Oh, La Habana, ciudad maravilla, la tierra que tantos han cantado, recitado, pintado…
En esta entrada vamos hablaremos de poemas a La Habana, de buenos poetas y de una musa que inspira a orillas del Mar Caribe.
Fotos de La Habana ha hecho para ti una selección de algunos de los tantos versos grandiosos que desde Plácido -el poeta mulato, pobre y peinetero- hasta el cultísimo Lezama Lima, o el español Alberti han escrito a la vieja villa de San Cristóbal.
Aquí te van, sin orden jerárquico, que no hay jerarquía en los asuntos de Terpsícore.
6 Poemas a La Habana
Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido)
«La Habana».
Mirad La Habana allí color de nieve,
gentil indiana de estructura fina,
Dominando una fuente cristalina,
Sentada en trono de alabastro breve.
Jamás murmura de su suerte aleve,
Ni se lamenta al sol que la fascina,
Ni la cruda intemperie la extermina,
Ni la furiosa tempestad la mueve.
¡Oh, beldad!, es mayor tu sufrimiento
Que este tenaz y dilatado muro
Que circunda tu hermoso pavimento;
Empero tú eres toda mármol puro,
Sin alma, sin calor, sin sentimiento,
Hecha a los golpes con el hierro duro.
Rafael Alberti
CUBA DENTRO DE UN PIANO
Cuando mi madre llevaba un sorbete de fresa por sombrero
y el humo de los barcos aun era humo de habanero.
Mulata vuelta bajera.
Cádiz se adormecía entre fandangos y habaneras
y un lorito al piano quería hacer de tenor.
Dime dónde está la flor que el hombre tanto venera.
Mi tío Antonio volvía con su aire de insurrecto.
La Cabaña y el Príncipe sonaban por los patios del Puerto.
(Ya no brilla la Perla azul del mar de las Antillas.
Ya se apagó, se nos ha muerto).
Me encontré con la bella Trinidad.
Cuba se había perdido y ahora era verdad.
Era verdad, no era mentira.
Un cañonero huido llegó cantándolo en guajiras.
La Habana ya se perdió. Tuvo la culpa el
dinero…
Calló, cayó el cañonero.
Pero después, pero ¡ah! después…
Fue cuando al SÍ lo hicieron YES.
Alfonso Reyes
La Habana
No es cuba, donde el mar disuelve el alma.
No es cuba que nunca vio gaugin,
que nunca vio picasso,
donde negros vestidos de amarillo y de guinda
rondan el malecón, entre dos luces,
y los ojos vencidos
no disimulan ya los pensamientos.
No es cuba la que oyó a stravisnsky
concertar sones de marimbas y güiros
en el entierro del papá montero,
ñañigo de bastón y canalla rumbero.
No es cuba donde el yanqui colonial
se cura del bochorno sorbiendo granizados
de brisa, en las terrazas del reparto;
donde la policía desinfecta
el aguijón de los mosquitos últimos
que zumban todavía en español.
No es cuba donde el mar se transparenta
para que no se pierdan los despojos del maine,
y un contratista revolucionario
tiñe de blanco el aire de la tarde,
abanicando, con sonrisa veterana,
desde su mecedora, la fragancia
de los cocos y mangos aduaneros.
Francisco Villaespesa
Adiós a cuba
Con ternuras de madre y piedades de hermana
me ofreciste un oasis de paz en esta guerra,
por eso al alejarse la errante caravana,
tu recuerdo en el fondo del corazón encierra;
y con él las tristezas de su otoño engalana…
Pupila que la muerte sin mirarte se cierra
no sabrá qué es belleza, porque tú eres, habana,
la ciudad más hermosa que floreció en la tierra.
¡En mi adiós, como ofrenda, te dejo el alma mía!…
¡Que los Dioses te amparen, ciudad de encantamiento,
y que siempre contemple la pupila viajera
sobre el maravilloso cristal de tu bahía
fulgurar ondulante a la gloria del viento
la estrella solitaria que brilla en tu bandera!…
José Lezama Lima (leer más sobre el poeta aquí)
Bahía de la habana
Al pie de las murallas
el aire tartamudo
desliza sus sirenas,
plata mansa sin hoy
mana sus lunares
entre lunas cansadas
sin balcones. ¿Qué será,
qué será? bajo el arco
y pestañas, la tarde,
-codorniz de ceilán-
rompe en flechas sus colores.
Descuidas las islas
pie ligero y concha reciente,
de sonrisas y flautas,
sobre faldas tan lindas
pasajeros con cintas
y mañanas redondas!
verdinegros incógnitos
los celos de la noche
¿qué será, qué será?
el alfiler del rocío
redobles del aire tierno,
se extingue en ay, ay, ay, ay.
La sorpresa de la rosa en el agua,
vida entre vidas,
la rechazan las olas
con heridas sin gritos.
Las estrellas se mecen
al compás que no existe
del agua amanecida,
y así puede mecer
a los niños de arabia,
con heridas y gritos.
Y loca entre balcones
la tarde recurvando,
empina entre algodones
su voz que ni se escucha
perdida entre latidos:
¿qué será, qué será?
Fayad Jamís
Si no existieras
Qué sería de mí si no existieras,
Mi ciudad de La Habana.
Si no existieras, mi ciudad de sueño
En claridad y espuma edificada,
Qué sería de mí sin tus portales,
Tus columnas, tus besos, tus ventanas.
Cuando erré por el mundo ibas conmigo,
Eras una canción en mi garganta,
Un poco de tu azul en mi camisa,
Un amuleto contra la nostalgia.
Y ahora te camino toda entera,
Te vivo toda hasta la madrugada,
Soy el viento en tus parques y rincones,
Soy el sol que te acaricia el alma.
Ciudad de mis amores en el polvo,
Bella ciudad de podredumbre y alas,
En ti nací realmente un mes de enero
Cuando golpeó en tu pecho la esperanza.
Si viví un gran amor fue entre tus calles,
Si vivo un gran amor tiene tu cara,
Ciudad de los amores de mi vida,
Mi mujer para siempre sin distancia.
Si no existieras yo te inventaría,
Mi ciudad de La Habana.
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