La pompa en el vestir, las ansias de seguir los influjos extranjeros, es una constante que se mantiene en la moda en La Habana del siglo XIX, y no sólo en la élite aristocrática cubana sino en una parte considerable de la población.

Las familia pudientes realizaban viajes a Europa, donde contactaban rápidamente con lo más novedoso, compraban las revistas de moda y adquirían los más hermosos ropajes.

También en Cuba contaban con sastres y modistas que se preparaban para estar al nivel del viejo continente. Las damas en ocasiones preferían realizar labores de costura para dar originales detalles a sus ajuares.

Revistas de la moda en La Habana del siglo XIX

En el primer tercio del siglo XIX, aparecen en Cuba las primeras publicaciones sobre moda.


En 1811, a imitación de modelos extrajeros, se edita en La Habana el bisemanario Correo de las Damas, dirigido por Simón Bergaño y Villegas y Joaquín José García.

A esta le siguieron Tertulia de las Damas, publicada entre 1811 y 1812, y Cartera de Señoras, 1812.
En 1829, Domingo del Monte y José J. Villarino fundaron La Moda o el recreo semanal del Bello Sexo. Con ella, la revista para féminas inauguró una nueva etapa.

Constituye un importante testimonio por las crónicas y comentarios sociales, las abundantes ilustraciones que orientaban la moda.

La moda en La Habana del siglo XIX
Grabado de La Moda o Recreo Semanal del Bello Sexo. Una de las revistas líderes de la moda en La Habana del siglo XIX

A estas publicaciones se sumó en 1833 La Habana Elegante, en su primera etapa era periódico de noticias del «bello sexo», en la segunda se convirtió en un semanario ilustrado literario y artístico. Es considerada una de las revistas más importantes en la historia de la literatura y la prensa en Cuba e Hispanoamérica.

En 1885 aparece La Ilustración Cubana con sede editorial en Barcelona, hasta que en 1887 se traslada a La Habana; contaba con un suplemento sobre moda.

Estudios fotográficos.

A partir de 1841-1842 aparecen, primero en La Habana y luego en el resto de las provincias, los estudios fotográficos, atraídos por el mercado potencial (constituído sobre todo por las ricas familias criollas.

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Grabado de una revista de Moda

En la capital hacia 1859 existían más de quince de estos estudios, situados todos al final de las calles Obispo y O’ Reilly. De esta manera los miembros de la oligarquía hallaban una novedosa forma de difundir su imagen, a diferencia de los españoles, que preferían el retrato pictórico.

Comercios

Con los distintos periodos de emigración francesa hacia Cuba, proliferan los comercios destinados a la venta de telas, tiendas de prendas confeccionadas y modistas por encargo.

Pero también los criollos blancos, mulatos y negros libres se dedicaron con gran éxito a la satrería y zapatería.

La moda en La Habana del siglo XIX
Saison de Printemps. 1877

Estos comercios se hallaban ubicados en su mayoría en la calle Mercaderes, Obispo y la de Ricla.

Tiendas como El Telégrafo, especializada en lencería y efectos franceses; la quincallería El Buen Gusto de París (en la calle Habana); El Neceser (en O’ Reilly) y El Marco Dorado (Mercaderes). También eran comunes los puestos de joyería y abanicos.

Al contrario de la costumbre europea de nombrar al establecimiento por el nombre del dueño, se denominaba de manera fantasiosa: Esperanza, Maravilla, La Perla, La Bella Marina, La Delicia de las Damas, El Rayo de Sol.

Cirilo Villaverde, al respecto opina en 1842:

Por todas partes se descubre la huella del comercio, obrando sus metamorfosis y prodigios. A influjo de su soplo creador, todos los días se levantan tiendas de todo género, que deslumbran, no sólo por el lujo con que están adornadas, sí también
por los tesoros y preciosidades que encierran. Por todas partes bulle un pueblo que en lujo y en miseria no cede a ninguno de la tierra, aunque parezca exagerada la expresión, y aunque a primera vista las ideas de lujo y miseria juntas parezcan a algunos mal casadas y contrapuestas.

Villaverde, 1842

Aunque los criollos de mayor poder adquisitivo encargan sus lujosos trajes a las capitales europeas, principalmente a París, la confección de ropa es una de las mayores fuentes de empleo en la Cuba del siglo XIX.

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Distribución de los oficios dedicados a la moda dentro del sector de artesanía y manufactura. (Fuente Ismael Sarmiento Ramírez)

«En 1862 fueron censadas 459 sastrerías en toda la Isla, estimándose su renta anual en 2.174.000 pesos, o sea, una media en 4.736 por establecimientos; en las 145 de La Habana la renta media sería de 7.800 pesos».

Marrero, 1977

«Las modistas, muchas son extranjeras, y francesas las de mayor renombre, se anuncian en la prensa con los diseños más novedosos, y destacan sus méritos haciendo mención a la reconocida clientela que se visten en sus talleres y boutiques».

Villaverde, 1977

A partir de la década del treinta se destacarían en La Habana varias sastrerías, Cirilo Villaverde en su novela Cecilia Valdés hace mención de tres de las sastrerías más importantes de La Habana de entonces: a la de Federico, a la de Turla y a la de Uribe. A este último, Francisco Uribe, sargento primero beneficiado del Batallón de Pardos Leales de La Habana, lo incluye como personaje de su obra. En el Capítulo I, Segunda Parte, es amplia la información que ofrece el autor del quehacer diario de este tan afamado satre.

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Figurín femenino de una revista de modas.

Así se movía y sustentaba la moda en La Habana del siglo XIX, todo un engranaje de belleza y finura que transformó a la capital en el París de las Américas.


Bibliografía

  • Fernández, Diana. Lo cubano en el vestir. Apuntes esenciales. Ediciones Unión, 2018, Cuba.
  • Marrero Artiles, Levi. Cuba: Economía y sociedad. Editorial Playor, Madrid, 1977, España.
  • Sarmiento Ramírez, Ismael. Vestido y calzado en la población cubana del siglo XIX.
  • Villaverde, Cirilo. «La Habana en 1841», en El Faro de Industria, La Habana, 1 de enero de 1842. Cuba (1842).
  • Villaverde, Cirilo. Cecilia Valdés o La Loma del Ángel. Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1977, Cuba.

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