En la calle 16 entre 5ta y 7ma, Miramar, se encuentra un viejo poste de hierro fundido por J. L. Mott Iron Works, uno de los pocos, sino el único, que aún se mantiene en pie en La Habana.
A muchos, seguramente, les podrá parecer una bobería, pero estas reliquias del viejo mobiliario urbano de la ciudad deberían ser conservadas con celo, pues no sólo forman parte de la historia de la urbe, sino que también constituyen un atractivo único.
J. L. Mott Iron Works New York
Establecida en New York en 1828, «J. L. mott Iron Works» la compañía se dedicaba a fundir en hierro todo tipo de objetos, tanto de uso doméstico como industrial. Su catálogo era amplísimo e iba desde calderos y candelabros hasta tuberías y tanques de agua.
En 1902, «J. L. Mott Iron Works» se relocalizó en New Jersey y dos décadas después cerró sus operaciones definitivamente.
No es de extrañar entonces que en un siglo de existencia, las muy variadas producciones de «J. L. Mott Iron Works» hayan venido a parar a Cuba, sobre todo tras el nacimiento de la República, la rápida urbanización de La Habana y la firma del Tratado de Reciprocidad Comercial entre Cuba y Estados Unidos.
El poste de 16 entre 5ta y 7ma es, seguramente, uno de los pocos supervivientes del alumbrado público original del aristocrático barrio y en la base del mismo se puede leer con claridad la firma del fabricante: «J. L. Mott New York».
Como obligada curiosidad se debe mencionar que «J. L. Mott Iron Works» – aunque se dedicaba fundamentalmente a la manufactura industrial del hierro – también fabricó en serie objetos de arte que vendía por catálogo y que terminaron ornamentado plazas y parques en los más disímiles lugares del mundo.
En Cuba, por no irnos demasiado lejos, se encuentra el llamado «Niño de la Bota Inforrunada» [1], situado en el Parque Vidal, que ha devenido en símbolo de la ciudad de Santa Clara y que formaba parte del «Catálogo de Fuentes» de «J. L. Mott Iron Works».
Notas
[1] En muchos sitios cubanos (probablemente se copian los unos a los otros) dicen que el «Niño de la Bota Infortunada» fue encargado a la «prestigiosa casa de objetos de arte» J. L. Mott Iron de Nueva York, lo que, por supuesto, constituye una gran exageración para adornar la historia, pues la compañía estadounidense se dedicó siempre a la manufactura del hierro y las fuentes y otros «objetos de arte» tenían también fines utilitarios y se fabricaban en serie.
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