La Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje en la manzana que forman las calles Bernaza, Lamparilla, Cristo y Teniente Rey, en La Habana Vieja es uno de los templos católicos más antiguos de Cuba.
Construida por los franciscanos en 1640 como una modesta ermita, se le conoció con el nombre de «El Humilladero» porque era el lugar en que finalizaba la procesión del Via Crucis (una tradición que se ha retomado en los últimos años en La Habana, tras décadas de prohibición). Las multitudes que acompañaban la cruz descendían desde la Parroquia Mayor y se desplazaban por la calle que desembocaba frente al pequeño templo y que desde entonces sería conocida como Calle Amargura o de la Amargura.
Sería el Obispo Compostela quien en 1693 la declararía como como iglesia auxiliar de la Parroquial Mayor y diez año más tarde le otorgaría la condición de parroquia, confiando el culto al oratorio de San Felipe Neri.
Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje
Reparada en distinta época por los obispos Juan Lazo de la Vega y Pedro Morell de Santa Cruz, la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje subsistió en precariedad hasta que en 1899 le fue entregada a los Padres Agustinos norteamericanos, quienes establecieron un convento y un colegio anexos y realizaron notables ampliaciones, aunque se cuidaron mucho de modificar la bella fachada del templo.
En la Plaza del Cristo funcionó desde 1814, sin ningún orden ni concierto un bullicioso mercado, que en 1836 ordenó regularizar el Capitán General Miguel Tacón, construyendo un conjunto de casillas de mampostería a las que llamó Mercado del Cristo y en las que, según el gran cronista Federico Villoch:
«(…) Se reunían las negras viejas que entonces, en su inmensa mayoría, se dedicaban al oficio, y casi todas, si no todas, hablaban el lenguaje africano llamado de nación«.
Según fuentes canónicas por casi dos siglos en la Iglesia del Santo Cristo descansaron los restos mortales del Obispo Compostela y en ella se confesaba la hoy casi olvidada Sor María Ana de Jesús conocida como «El Ángel del Cuba». Anexo a ella radicó también por casi dos siglos el Monasterio de Santa Teresa, hasta que las religiosas se trasladaron a las afueras de la ciudad.
La salida de las madres teresianas a comienzos del siglo XX sumió a la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje en un nuevo y lamentable estado de abandono hasta que, el 6 de diciembre de 1931 fue reabierta al culto bajo la administración de los Padres Salesianos, quienes asumieron la difícil tarea de conservar un inmueble centenario con un avanzado deterioro.
Sería por esos años – exactamente el 12 de febrero de 1936 – cuando el Ayuntamiento de La Habana decidió renombrar a la Plaza del Santo Cristo como «Plaza de España«, nombre que, a pesar de toda su oficialidad no ha trascendido entre los habaneros, por norma bastante reacios a todo tipo de cambio en los odónimos de su ciudad.
En 1975 se realizaron grandes reformas viales que dieron al traste con el llamado «Corredor de Michelena» entre la Plaza del Cristo y la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, el cual fue cerrado al tráfico y convertido en un paseo peatonal que quedó integrado con lo que hoy conocemos como Parque del Cristo. Esta conversión favoreció la conservación del vetusto templo, el cual sufría mucho con el paso cercano de los automóviles.
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