el futuro se cambiaría el formato para que el torneo -desarrollado durante una semana- tuviese un gran partido decidiendo el torneo.

Una sede de lujo

El coloso del Cerro estaba considerado entonces como un estadio de béisbol de primera clase, inaugurado apenas un par de años antes su grama estaba ávida de gestas deportivas. Además de los locales Alacranes del Almendares -dirigidos por Fermín Guerra, aún en activo como catcher– participaron en la I Serie del Caribe los Indios de Mayagüez por Puerto Rico, el Spur Cola Colonites panameño y Cervecerías Caracas representando a Venezuela. Los managers fueron Artie Wilson, Leon Kellman y José Casanova, respectivamente. Como curiosidad solo este último lo hizo íntegramente como director, los demás aparecían inscritos también como jugadores.

El Coloso del Cerro durante un partido de béisbol

La primera bola la lanzó el entonces Presidente de la Asociación Nacional de las Ligas Menores de Estados Unidos, George Trautman, quien junto al presidente de la Confederación Profesional de Béisbol del Caribe, el cubano Rafael Inclán, fueron los encargados de inaugurar el certamen que marcaría un antes y un después en el béisbol profesional caribeño.

Cuentas pendientes desde el primer juego

La Serie Mundial Amateur tuvo lugar en La Habana en 1941. Los locales, amplios favoritos, fueron vencidos en la final por un sorprendente equipo de Venezuela. Casi ocho años después, varios de aquellos jugadores volvían a La Habana -ya como profesionales- para representar a su país -y su liga- en el máximo nivel del béisbol caribeño.

El público habanero sabía perfectamente quiénes eran Dalmiro Finol, Julio Brancho y José Antonio Casanova (receptor devenido manager), las principales figuras venezolanas que además del campeonato amateur de 1941 coronaron en los años 1944 y 1945. El trabuco venezolano fue el único en pisar la grama del Gran Stadium del Cerro con jugadores oriundos de ese país, el resto de escuadras contaba con al menos un jugador internacional. Así que algunos periodistas consideraban a aquella representación venezolana como el heredero de los causantes del Tropicalazo de 1941.

El legendario Conrado Marrero con el uniforme de los Senadores de Washington

Con estos antecedentes era normal la enorme expectación que levantó el juego entre Cervecerías Caracas y los Alacranes del Almendares, era algo más que un partido de béisbol, el desastre por el título perdido todavía coleaba sobre la mente de los amantes del béisbol cubano y las ganas de revancha estaban servidas en las gradas… y en el box. Allí estaba el «Premier» Conrado Marrero, el estelar lanzador que después de un largo periplo en el mundo del béisbol debutaría en las grandes ligas con 39 años.

La historia de Marrero y Venezuela se remontaba al mencionado año de 1941 cuando los venezolanos le hicieron la única carrera que permitió en 19 innings en la fase regular de aquel torneo. Esa carrera no tuvo mayor importancia en el juego que perdió Cuba -y que forzó el desempate- pues antes a Jiquí Moreno le habían realizado las tres que resultarían decisivas.

El juego de desempate, que decidía el título, lo abrió Conrado Marrero el 22 de octubre en el Estadio de La Tropical abarrotado. No era para menos, Cuba era bicampeona en aquel momento y buscaba el tricampeonato consecutivo, sin embargo el Guajiro no se hizo justicia y en el mismo primer inning los venezolanos le hicieron tres anotaciones. Cuba apenas produjo una ante Daniel Canónico y así se llevaron los criollos el título a Venezuela.

Revancha y campeonato

En el Gran Stadium de La Habana el local no dio cuartel, aquel primer juego entre ambos resultó un bochorno para los visitantes que cometieron 4 errores. El resultado final de 16 carreras a 1 habla por sí solo. Connie Marrero lanzó sin problemas y la única carrera que permitió fue un home run -el primero en Series del Caribe– de Dalmiro Finol, el antesalista venezolano que ya había sido verdugo cubano años antes.

El recorrido cubano en el torneo transcurrió sin grandes incomodidades, a lo largo del torneo además del nombre de Marrero, surgieron estrellas como Agapito Mayor quien consiguió tres de las seis victorias cubanas (una de ellas entrando como relevista) y fue elegido MVP del torneo; el también lanzador y futuro grandes ligas, Ed Wright, se apuntó la primera blanqueada de la historia de las Series del Caribe.

Agapito Mayor, pitcher de los Almendares que implantó récord vigente de tres victorias en la I Serie del Caribe
Agapito Mayor, pitcher de los Almendares que implantó récord vigente de tres victorias en la I Serie del Caribe

Curiosamente en este primer encuentro entre ambas novenas el norteamericano dejó sin anotar a los Spur Cola a pesar de que estos conectaron más hits que los cubanos, este hecho se dio en ambos encuentros. Panamá solo le pudo anotar a Cuba dos carreras en dieciocho innings pese a ligar más hits (15 por 12) que los Azules, lo que demuestra lo ajustado de los juegos entre los campeones de la I Serie del Caribe y los Spur, campeones en la siguiente edicion del año 1950.

En el encuentro de vuelta entre cubanos y venezolanos, cuarto de ambos equipos, los locales consiguieron explotar a Daniel Canónico. El Chino, como se le conocía en su país, no pudo contener a los bates del Almendares que en el mismo primer inning le anotaron cuatro carreras. En el juego de desempate de 1941 el pitcher abridor Canónico había caminado toda la ruta sin demasiados inconvenientes, así que la afición le tenía ganas.

La revancha cubana fue completa, Marrero se resarció en el primer juego y a Canónico se le ganó en el segundo. El título era matemático pues los venezolanos (con balance de 2-1) necesitaban ganar este juego para romper el invicto cubano (3-0) e igualar en la cima de la competición. En los dos últimos juegos programados los cubanos -ya campeones- no aflojaron hasta terminar invictos. Cervecerías Caracas se dejó ir perdiendo ante Panamá en el juego siguiente (ver resultados finales en la tabla a continuación).

PaísClubVictoriasDerrotasDiferenciaManagers
CubaAlacranes de Almendares60Mike Guerra*
VenezuelaCervecería Caracas333.0José Casanova
PanamáSpur Cola Colonites244.0León Kellman*
Puerto RicoIndios de Mayagüez155.0Artie Wilson*
*-Inscritos como manager-jugador

Constelación de estrellas

Varios grandes jugadores tomaron parte en este torneo. Además de los mencionados anteriormente hay que destacar a Alfonso Chico Carrasquel, un legendario tercera base venezolano que sería el tercer criollo en jugar en las grandes ligas. Curiosamente otra estrella destacada de esta I Serie del Caribe, el cubano Héctor Rodríguez (bateó para .458 en el torneo) al llegar a los Chicago White Sox se encontró con Chico Carrasquel en su posición y tuvo que moverse al campocorto en su única temporada en el mejor béisbol del mundo.

Otras estrellas de Almendares que en algún momento llegaron o estuvieron muy cerca de las grandes ligas fueron el manager-jugador cubano Fermín Mike Guerra, el sensacional torpedero Willy Miranda (notable por su guante, perteneció a los Yankees durante la sensacional década de los años cincuenta y además era el jugador favorito de mi abuelo) y el receptor Andrés Fleitas, de largo recorrido en las ligas menores y hermano de Angel Fleitas -que sí logró jugar en las Mayores-. Fleitas había sido MVP de la serie cubana en la temporada de 1946-47, sin embargo perdió la forma y terminó siendo el suplente de Gilberto Valdivia.

Las estrellas norteamericanas del Almendares

El líder de los bateadores (o champion bat) fue el norteamericano Al Gionfriddo, jardinero del Almendares que tendría una carrera productiva en las grandes ligas en los Dodgers de Brooklyn y los Piratas de Pittsburgh. El músculo económico de la liga cubana comenzaba a captar jugadores prometedores del circuito élite norteamericano, así que junto a Gionfriddo en los Alacranes -llegaron a alinear hasta a 7 extranjeros en el tercer juego- estaban Chuck Connors (futuro jugador de Dodgers y actor de Hollywood) y Sam Jethroe (novato del año con los Bravos de Boston en 1950) y bueno… un jugador llamado Monte Irvin.

Y cambiamos de párrafo porque Monte Irvin es una historia aparte. Aquel jugador que lideró la I Serie del Caribe con 11 empujadas y 2 homeruns se robó el espectáculo. Ese mismo año su nivel fue sublime en el campeonato local, la Serie del Caribe consolidó aún más su fama y a finales de año debutaba en las Grandes Ligas.

Monte Irvin, disparó dos home runs y once carreras impulsadas en la I Serie del Caribe

Pocos lo recuerdan ahora, pero fue el mentor de Willie Mays cuando este llegó a las mayores, y uno de los que le recomendó que fuese a jugar a Cuba béisbol invernal -al Almendares, por supuesto-; algunos historiadores lo consideran el mejor jugador negro en sus mejores años, otros lo consideraban el Willie Mays antes de Willie Mays por su particular mezcla de poder, velocidad y explosividad para jugar al béisbol.

Monte Irvin fue exaltado al Salón de la Fama pese a jugar pocas temporadas en la élite (1949-56) dada su versatilidad y potencia desplegadas en las Negro Leagues y el béisbol invernal caribeño. Pero era mucho más que un perfil de jugador y lo mismo mismo bateaba con poder para decidir una Serie del Caribe que era capaz de robarse el home en el Yankee Stadium en plena Serie Mundial -los Gigantes perdieron en seis juegos, pero Irvin además del excepcional robo de home en el primer encuentro promedió un astronómico .458 en la serie-, ese era el nivel de algunos jugadores de aquellos mágicos Alacranes de Almendares.

El telón de cierre de la I Serie del Caribe llegó el 25 de febrero de 1949 al finalizar el partido entre Panamá y Cuba. El suceso fue un éxito de público y entusiasmo que contó con amplio despliegue de medios de prensa internacionales desplazados a La Habana -algunas informaciones hablaban de más de tres mil personas desplazadas a la ciudad para el evento-, pero el formato mostraba algunas deficiencias. Al año siguiente la serie celebrada en Puerto Rico se decidiría mediante un juego de desempate que generó la euforia de los dramáticos juegos de todo o nada con los cuales se deciden en la actualidad los campeonatos caribeños.