Genovevo Pérez Dámera fue un militar y político cubano que ostentó la jefatura de las fuerzas armadas de la República durante los gobiernos auténticos de Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás.
Nació en Matanzas el 3 de enero de 1910 y en 1928 ingresó como soldado en el Ejército Nacional tras abandonar la carrera de veterinaria en la Universidad de La Habana.
Su amigo, el Dr. Ramón Grau San Martín, que se había convertido en presidente provisional en septiembre de 1933 tras la disolución de la Pentarquía lo nombró su edecán en Palacio y lo ascendió al grado de primer teniente.
Tras la caída del Gobierno de los 100 Días, Genovevo Pérez Dámera partió al exilio junto al defenestrado Grau San Martín, a quién acompañó en todas las andadurías politicas que derivaron en la fundación del PRC (A).
Regresó a Cuba e reingresó en el Ejército Constitucional, pero Batista, ahora presidente, conocedor de sus lealtades, lo mantuvo apartado del mando de las tropas, desempeñándose Genovevo Pérez Dámera como profesor de la Escuela de Artilería y luego como Director de la Escuela de Reclutas.
Genovevo Pérez Dámera y el ejército cubano
La victoria de Grau San Martín en las elecciones de 1944 catapultó su carrera militar:
Grau había decidido apartar a todos los acólitos de Batista de los altos mandos militares y necesitaba hombres de su entera confianza para sustituirlos.

Su antiguo edecán cumplía con todas las condiciones y así Genovevo Pérez Dámera tuvo un ascenso meteório: en septiembre de 1944, Grau lo nombró Jefe de la Casa Militar de Palacio, en noviembre lo ascendió a teniente coronel, en diciembre a coronel, y a finales de 1945 lo nombró Jefe del Ejército con grado de Mayor General (cargo en el que se mantuvo hasta 1949 en que Prío, presionado por los mandos de Columbia lo destituyó).
Prío había heredado a Genovevo y no le profesaba muchas simpatías, sobre todo después de los sucesos de Orfila, cuando el obeso general le reprochó su inacción durante la masacre.
A Genovevo no lo querían en el ejército, por razones obvias los viejos partidarios de Batista, ni tampoco le tenían cariño los nuevos oficiales de Academia, que atribuían su ascenso dentro del escalafón no a los méritos y capacidades del obeso general, sino a sus relaciones políticas. De ahí que, sin el apoyo de Grau, su posición en las fuerzas armadas se tambaleara hasta finalmente caer.
Tras ser destituido del mando, Genovevo Pérez Dámera se dio una breve dosis de autoexilio, pero cuando comprobó que no había ningún peligro real para él regresó al país y se dedicó a la política.
Aún así era complicado librar de los amantes del gatillo alegre que campeaban por sus respetos en la Cuba de entonces: En diciembre de 1951 fue herido en un atentado en Camagüey, provincia por la que resultó electo para dos mandatos consecutivos como senador durante el último gobierno de Fulgencio Batista.
Al producirse el triunfo de la Revolución Cubana de 1959 abandonó definitivamente el país.
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