Villa Mina era una lujosa residencia en el camino del barrio de Marianao donde se celebraron no pocas fiestas de renombre (Bal Watteau) y algunas bodas de figuras claves de la política de los primeros años de la República como la de Clemente Vázquez Bello y Regina Truffin Pérez Chaumont o la de Cheché Pérez Chaumont y José B. Rionda, administrador del central Tuinicú y hermano del magnate del azúcar Manuel Rionda.
Sin embargo, rápidamente se olvidaría su existencia y aunque la remodelación definitiva que alumbró al paraíso bajo las Estrellas del Cabaret Tropicana mantuvo algunas de las estancias originales, la realidad es que casi nadie recuerda la magnífica construcción que allí estuvo durante varias décadas.
La residencia, cuyo estilo a tres alturas recordaba al de las famosas quintas habaneras donde la sacarocracia criolla del siglo anterior se refugió del crecimiento y expansión de La Habana, estaba en el número 72 de la Avenida Truffin (hoy calle 72 entre 45 y Línea del Ferrocarril), en el barrio de Buenavista, al costado del Colegio de Belén.
Un matrimonio acaudalado
Regino Du Rapaire Truffin (1857-1926) nació en Santa Clara (Cuba) pero descendiente de franceses afincados durante años en Haití. Sin embargo, en cuestión política llegaría a ser el Cónsul de Rusia en La Habana. Truffin, además, llegaría a acumular una fortuna considerable por sus negocios en el mundo del azúcar (Presidente en Cuba de la Cuban Cane Sugar Corporation que presidía el español Manuel Rionda), además de ser un notable miembro de la sociedad habanera más acaudalada llegando a ser presidente del «Union Club» y del selecto Havana Yacht Club.

No debe extrañar entonces que el señor Truffin -con inversiones también en el mundo de la banca- desposara a Mina Pérez Chaumont distinguida señorita de la sociedad habanera. Tras el matrimonio compraron la finca de cerca de seis acres (alrededor de veinticuatro mil metros cuadrados) cercana a La Ceiba. Allí remodelaron la residencia existente construyendo una «airosa casa, rodeada de frondosas arboledas y poéticos jardines, entre cuyos verdes macizos se destacan artísticas estatuas y bancos de Carrara… trae a la mente el recuerdo de los chateaux franceses«.

Sobre la extensión real de la misma existen distintas informaciones. Una de ellas detalla que originalmente los terrenos donde se levanta el Colegio de Belén (actual Instituo Técnico Militar-ITM) construido en 1925 por el arquitecto Leonardo Morales Pedroso y el estudio Morales y Cía, pertenecían a la propiedad del matrimonio Truffin-Pérez Chaumont, pero quien esto escribe no puede asegurar que sea totalmente cierta esta información. Aunque sí es notable la cercanía que entonces existía entre la residencia y el colegio.
De Villa Mina a Tropicana, pasando por el Boite Du Nuit-Beau Site
En 1926 fallecía Regino Truffin y tras un período de luto, Mina volvería a casarse en el año 1933, esta vez con Thomas J. Walsh, senador de los Estados Unidos de América y futuro secretario de Justicia de la presidencia de Franklin Delano Roosevelt. Pero el matrimonio no duraría más allá de la luna de miel, pues el señor Walsh fallecía de un ataque al corazón en los primeros días de marzo, mientras el matrimonio viajaba hacia Washington para la toma de posesión del cargo programada para el 4 de marzo.

Viuda nuevamente, Mina volvió a su Villa Mina y allí residió un tiempo con sus hijos Marcial y Regino Truffin Pérez Chaumont. Este último, casado con Perlita Fowler Cabrera, fue un notable abogado que medió entre otros casos, en el alquiler-cesión del Hotel Nacional de Cuba junto a Carlos Miguel de Céspedes, el Dinámico.
A finales de los años treinta la residencia resultaba molesta para la opulenta familia. La cercanía del colegio de Belén y la expansión de la ciudad más hacia el oeste les llevó a poner en alquiler la propiedad por cerca de ocho mil pesos al mes. Serían Rafael Mascaró y Luis Bular, dos hombres bien relacionados en el mundo del juego y las apuestas, los primeros interesados.

La propiedad, más allá de las condiciones arquitectónicas de la residencia, ofrecía algo imbatible: un enorme y frondoso jardín, casi una selva -que por contrato era intocable-; pero que a su vez resultaba ideal para un cabaret al aire libre como gancho para atraer clientes para las potenciales zonas de apuestas de la antigua residencia. El resto de las garantías del éxito radicaban en la absoluta privacidad que tenía el recinto y las garantías de anonimato para los futuros visitantes.

Sin embargo, faltaba algo, o mejor dicho, alguien que fuese capaz de generar el ruido artístico necesario para que la maquinaria de los casinos echase a andar. Surgió el nombre de Víctor Correa, hasta entonces al frente del Edén Concert, un cabaret de notable éxito ubicado en la calle Zulueta (la edificación posteriormente acogería al también famoso Zombie Club) que contaba con la dirección musical de Alfredo Brito.
Correa y su director de orquesta ultimaron las necesarias modificaciones al exterior de la edificación que había servido de residencia a los Truffin-Pérez Chaumont y transformaron el exterior de Villa Mina en el Beau Site, nombre con el cual debutó el 30 de diciembre de 1939 el futuro cabaret Tropicana.

Con el tiempo los inversionistas se hicieron con la propiedad de la finca y el Tropicana despegaría financieramente en los años cincuenta como el gran cabaret del caribe, gracias a Martin Fox y Roderico Neyra, pero esta historia merece ser contada con mayor extensión.
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