A la entrada del legendario hotel Riviera de La Habana, construido en 1957, destaca la escultura nombrada «La Sirena y el Pez«, una de las obras más emblemáticas del cubano Florencio Gelabert; el mismo del monumento al General Quintín Banderas en el Parque Trillo, el Cangrejo Gigante en Caibarién y el Panteón de los Veteranos de la Guerra de Independencia en la Necrópolis de Colón.

Gelabert, la Sirena y el Pez

Florencio Gelabert realizó La Sirena y el Pez, un conjunto de unos siete metros, en acero y la recubrió con hormigón para que fuera colocada en la fuente que adorna la entrada del hotel Riviera. La escultura destaca por la elegancia y fluidez de sus líneas que ofrecen una sensación de movimiento continuo; sensación que se repite en el resto de las obras que el escultor realizó para el Riviera y que adornan la entrada de su cabaret Copa Room.

El ritmo que se aprecia en La Sirena y el Pez lo atribuye Florencio Gelabert, en una entrevista concedida en 1994, a la influencia determinante que tuvo la música en su vida vida, pues en su juventud debió trabajar como músico de cabaret para ganarse el sustento mientras estudiaba en la Academia de San Alejandro:

«Creo firmemente que las artes plásticas, la música y la literatura están tan mezcladas que lo que uno sabe de una cosa, lo beneficia cuando se quiere insertar en otra (…)

La escultura es ritmo, oigo una pieza y simuló la forma (…) creo, realmente, que el que se dedique a las artes plásticas y no sienta la música está perdido».

La Sirena y el Pez sirvió para demostrar, a juicio de Florencio Gelabert, la validez de la técnica de hormigón sobre acero, de la que fue pionero en Cuba, y que utilizó en muchas de sus obras. Hasta el día de su muerte el escultor destacó el hecho de que la obra se hubiese conservado en muy buenas condiciones durante décadas a pesar de estar expuesta a un medio ambiente en extremo agresivo debido a la cercanía del mar.