El túnel de La Habana es, sin dudas, una de las obras de ingeniería más queridas por los habaneros. A su utilidad hay que añadir la ejecución, sumamente precisa, que permitió insertarlo dentro de la arquitectura de la zona más antigua de la ciudad sin parecer un objeto voluminoso no integrado (OVNI).

Considerado una de las 7 maravillas de la ingeniería y arquitectura cubanas junto al acueducto de Albear (ubicado en La Habana), el túnel del Alcantarillado de La Habana, el edificio FOCSA (La Habana), el puente de Bacunayagua (en la carretera Habana-Matanzas), la Carretera Central que recorre todo el país y el Viaducto de La Farola.
En realidad, la idea de salvar el formidable obstáculo que representaba la bahía a través del túnel de La Habana siempre estuvo en la mente de los empresarios de la ciudad pues eso permitiría el crecimiento de la ciudad hacia el Este y daría valor a los terrenos de esa zona.

Para lograrlo se concibieron varios proyectos, tanto de túneles como de puentes que cruzaban el canal de la bahía por distintos puntos. Hubo entusiastas puentistas y defensores acérrimos de los túneles, hasta que por fin estos últimos consiguieron imponerse, si bien, a priori, parecía la opción más cara de las dos.

El 19 de septiembre de 1955 se iniciaban las obras que tenían como objetivo permitir el acceso más directo de un lado y otro de la Bahía. Buscaba además unir la zona antigua de La Habana con el mega proyecto denominado la Ciudad del Futuro pensado y planificado para extenderse hacia La Habana del Este, del cual ya habían varios barrios proyectados como Santa María del Mar, Villa Real y La Habana del Este Metropolitana, en esa misma zona se proyectaba la nueva residencia del Presidente de la República.

El túnel de La Habana, joya extraordinaria

Para la realización del túnel de La Habana se lanzó un concurso de alcance internacional que ganó la empresa Francesa Societé Des Grands Travaux de Marseille, dirigida por Raymond Plutarque, mientras que como entidad supervisora actuó la norteamericana Frederick Snare Corporation; por la parte local el ingeniero Amadeo López Castro, al frente de la Comisión Nacional de Fomento. En el plazo previsto, desde el inicio de las obras que sufrieron varios retrasos, se completó la acometida, en total serían 30 meses de ardua faena por parte de los obreros nacionales.

Aparte de Amadeo López también intervino el profesor de la escuela de ingeniería de la Universidad de La Habana, José Menéndez Menéndez, cuya labor como director facultativo de la obra no debe olvidarse ni desmerecerse.

Las obras resultantes tenían una boca entre las fortalezas del Morro y La Cabaña mientras que la otra boca veía la luz en la zona del monumento al Generalísimo Máximo Gómez (para saber sobre el proyecto de dicha obra pinche aquí). En dicha zona estaba el parque dedicado a la memoria del general mambí que sufrió modificaciones evidentes como se observa en las fotos anteriores.
Ciudad del futuro

Se pretendía con la obra conseguir vencer al mar en la expansión de la ciudad hacia la zona este de la ciudad. Tan cerca y tan lejos siempre de los planes urbanísticos y mercantiles. El proceso fue complejo, para culminar la obra bajo el agua de la bahía y el resto de la avenida, que desde el otro lado, uniría la Avenida del Puerto con la bautizada Avenida Monumental.

Fue necesario remover 80 mil metros cúbicos de arena y 200 mil de rocas situados a niveles comprendidos entre 3 y 25 metros bajo el nivel del agua. Se conseguía vencer el obstáculo natural que limitaba el crecimiento de la ciudad, cimentando los proyectos de crecimiento futuro, truncados al triunfo de la Revolución por su carácter recreativo y burgués.

En el interior del túnel se usaron cerámicas especiales de color blanco mate con un elevado carácter reflector pero que no deslumbraba a los conductores, para ello se habilitaron cuatro carriles, dos en cada sentido, y se previno con un sistema de ventilación constante de los más avanzados de la época.
La iluminación se garantizó con tubos fluorescentes de 4 niveles de intensidad y precisión, evitando el shock al salir a la luz inclemente del trópico o el que se podía producir tras venir de este e ingresar en el túnel. Sin pasos de nivel, intersecciones o semáforos el túnel de La Habana ofrecía seguridad, economía y comodidad convirtiéndose en sí mismo en una revolución dentro del transporte urbano de la ciudad con sus más de 700 metros de extensión.

La majestuosa obra realizada como se observa en las imágenes con tubos de hormigón reforzado tuvo un coste cercano a los 30 millones de dólares de la época.
Es lo más complejo que conozco y junto a La Farola y el puente de Bacunayagua, son los tres sitios que más nerviosa me han puesto! Admirable esa construcción del Túnel, en esa época, una gran obra de la Ingeniería en Cuba,recuerdo de niña taparme la nariz cuando viajaba de Matanzas a la Habana por la Vía Blanca,jiji…
Gracias por compartir esta información,debía divulgarse mucho más sobre ella.
Saludos
OneliaB. Herrera González