Puede parecer increíble, pero la primera vez que Jorge Negrete se presentó en La Habana, lo hizo como tenor y vestido de riguroso frac.
Llegó Jorge Negrete a la capital cubana en el año 1939, a instancias del compositor Eliseo Grenet y patrocinado por un empresario español. Ya en ese entonces había actuado en una decena de películas en sus país en el que gozaba de gran popularidad, pero estaba muy lejos de ser el fenómeno mundial en que se convertiría un par de años después al protagonizar «!Ay, Jalisco, no te rajes!».
Asegura el cronista Ciro Bianchi que fue ese empresario español el que tuvo la malísima idea de llevarlo a varias de sus fábricas para que cantara a capella delante de los obreros. Si bien la voz de Jorge Negrete era espectacular, estas presentaciones no tuvieron el ningún impacto a nivel popular.
Jorge Negrete el charro que enamoró La Habana
Fue entonces, con todo cuesta abajo en su inversión, que los promotores decidieron cambiar la imagen del cantor: le quitaron el protocolar frac y le hicieron vestir a la usanza tradicional del charro mexicano con su enorme sombrero. La respuesta del público fue inmediata y Jorge Negrete se hizo querer de La Habana por primera vez.
Regresó de nuevo a la capital cubana en enero de 1944 convertido ya en una gran estrella para cumplir un contrato con Radio Cadena Azul. Eran los años del boom del cine mexicano y Jorge Negrete, que estaba en lo más alto era el charro cantor con el que soñaban cada noche las jovencitas habaneras.
El recibimiento que se le brindó fue tan apoteósico que la revista Bohemia reseñó en la cobertura que hizo de su presencia en la ciudad, que jamás La Habana le había hecho un recibimiento a un actor como el que le prodigó a Jorge Negrete. Él mismo, tan «machote» en todas sus películas declararía sin rubor a la prensa que el cariño demostrado por el público de La Habana lo había hecho «casi llorar».
En octubre de ese mismo año 1944 voló desde Puerto Rico a La Habana al enterarse de los destrozos que había provocado el huracán que había golpeado la capital cubana. No le importó perder los jugosos contratos que tenía en la Isla del Encanto y llegó a la Perla del Caribe a ponerse a la orden.
Con el objetivo de recaudar fondos para los damnificados del ciclón ofreció un gran concierto en el Teatro Nacional, en el que dijo emocionado, dirigiéndose al público desde el escenario:
«El viejo Negrete está aquí hoy respondiendo a la llamada de este pueblo que tanto quiero.»
Jorge Negrete permaneció tres días en La Habana, antes de abandonar la tierra cubana por última vez. Sus palabras desde la escalerilla del avión son todo un testimonio de lo que representó la Mayor de las Antillas en la vida del Charro Cantor:
«Ustedes saben bien que no es ni cortesía ni halago decir que considero a Cuba mi segunda patria.»
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