Nicolás de Peñalver y Zamora, el Conde de Peñalver, es uno de los mejores ejemplos de la dicotomía histórica que se esconde tras la doble cara de cualquier moneda, y se refleja de una manera u otra según uno consulte la fuente en un sitio u otro. Resulta que leyendo viejas notas de diarios españoles me encuentro la sentida despedida que se dispensó a este acaudalado habanero con motivo de su muerte un 5 de febrero de 1916. Cito:
Inmediatamente después de conocerse la noticia se colgaron crespones negros en los balcones del Ayuntamiento y se celebró un pleno, presidido por el alcalde Ruiz Jiménez, en el que se acordó concederle los mismos honores que a la muerte de D. Alberto Aguilera (otro de los alcaldes madrileños del período 1900-1910).
No se detiene ahí la nota, la compunción era general, y se extendió dejando la ciudad helada. Ayudaba también el pronóstico del tiempo que daba mínimas de 3º y máximas de 8º con nubarrones y ventiscas pasajeras. Ese mismo sábado se dispuso un cortejo de enorme revuelo para el día siguiente, con celeridad el ayuntamiento dictó lo siguiente:
Concurrirán a la conducción del cadáver, que tendrá lugar mañana domingo, a las 3 de la tarde…El excelentísimo Ayuntamiento en corporación; los maceros con hachas, francos de servicio; los secretarios de las Tenencias de alcaldía y jefes administrativos de Casas de Socorro, con el personal de las mismas que permita el servicio;
Movilización exprés para el sepelio, pero el Ayuntamiento no se quedó ahí, veamos como continúa la nota movilizando más unidades con el fin de que sea una despedida de pueblo en la calle.
50 niños del Colegio de San Ildefonso y otros tantos del Asilo de la Paloma; el personal libre de servicio de arbolados, alumbrado, fontanería y vías públicas, una sección del de incendios, el inspector jefe de Policía urbana y los inspectores y guardias libres de servicio, la banda municipal, 12 serenos, todos de uniforme, y el personal de dependencias que permita el servicio para que concurra al acto.
Si ha llegado al final de la enumeración sabrá entonces que se dieron cita obligatoria a casi todos los funcionarios y dependientes del ornato público. Incluimos también al jefe Superior de Palacio, Marqués de Torrecilla quien se personó a consolar a la viuda, condesa de Peñalver, en nombre de Sus Majestades los Reyes.
Llegado a este punto, ¿Quién era este habanero para que se le diese tanta distinción? Hagamos un poco de historia.
Peculiar historia familiar del Conde de Peñalver
El alcalde madrileño Nicolás había nacido en La Habana un 4 de diciembre de 1853, su padre era, ni más ni menos, el II Conde de Peñalver, Narciso de Peñalver y Peñalver. Lo de los apellidos gemelos (Peñalver y Peñalver) no es porque fuese el segundo conde de la línea sucesoria sino porque sus padres eran tío y sobrina carnales. Al más puro estilo borbón eran casados entre ellos para mantener la pureza de una familia que se sentía erigida para la nobleza criolla.
Desde luego que por posición económica lo eran. Las grandes plantaciones familiares y los negocios, nunca ocultos, de la trata negrera le posibilitaron al II Conde amasar una fortuna que no palidecía ante los potentados europeos. Razón esta que le llevó a oponerse a la independencia de Cuba y posteriormente a la abolición de la esclavitud. Pese a seguir teniendo negocios en la Isla, durante varios años más, sobre 1870 empezó a sacar poco a poco su fortuna del país. De ahí que sus hijos estudiaran e hicieran vida como europeos.
Pero hagamos un poco más de historia familiar pues resulta que el primero de los Condes de Peñalver era Nicolás Peñalver y Cárdenas, abuelo de Narciso, quien además de esposo endogámico* fue alcalde ordinario de La Habana en 1846 e impulsor del Ferrocarril en la Isla. Pero la chismografía apunta que los méritos hechos para ser condecorado como caballero de la orden de Carlos III vinieron a raíz de su participación en la represión de la Conspiración de la Escalera.
Nicolás de Peñalver, el alcalde habanero de Madrid
Volviendo a Nicolás, III conde de Peñalver -aunque en España se le conoce como el Conde de Peñalver a secas– podemos decir que entre sus logros tiene el récord de haber sido el alcalde de Madrid que menos tiempo ha estado en una sola legislatura al frente del Ayuntamiento**.
Antes había sido elegido senador por la provincia de Matanzas en la legislatura de 1884-85, cargo que no llegó a jurar. Ya en España fue diputado por el Partido Conservador del distrito de Oviedo en tres ocasiones (1891, 1896 y 1898), luego sería senador, también por Oviedo, en 1899-1911, llegando a ser vitalicio en 1914.
Aunque su mayor mérito político consistió en ser tres veces alcalde de Madrid, como mencionamos antes a los 14 días de sustitución, se le sucedieron luego los períodos comprendidos entre el 25 de marzo 1895 y el 13 de febrero de 1896; y como «no hay dos sin tres» entre el 28 de octubre de 1907 y el 23 de octubre de 1909.
Este último período legislativo fue fundamental para su trascendencia en la memoria positiva de la ciudad. Impulsó la construcción de la Gran Vía madrileña, una obra fundamental que comunicó el centro de Madrid con la estación Norte de trenes. El primer tramo de dicha vía se bautizó en su honor con el nombre de «Conde de Peñalver» (1924-1936), posteriormente en el barrio del Ensanche de Madrid se le dio ese nombre a otra vía pues la Gran Vía engulló el antiguo topónimo.
No contento con legar a la ciudad esta arteria crucial para el progreso de la ciudad fundó la banda Municipal**, además de decretar el carácter fijo de los funcionarios municipales. Bajo su gestión los edificios municipales de los barrios históricos de la capital recibieron mayor influencia en la política local.
Favoreció a su vez la Asociación Matritense de Caridad y expidió licencias específicas para usar las bicicletas en la ciudad, siendo el primero en entender la importancia del cuidado de las calles, y la necesidad de garantizar una fluidez vial que hiciese del caos arquitectónico de Madrid un enjambre habitable y coherente.
No es de extrañar que se ganase las grandes cruces de Carlos III, de Isabel la Católica, de la Beneficencia y de la Concepción de Villaviciosa.
De aquellos lodos de trata negrera a estas pavimentaciones cívicas. Podemos decir que
Nicolás de Peñalver y Zamora, el alcalde habanero de Madrid, fue uno de los políticos más queridos y recordados de ese período en la maltrecha política española. Nosotros los cubanos no podemos olvidar el sudor de los negros y la oposición ferviente a la causa independentista, pero la historia es así, la moneda siempre tiene doble cara. Como dijese el Apóstol:
El Conde de Peñalver se ganó las loas españolas y no podemos olvidar sus obras, ni la sentida despedida que se le dio en su funeral. ¿Podía haber sido un político eficiente en los convulsos años del nacimiento de la República en la Isla? Seguramente, en cambio tomó sus decisiones y por ellas es recordado hoy, con mayor afecto, en su patria de adopción.
Aunque, y que nos quiten lo baila’o, nos queda a los cubanos el pequeño regocijo, desprovisto de chovinismos populistas, de saber que un habanero es uno de los alcaldes más recordados de Madrid.
*-Se casó con su sobrina, María de la Concepción de Peñalver y Peñalver, tras enviudar esta de Antonio María Peñalver y Cárdenas, nada más y nada menos que hermano carnal de Nicolás, un lío familiar todo. Pero precisamente por este cruce constante mantuvieron en la familia los 5 títulos nobiliarios (marqués de Casa Peñalver y marqués de Arcos; y condes de Santa María de Loreto, San Fernando de Peñalver y el último, conde de Peñalver) que aún hoy poseen sus descendientes en España. Las últimas de la línea son las hermanas Koplowitz, muy famosas en la España actual.
**-Durante la primera de sus tres legislaturas no llegó a los quince (en buen cubano), pues se quedó en catorce días (1 de diciembre de 1892 al 14 de diciembre de ese año) pero cabe decir que esta fue simplemente una sustitución.
***-Años después el compositor asturiano Dioniso Méndez le dedicó un pasodoble titulado: Peñalver, pasodoble asturiano.
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