El llamado Tren de Hershey único tren eléctrico en Cuba, comunicaba, en sus mejores tiempos, las poblaciones de la costa norte entre las provincias de La Habana y Matanzas. En la actualidad su recorrido se limita a un único ramal en funcionamiento que comunica el poblado de Hershey con el de Jaruco.
Su historia se remonta al año 1917, cuando el empresario chocolatero estadounidense Milton Hershey (1857 – 1945) fundó un central azucarero con su nombre, dos km al sur del poblado de Santa Cruz del Norte.
Para poder transportar la producción de su enorme fábrica de azúcar y a sus trabajadores, Milton Hershey llegaría a fomentar, nada más y nada menos que 140 km de vías férreas entre Matanzas y La Habana.
Su ferrocarril, a diferencia de los demás que circulaban en la Isla, se servía de la energía eléctrica que le proporcionaba la planta instalada en el mismo central Hershey, uno de los de mayor capacidad de producción en la provincia de La Habana y en Cuba. Con la potencia de esa planta, el ingenio abastecía, además, las viviendas del batey, los poblados en un radio de 40 km y los tranvías de la ciudad de Matanzas.
El Tren de Hershey, economía y turismo
En enero de 1922 la empresa del Tren de Hershey comenzó a operar su primera línea eléctrica entre el central y la ciudad de Matanzas y unos meses después, en octubre, extendió su servicio entre la Ciudad de los Puentes y el barrio habanero de Casablanca, al este de la bahía capitalina.
Con la apertura del ramal de Jaruco en 1931 los ramales del Ferrocarril de Hershey alcanzaron su máxima expansión. El recorrido entonces comenzaba en Casablanca, bordeaba el este de la bahía hacia Berroa, Barreras, las Playas del Este, el poblado viejo de Guanabo, y desde allí atravesaba la Sierra del Obispo hasta el poblado de Hershey en Santa Cruz del Norte.
Desde Hershey partía el ramal que comunicaba con la ciudad de Matanzas, serpenteando entre las elevaciones y valles que permitían apreciar las bellezas naturales de la región hasta rendir su viaje en el barrio de Versalles.
El Tren de Hershey constituyó por décadas un motor del desarrollo y la principal forma de transportación de comunidades aisladas como los pueblos de Jibacoa, Concuní, Canasí, San Adrián, Corral Nuevo, Margot y Mena, entre muchos otros.
Por mucho tiempo fue, además, casi un «tren vacacional», pues durante los años 80 y 90 del siglo pasado era utilizado por los estudiantes universitarios y población en general para trasladarse hacia las bases de campismo del litoral norte de La Habana o visitar la bella ciudad de Matanzas los fines de semana a la vez que disfrutaban de las fantásticas vistas del Valle del Yumurí.
Si bien es cierto que ya en esos años el tren fallaba constantemente debido a problemas eléctricos y su velocidad se veía reducida hasta 15 ó 20 km por hora, la belleza de su recorrido servía de compensación al atraso, pues pocos recorridos en Cuba eran tan pintorescos como el del Tren de Hershey.
La última vez que el Tren de Hershey realizó su recorrido completo entre las estaciones de Matanzas y Casablanca fue en el año 2017. Desde entonces su andar se ha ido reduciendo cada vez más debido al mal estado de las vías y el deterioro del tendido aéreo que lo alimenta.
Su pasaje costaba entonces una miseria, apenas 2.80 pesos, que para el cambio de la época eran unos 11 centavos de dólar, por lo que buen negocio no era ya para la empresa que lo operaba y su viaje entre Casablanca y Matanzas se demoraba más de cuatro horas (cuando no habían interrupciones) por lo que ya no era, ni mucho menos la forma más rápida de viajar. Pero, las casi 50 paradas que realizaba el Tren de Hershey en su recorrido resultaban una maravilla para todo el que quisiera conocer algunos de los pueblitos más aislados y pintorescos de la región.
Desafortunadamente, el tiempo, la falta de mantenimiento e inversiones, los fenómenos meteorológicos y el vandalismo (porque aunque parezca mentira, se roban los postes y los cables eléctricos) han dado al traste con el Ferrocarril de Hershey. Tanto, que en la actualidad apenas funciona el ramal entre el poblado de Hershey y el del Jaruco, que fue el último en entrar en funcionamiento hace más de 90 años.
Por demás, las perspectivas de que el Tren de Hershey vuelva a realizar todo su recorrido parecen cada vez más lejanas. Una verdadera pena, pues constituye una reliquia, no sólo del sistema ferroviario cubano, otrora grande, sino también dentro del imaginario popular de habaneros y matanceros.
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