Antes que los famosos adoquines de La Habana, las calles de la ciudad estuvieron pavimentadas con macadán, material y técnica de construcción de carreteras que se empleó en la urbe a partir de la década de 1830 y que permitió a los habaneros, por primera vez en varios siglos, poder contar con calles medianamente decentes,
Hasta entonces, las calles de La Habana, se encontraban empedradas con «chinas pelonas» o sin pavimento alguno – lo que las convertía en lodazales intransitables en época de lluvia.
Del macadán a los adoquines de La Habana
Estas calles no escaparon al afán urbanizador del Capitán General Miguel Tacón, quien gobernó Cuba entre 184 y 1838, y se propuso su mejora y embellecimiento, pavimentándolas con macadán.
El macadán o macadam era un material de construcción compuesto de piedra de cantería triturada y compactada, cuyos espacios se rellenaban con recebo. Esta técnica de pavimentación fue ideada por el ingeniero escocés John Loudon McAdam (de ahí lo de «macadán») y se utilizó en La Habana hasta que las calles comenzaron a ser adoquinadas durante la ocupación estadounidense.
Como todo lo que emprendió Tacón durante su gobierno en Cuba, la macadanización de las calles habaneras contó con la alegre y activa oposición del Ayuntamiento – que incluso le incluyó este empeño como uno de los cargos en su contra durante el juicio de residencia que se le siguió al Capitán General una vez terminado su mandato en la Isla – Todo, a pesar de las ventajas más que evidentes que para las comunicaciones y la salubridad de La Habana poseía el nuevo sistema:
Con el macadán muchas calles dejaron de ser intransitables, pues ya no se acumulaban en ellas agua y fango durante las temporadas de lluvia. Al mismo tiempo, al tratarse de una superficie regular – a diferencia de las calles empedradas con chinas pelonas – ya no resultaban necesarias grandes ruedas para la estabilidad de los carruajes y carretas , lo que ayudó a descongestionar el tráfico. Y, por último, y no menos importante, el nuevo pavimento, provocaba muchísimo menos ruido por fricción y su mantenimiento era relativamente más fácil y barato.
Afortunadamente para La Habana, Tacón se salió con la suya y desde la calle Bernaza (que fue la primera pavimentada con macadán) el sistema de pavimentación se fue extendiendo rápidamente por toda la ciudad.
«(…) el poco ruido que hacen los carruajes, de la igualdad del piso (…) se ha conseguido que por primera vez en esta ciudad mantengan los vecinos las puertas de sus casas abiertas hata la hora en que por Bando del Buen Gobierno / a las 8:00 pm en invierno y a las 9:00 PM en verano, coincidiendo con el cañonazo, deben cerrarse.»
Pérez de la Riva, Juan. Correspondencia reservada del Capitán General Don Miguel Tacón con el gobierno de Madrid, 1834-1836: el General Tacón y su época, 1834-1838. Colección Cubana. Biblioteca Nacional José Martí.1963
Las calles construidas con el sistema de macadán resultaban convexas con combeó a ambos lados. Para ello se comprimía la piedra con un pesado rodillo y las piedras debían tener entre 5 y 6 cm. El problema estaba en que el paso constante de las ruedas sobre un mismo punto terminaba por destrabarlas y el pavimento comenzaba a deteriorarse.
Al macadán utilizado en La Habana se le sumó la dificultad adicional de que la buena parte del material utilizado se componía de piedra caliza, la cual resultaba poco idónea para esos menesteres. A pesar de eso el sistema era mucho mejor y más duradero que cualquier otro anterior.
Con el advenimiento del nuevo siglo, el pavimento de macadán que cubría casi toda La Habana comenzó a ser sustituido por adoquines; un proceso que fue lento y penoso, debido al costo del nuevo material de pavimentación y que nunca llegó a concluirse por completo más allá de las zonas más céntricas. Sobre todo porque con el auge y la revolución del automóvil terminaron por imponerse otras formas de pavimentar como las mezclas asfálticas, mucho más rápidas, económicas y adecuadas a los nuevos vehículos a motor.
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