El antiguo edificio de la «Compañía Lechera de Cuba SA» (que todos en La Habana conocen, simplemente, como «La Lechera«) se encuentra situado en el ángulo que forman las calles Concha y Cristina.

Se fundó el 29 de mayo de 1929, cuando dos de los más importantes distribuidores de leche de la capital cubana (El Palacio de la Leche SA de Antonio Jiménez Ortega y la Compañía Abastecedora de Leche de La Habana SA de Pedro Interián Rizo) unieron su capital con otros empresarios menores – casi todos de origen español como ellos – para poder acceder por primera vez en Cuba a la tecnología necesaria para la elaboración de leche pasteurizada y homogeneizada.

La Lechera

Hasta la puesta en marcha de La Lechera la distribución se realizaba en carretones que deambulaban por La Habana sin mucho cuidado de las condiciones higiénicas, lo que provocaba no pocas enfermedades; un problema que fue objetivo central del análisis realizado en el año 1928 en el I Congreso sobre la temática de la leche y que dio como resultado el «Reglamento regular de las condiciones de la leche» que debían cumplir tanto los productores como los distribuidores, publicado en la Gaceta Oficial el 20 de febrero de 1929.

La Lechera instaló en su gran edificio de Concha y Cristina, la mayor y mejor equipada de las plantas pasteurizadoras de leche de América Latina, que abasteció a La Habana de leche de primera calidad por casi 20 años, hasta que fue arrendada en 1947 por la Compañía Operadora de Productos Lácteos SA.

En 1958 la fábrica daba empleo a 500 trabajadores y operaba bajo la razón social Compañía Lechera de Cuba y producía leche pasteurizada bajo la marca «La Lechera»; leche condensada y evaporada, bajo la marca Diana y helado Hatuey.

Sus ventas en la década de 1950 superaban los $ 5 millones de pesos anuales, y la inversión se tasaba en otros $ 2. Poseía, además, una flota de más de un centenar de camiones para la distribución del producto. Sin embargo, su situación económica no era buena, pues tenían deudas bancarias por encima del millón de pesos.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana de 1959, La Lechera fue nacionalizada por el nuevo gobierno de la Isla.

El carrito del helado y otros «inventos»

Si algo caracterizó a los propietarios de La Lechera fue su afán innovador en la búsqueda constante de satisfacer los gustos del cliente y abrirse nuevos mercados.

Así, pasaron, en un principio, de producir sólo leche pasteurizada, a varias líneas que incluían leche condensada, leche evaporada y helados.

A La Lechera se debe la introducción en Cuba de dos de los «inventos» que más han calado en el imaginario popular de los habitantes de la Isla: el carrito del helado y los bocaditos de helado.



Patentó, además, la empresa otros numerosos productos elaborados a base de helados y harina, que comercializaba de forma minoristas en sus carritos o a través de terceros.