De todas las historias de amor que atesora la Necrópolis de Colón (y hay unas cuantas) la más famosa es, sin dudas, la de La Milagrosa.

Inspirada en la historia real de Amelia Goyri y José Vicente Adot Rabell, La Milagrosa adquirió en muy pocos años una dimensión de leyenda y fue elevada a figura de culto, casi de «santa», aunque no ha existido nunca intención de la Iglesia Católica por reconocer oficialmente esta devoción popular.

Amelia Goyri y Vicente Adot

Amelia Goyri de la Hoz era una hermosa joven, descendiente de una de las familias más poderosas de La Habana (su abuelo, Francisco Goyri Beazcochea, había sido uno de los fundadores del Banco Español de la Isla) que vivía a todo lujo en el imponente Palacio de Balboa junto a su tía y tutora legal Inés Goyri.

Desde la corta edad de 13 años, Amelia vivía enamorada de su primo segundo José Vidente Adot, quien le correspondía de forma apasionada. La pareja tuvo que comprometerse en secreto ante la oposición de la familia de ella, que consideraba a José Vicente demasiado pobre.


Palacio de Balboa, donde se presume se conocieron Amelia Goyri "La Milagrosa" y José Vicente Adot
Palacio dde Balboa, donde se presume se conocieron Amelia Goyri y José Vicente Adot

Así pasaron los años y el joven José Vicente Adot se fue a los campos de Cuba a pelear por la independencia. Terminada la Guerra del 95, lucía con orgullo las estrellas de capitán del Ejército Libertador y, si bien había peleado contra el bando que apoyara la familia de Amelia, se sentía con la fuerza sufiente para reclamar su amor contra la oposición de cualquiera.

Ya para entonces había fallecido la madre de Amelia y su tío, el Marqués de Balboa. Su padre, que por años había visto sufrir a la joven por un amor imposible, se encontraba muy enfermo, y no quiso morir sin ver feliz a su hija, así que aceptó, finalmente que la pareja se casara.

El 25 de junio de 1900 la radiante pareja se casó y poco después recibieron la buena noticia de que tendrían un hijo.

Todo era felicidad hasta que, en el octavo mes de embarazo, de forma repentina, Amelia sufrió un ataque de eclampsia y falleció el 3 de mayo de 1901 junto a su hijo nonato, a pesar de los esfuerzos del Dr. Eusebio Hernández, compañero de armas del capitán Adot Rabell y uno de los obstetras más eminentes de su tiempo, por salvarles la vida.

La Milagrosa

Amelia Goyri fue inhumada en la Necrópolis de Colón y la desesperación de José Vicente Adot no conoció límites.

La familia de la joven ofreció que fuese enterrada en el lujoso panteón de los Marqueses de Balboa, pero su esposo se negó rotundamente, recordándoles que desde el principio se habían opuesto a la relación entre ambos y que mostrar empatía cuando ya Amelia estaba muerta no tenía ningún sentido.

Prefirió José Vicente Adot que su amada fuese inhumada en la bóveda de un amigo y, al poco tiempo envío al escultor cubano José Vilalta, que residía en Italia, una foto de Amelia para que este esculpiera, en mármol de Carrara, una estatua de su esposa.

Ocho años después de la muerte de Amelia, el artista terminó el encargo y la estatua que hoy conocemos como «La Milagrosa» fue colocada sobre la tumba de Amelia Goyri.

El monumento fúnebre, uno de los más bellos de la Necrópolis de Colón, representa a una joven y bella mujer con una larga túnica que carga a un niño con su brazo izquierdo, mientras apoya el derecho sobre una cruz Latina.

La estatua de Amelia Goyri contribuyó notablemente a la difusión del mito de La Milagrosa entre los cubanos al revestir a la mujer mortal con una aura de santidad y convertir su tumba en un lugar de peregrinación con el que los creyentes se podían identificarse con facilidad.

Asegura la leyenda de La Milagrosa que Amelia Goyri fue sepultada con el niño a sus pies, pero que al abrir el sepulcro años después, no sólo el cadáver se encontraba incorrupto, sino que tenía al bebé en los brazos.

Por esa razón a La Milagrosa, como desde entonces han llamado a Amelia Goyri, se le asocia a la fertilidad y a la salud infantil y en ese sentido son las promesas que los fieles le realizan cuando visitan su tumba.

Sobre esta y en los sepulcros de los alrededores se acumulan las ofrendas que a lo largo de casi un siglo han colocado las personas agradecidas que aseguran haber sido favorecidas por la que consideran una santa muy poderosa.

¿Cómo ser escuchado por La Milagrosa?

Para ser «escuchado» por La Milagrosa y alcanzar su favor es preciso, en primer lugar, acercarse a ella con fe. Luego existe un ritual que tradicional que incluye tocar la lápida con las argollas de bronce para llamar su atención (aunque algunos lo hacen directamente con los nudillo), luego pedir en silencio el favor que se desea y luego retirarse caminando de espaldas hasta una distancia prudencial.

No demanda La Milagrosa del Cementerio de Colón ningún pago por su favor, pero es costumbre que las personas agradecidas regresen con una ofrenda al recibirlo y lo dejen en el sepulcro.


ORACIÓN A LA MILAGROSA: Omnipotente Padre Celestial: Amantísimo Señor Jesucristo, tu que le diste la gracia a la hermana milagrosa Amelia Goyri en esta tierra para que sea ella la intercesora de nuestras súplicas ante tu hijo y ante ti… Tú que le diste la facultad y el poder de escuchar a todos los hermanos desesperados, auméntale más su sentida para que pueda estar en los altares de la Casa de Dios… Oh, Dios, oh, Milagrosa Amelia Goyri y tu hijo, tú has recibido del Señor el privilegio que Él te ha dado de traer rápidas y visibles ayudas en los momentos más difíciles de mi vida, ruega por mis peticiones, que soy un miserable y haz uso de ese privilegio para que reciba yo, por tu mediación, el consuelo y remedio a todas mis penas… Y, para alabar a Dios, a María y a su hijo, te lo pido con todas las fuerzas del corazón, en tu santa sepultura donde tus santos restos reposan, así como desde mi hogar escuches mis súplicas… Ampárame en la hora de mi muerte. Dame más salud para poder propagar tu fe y santidad.


El ritual de La Milagrosa tiene su origen en las visitas que a diario hacía al camposanto José Vicente Adot, quien nunca se resignó a la pérdida de su amada.

Día tras día, vestido de riguroso negro, le traía flores, permanecía en silencio ante la tumba y antes de marcharse tocaba la argolla superior derecha tres veces. Siempre se retiraba caminando de espaldas hasta una distancia considerable en señal de respeto.

Interrogado en una ocasión sobre el porqué se retiraba caminando de espaldas, respondió con tristeza:

«Nunca se le debe dar la espalda a una dama, y menos si esa dama es mi esposa amada.»

José Vicente Adot falleció en el año 1941, y hasta que le acompañaron las fuerzas siguió cada día visitando la tumba de Amelia, que ya para entonces se había convertido en La Milagrosa.

La «maldición» de La Milagrosa

Asociada también a La Milagrosa existe otra creencia, menos conocida, pero igual de impactante: la certeza de que la desgracia caerá sobre aquellos hermanos que se desposen el mismo día.

Resulta que Amelia Goyri y su hermana María se casaron el mismo día, quedaron embarazadas en fechas cercanas y murieron las dos antes de dar a luz por la misma causa.