Eugenio Rayneri Piedra fue un arquitecto cubano, uno de los dos más influyentes de las tres primeras décadas del siglo XX junto a Leonardo Morales.
Nació en La Habana en 1883, hijo del también arquitecto Eugenio Rayneri Sorrentino, quien proyectara el Mercado de Tacón, el Palacio de Villalba y concluyera las obras de la Necrópolis de Colón. Se licenció en Arquitectura en en la Universidad de Notre Dame, en Indiana, Estados Unidos, en 1904 antes de regresar a la capital cubana, donde se unió al estudio de su padre.
Eugenio Rayneri el arquitecto de las élites
En 1916 fue uno de los fundadores y se convirtió en el primer presidente del Colegio de Arquitectos de La Habana, lo que habla del enorme prestigio que disfrutaba ya entre sus colegas a pesar de su juventud.
Ya para entonces había ganado, de conjunto con su padre, el concurso internacional lanzado en 1910 por el gobierno de Cuba para la construcción del nuevo Palacio Presidencial en los terrenos de la Estación de Villanueva, que sería demolida y donde finalmente se levantaría el Capitolio de la República (que si bien se sienta sobre el proyecto original de los Rayneri, fue completamente modificado por Mario Romañach y Félix Cabarrocas).
Muy apreciado entre las clases más adineradas del país, Eugenio Rayneri proyectó las residencias de varios de los más conspicuos representantes de la nueva aristocracia cubana: Entre ellas destaca el palacete de San Rafael y Ronda que realizara por encargo del coronel del Ejército Libertador cubano Charles Aguirre y las mansiones de José Manuel Cortina y Gerardo Machado.
Prestigio, talento y, sobre todo sus relaciones políticas, le valieron para que, en 1926, el Secretario de Obras Públicas, el «Dinámico» Carlos Miguel de Céspedes, le designara como Director Técnico de las obras del Capitolio Nacional, cuya ejecución está ligada tanto a su nombre como a la de otros varios arquitectos cubanos.
Curiosamente, el juicio de algunos contemporáneos no fue amable con Eugenio Rayneri, a quien le achacaban vicios como un gusto desmedido por la sobreornamentación, el no aprovechamiento de los espacios e incoherencias en el conjunto de sus obras, las cuales parecían sobrecargadas y sofocantes. Si bien, es cierto que todas estas opiniones nacieran quizás de intereses mezquinos y celos profesionales, además de ser una reacción a la desagradable personalidad del propio Rayneri, un hombre de aspecto hosco, con poco don de gentes, engreído y petulante.
Su hermana Laura Rayneri Piedra fue una inspirada pianista y su sobrino Fernando Alonso Rayneri uno de los padres del ballet en Cuba.
Eugenio Rayneri Piedra falleció en La Habana en 1960 y su muerte pasó casi inadvertida ante la vorágine de acontecimientos políticos que sacudían al país y que darían al traste con el mismísimo Colegio de Arquitectos del cual fuera Rayneri su ilustre primer presidente.
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