La casa del conde de Lombillo es otra de las singulares construcciones del barroco colonial, como su vecina la casa del marqués de Arcos, el diseño original de la fachada de esta edificación no miraba a la Plaza de la Catedral, sino a la calle Mercaderes.
En el caso de esta construcción tiene la particularidad de tener tres fachadas, realizadas a lo largo de los múltiples usos del inmueble, la originaria que da a calle Mercaderes, la más fotogénica que mira a la Plaza de la Catedral con los arcos a juego con la colindante casona antes mencionada y la entrada más modesta que da a la calle Empedrado.
Breve historia de la edificación
Distinguida morada de múltiples y reconocidos apellidos de cierta trascendencia en la historiografía habanera el nombre que ha perdurado en el tiempo no es el de quien la erigió. El origen de esta construcción se remonta al siglo XVIII y su primer propietario se nombraba Alonso Hernández Ayones.
Posteriormente fue heredada por don José Pedroso y Florencia quien realizó algunas reformas reforzando su imponente estructura. No es hasta 1871 que doña Concepción Montalvo de Pedroso se junta con don José de Lombillo, posteriormente nombrado conde y bajo el apellido que ha trascendido hasta nosotros este palacete.
En aquel período fue el eje de gran parte de la actividad social siendo frecuentada por la alta sociedad habanera. Amén de su ubicación adyacente a la Plaza de la Catedral y al Liceo Artístico y Literario de La Habana, centros de la vida sibarita de la capital cubana, ha sido testigo fiel de la evolución de la ciudad.
Usos de la casa del conde de Lombillo
Siendo de máxima trascendencia su cercanía con el Palacio de los Capitanes Generales, que fue durante largo tiempo sede del gobierno de la Isla de Cuba, ha sido usada para disímiles dependencias oficiales. Hasta que en 1947 se instaló en ella la Oficina del Historiador de La Habana y la Dirección del Museo de la Ciudad, cargos en los que se distinguió el intelectual cubano Emilio Roig de Leuchsenring.
Notables abogados como el Doctor Ricardo Dolz, ex senador de la República, la Escuela Municipal de Música o la secretaría de la Defensa Nacional encontraron su lugar en este magnífico palacio. Antiguamente también funcionó como oficina de correos y como Museo de Pedagogía Cubana.
En los años 80 la casa de los condes de Lombillo fue objeto de un ejercicio de restauración profundo. Se rescataron valores patrimoniales del período colonial como un vistoso mural, localizado bajo una profunda capa de pintura. Tras esta obra el palacete albergó el Museo de la Educación. Actualmente se encuentra ubicada ahí nuevamente la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Características arquitectónicas de la casa del conde de Lombillo
Como hemos mencionado la entrada principal da a la calle Mercaderes dando acceso directamente al patio interior, teniendo salida también a la Plaza de la Catedral, dichas fachadas poseen sendos zaguanes, el de la Plaza extendido a juego con el de su vecina la casa del marqués de Arcos.
Estas entradas estan ornamentadas con frisos y molduras del estilo barroco primitivos, sin ningún rigor de proporciones arquitectónicas por lo que es de suponer que algunos elementos se han ido incorporando en las diversas modificaciones de la edificación. Esta particularidad es bastante común de las construcciones de La Habana de intramuros que se han visto modernizadas en cada uso útil para el que han servido.
Estatua de Antonio Gades, en los portales que comparten la casa del conde de Lombillo y la casa del marqués de Arcos.
EL interior de la mansión no tienen ningún rasgo fuera de los límites convencionales de este tipo de residencia colonial, aunque es de carácter más sobrio que su vecina del marqués de Arcos. La primera planta albergaba la sala de recibo, los comedores, cocinas y demás locales de la servidumbre. En la planta superior quedaban las habitaciones.
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