No estuvo entre las primeras academias fundadas en América, pero la Academia Cubana de la Lengua (ACuL) alcanzó un notable influjo en las letras latinoamericanas desde su fundación. El avasallador genio de varias de las mentes más claras de la «Siempre Fiel» isla de Cuba materializaron la voluntad y el deseo de los lingüistas españoles quienes, con no poco acierto, buscaban una unidad idiomática más allá de restricciones políticas, ideológicas y/o geográficas.

Parafraseando el conocido poema de Lola Rodríguez de Tió, debemos en gran medida a ese eminente intelectual que fue José María Chacón y Calvo (Cuba y España -en Chacón y Calvo- son de un pájaro las dos alas).

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Federico García Lorca y José María Chacón y Calvo, su gran valedor en Cuba y vital enlace en los asuntos intelectuales entre España y Cuba.

Embajador de los valores antillanos en la península y de las tradiciones castellanas en tierras de ultramar, a él debemos -en su condición de enlace directo entre figuras eminentes de las artes y las ciencias de ambas orillas-, gran parte del mérito de la fundación de la Academia Cubana de la Lengua, pero no fue esta empresa obra de un solo hombre, sino la cristalización inclusiva de los valores supra-individuales que el lenguaje ofrece.

La Academia Cubana de la Lengua

Bajo el amparo de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) -que rige los designios de la lengua castellana (conocido como español fuera de los límites geográficos de España) desde el siglo XVIII con su lema «Limpia, fija y da Esplendor«-, la Academia Cubana de la Lengua se fundó en Madrid un 19 de mayo de 1926.

No sería hasta unos meses después, el 2 de octubre de aquel 1926 que se reúnen los miembros designados para su constitución oficial. La junta directiva según establecía la RAE quedó conformada por un Director, un Vicedirector y un Secretario siendo elegidos para estos cargos el ilustrísimo filósofo Enrique José Varona, el historiador, abogado y etnólogo Fernando Ortiz y Antonio Valverde, respectivamente.

academia cubana de la lengua

«La Real Academia Española, según lo propuesto por los señores Don Manuel Serafín Pichardo, Don Fernando Ortiz y Don Antonio L. Valverde, encargados por este Cuerpo Literario de organizar en La Habana una Academia correspondiente de la nuestra, resolvió, en junta celebrada anoche, aprobar la fundación en dicha capital de la Academia Cubana, correspondiente de la Real Española, compuesta de diez y ocho plazas de número y regida por idénticas disposiciones que sus
análogas establecidas en América. En la misma junta y de conformidad con las actuales y pertinentes disposiciones reglamentarias se acordó que la nueva Academia queda compuesta por los señores:

1.Don Enrique José Varona (Director)

2.Don Fernando Ortiz y Fernández
(Vicedirector)

3.Don Antonio L. Valverde Maruri
(Secretario)

4.Don Manuel Serafín Pichardo Peralta

5.Don Mariano Aramburu y Machado

6.Don Antonio S. de Bustamante y Sirvén

7.Don José Manuel Carbonell Rivero

8.Don Ramón A. Catalá y Rivas

9.Don Francisco de Paula Coronado y Álvaro

10.Don José María Chacón y Calvo

11.Don Fernando Figueredo y Socarrás

12.Don Mario García Kohly

13.Don Carlos Loveira y Chirino

14.Don Jorge Mañach y Robato

15.Don Manuel Márquez y Sterling

16.Don Rafael Montoro y Valdés

17.Don José Antonio Rodríguez García

18.Don Carlos M. Trelles y Govín

Así resumo se acordó recomendar a V. E. que, a la mayor brevedad posible, proceda a la constitución de dicha Academia, convocando a los nombrados (…)».

Acta de Constitución de la Academia Cubana de la Lengua, tomada del Libro de Actas No.1 (1926-1956)

Aquellos primeros dieciocho miembros serían modificados con posterioridad elevándose a 24, y nuevamente modificados los estatutos se establecen en los 28 actuales, siendo representados por las letras del alfabeto.


Bibliografía consultada:

«APUNTES PARA LA HISTORIA DE LA ACADEMIA CUBANA DE LA LENGUA«- Patricia Motola Pedroso